La temporada de golf transcurrió en un remolino de fiestas y eventos sociales. Aunque Dick pasaba todos los veranos en los Hampton desde que era un niño, nunca había estado tan ocupado.
Jason y Dick pasaban juntos todos los fines de semana, pero rara vez estaban solos. Y, aunque tonteaban descaradamente, nunca más habían vuelto a hacer el amor.
Pero Dick sabía que tenía un problema porque empezaba a enamorarse de Jason. Su único consuelo era que el evento terminaría pronto y su vida volvería a la normalidad.
Antes de que se diera cuenta, llegó el día de la fiesta de compromiso y un ejército de decoradores y camareros contratados por el equipo de su padre apareció en la casa tres días antes del evento.
Durante los últimos días de su falso compromiso apenas vio a Jason, aunque seguramente era lo mejor porque, si se vieran, seguramente haría alguna estupidez como decirle que estaba enamorándose profundamente.
La noche de la fiesta, Dick se movía entre la gente, saludando a unos y a otros con una sonrisa en los labios. Después de toda una vida fingiendo ser el hijo perfecto del senador, nadie se daría cuenta de lo angustiado que estaba.
Desde que le presentó a su padre, un momento incómodo para los dos porque ninguno parecía saber qué decir, Jason no se había apartado de su lado y su presencia lo animaba un poco.
Y cuando el senador lo dejó para hablar con gente más «importante», se quedó a su lado.
—¿Dónde se conocieron? —les preguntaba todo el mundo.
—En la fila de un restaurante de comida asiática, el favorito de Dickie —contestaba Jason—. ¿Cómo se llama el sitio, cariño?
—Meyakiito —contestaba Dick feliz.
—¿Y desde cuándo están juntos? —preguntaba otro.
—Desde hace tres meses —mentía Jason—. Al principio queríamos mantener la relación en secreto... hasta que nos descubrieron.
Por fin, alguien se atrevió a señalar que Dick no llevaba anillo de compromiso.
—Espero que no sean una de esas parejas modernas que no se molestan en pensar en los lazos como la mordida o llevar alianzas.
Jason sonrió a la chismosa que se había atrevido a hacer el comentario.
—No, señora. He decidido regalarle el anillo de mi abuela —respondió seguro Jason—. Yo vengo de una familia humilde y, aunque sé que Dick estaría orgulloso de llevar cualquier anillo, lo he enviado a la joyería para que cambien el sencillo lapislázuli por un diamante. Es una banda de platino que le regaló mi abuelo...
Cuando Jason terminó de describir el anillo de su abuela, la vieja chismosa tenía lágrimas en los ojos. Y no era la única. Dick tuvo que disculparse para que no le vieran los ojos llorosos como un tonto sentimental.
Solo, con la espalda apoyada en la pared del cuarto de baño, apartó las pequeñas lágrimas de un manotazo. ¿Por qué lloraba por un anillo que no existía? Y el alfa que había inventado esa historia era tan falso como el anillo.
Oh, pero cuánto desearía que fuese real. Le gustaría tanto que Jason fuera sincero. ¿Cómo sería ser amado por ese hombre y no seducido por el playboy?
***
Jason era seguramente el primer novio de la historia que esperaba un «si le haces daño a mi pequeño omega, te mato» por parte de su padre.
Porqué cuando el senador Wayne lo llamó para hablar con él en su estudio, esperaba que le dijera eso. Hasta aquel momento no había mostrado alegría alguna por el compromiso y Jason sabía que su desinterés era muy doloroso para Dick.
¿Por qué no podía al menos fingir que estaba entusiasmado?
Pero cuando el senador cerró la puerta del estudio y le sirvió un whisky, Jason se dio cuenta de que no iba a decirle nada de eso.
—Imagino que ya sabes que mi hijo es un omega con mucho carácter.
Jason apretó el vaso de whisky.
—Mucho carácter y mucha personalidad, desde luego.
—Tiene buenas intenciones, pero ya te habrás dado cuenta de que tiende a provocar a la prensa.
Jason asintió con la cabeza, sin saber a dónde iba aquella conversación y conteniéndose para no decirle que de no haber sido por su propia indiscreción años antes, a nadie le importaría lo que hiciera o dejara de hacer Dick.
El senador Wayne se aclaró la garganta.
—La cuestión es que estamos en año de elecciones y les agradecería a los dos que intentaran evitar más escándalos en los próximos meses.
Jason no sabía si soltar una carcajada o darle un puñetazo, pero decidió dejar el vaso de whisky sobre la mesa e inclinarse hacia delante.
—Con todo respeto senador, es usted un idiota.
—¿Cómo dices? —soltó el alfa desconcertado.
—Si le importase su hijo la mitad de lo que a él le importa su carrera, sería usted mucho mejor persona, se lo aseguro. Pero como no es así, deje que le diga un par de cosas: Dick jamás le haría daño a propósito. Y cuando estemos casados, le agradecería que hiciera todo lo posible por alejarse de nuestras vidas.
Después de decir eso, Jason salió del estudio, dejando al senador boquiabierto.
Tenia que salir lo mas pronto posible de ahí. Por que tanto él como su alfa estaban a punto de perder la paciencia y decirle «idiota» al senador Wayne seria lo más inocente que pasaría si se quedaba un segundo mas con él a solas.
Sólo cuando estuvo rodeado de gente otra vez se dio cuenta de lo que había hecho: había hablado con el padre de Dick como si de verdad fueran a casarse y unirse para siempre.
Durante unos minutos, había olvidado por completo que la relación era una mentira.
Y que esa mentira estaba a punto de terminar.
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ACCIDENTAL FIANCÉ ── JAYDICK
Fanfiction𝐀𝐂𝐂𝐈𝐃𝐄𝐍𝐓𝐀𝐋 𝐅𝐈𝐀𝐍𝐂𝐄┊❝ Donde todo comienza a ordenarse en su camino. ❞ ➛ Jason Todd es un alfa «playboy» corredor de bolsas y Dick Grayson es un omega «puritano» hijo de un famoso senador. Ellos se conocen en un bar una noche, después d...