⠀⠀⠀⠀✩✩✩ | CHAPTER EIGHTTEEN

326 49 28
                                    

Después de horas de sonreír, charlar y soportar las felicitaciones de extraños, Dick tomó una copa de vino y salió al jardín para recuperarse un poco.

Stephanie y Cassandra estaban al fondo del jardín, en la zona más oscura, besándose.

Llevaba algún tiempo sospechando que había algo entre ellas, pero la reciente declaración de Cass en pleno campo de golf no dejaba lugar a dudas: estaban locamente enamoradas.

Y se alegraba por Stephanie, pero también estaba un poco celoso. Aparentemente, todo el mundo iba a encontrar el amor ese verano.

Todo el mundo menos Dick.

Aunque eso no era verdad del todo. Había encontrado el amor, el problema era que el amor no lo había encontrado a él.

Suspirando, volvió a entrar en la casa y estaba buscando una mesa para dejar su copa cuando un hombre se acercó a él.

—¡Pero si es el omega afortunado en persona! —exclamó, dándole una palmadita en la espalda.

Dick lo miró, perplejo. Debía de tener la edad de Jason, sonrisa falsa y traje italiano. Su rostro le resultaba familiar, pero no podía ponerle nombre.

—Perdona, pero, ¿nos conocemos? —Dick se alejó un poco dudoso.

—Yo te conozco a ti. De hecho, todo esto es culpa mía.

—Ah, debes ser John, de la empresa de catering.

—No, no soy John —el extraño soltó una carcajada, como si la idea le pareciese divertidísima, antes de levantar su copa—. Por ti y por Jason.

—¿Eres amigo de Jason? —ahora si que estaba sorprendido.

—Pues claro. Y no se hubieran conocido si no hubiera apostado mil libras a que no podía llevarte a la cama.

***

Jason vio a Roy hablando con Dick e incluso a distancia se dio cuenta de que su amigo había bebido demasiado. Cuando estaba sobrio metía la pata, pero si le dabas un par de copas podía provocar un desastre, de modo que se acercó a toda prisa.

Pero antes de llegar a su lado se dio cuenta de que Dick parecía ofendido y lo comprobó cuando su olor le llego.

Roy debía de haber dicho algo muy desagradable para que no pudiera disimular.

—... no se hubieran conocido si no hubiera apostado mil libras a que no podía llevarte a la cama.

Jason puso una mano en la espalda de Dick y él lo miró, con el ceño fruncido.

—¿Qué mentiras le estás contando a mi prometido?

—Ninguna. Eso fue hace unas semanas, ¿no? Estábamos en un bar y tú intentaste ligar con él.

Roy había levantado la voz y la gente de alrededor se volvió para mirarlos.

—No digas tonterías —Jason negó rápidamente.

—¿Tonterías? Yo intenté convencerte de que Richard no estaba a tu alcance, pero tú estabas decidido a ligártelo. Te conté lo de la entrevista que le habían hecho y fue entonces cuando apostamos mil libras a que no podrías llevártelo a la cama — Roy hizo una pausa para mirar a Dick—. Así que ya ves, si no fuera por mí, no estarían prometidos. ¿Quién hubiera dicho que este alfa iba a sentar la cabeza?

Jason tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para sonreír.

—Te equivocas, amigo —dijo en voz alta, para que todo el mundo lo oyese—. Hace unas semanas, Dick y yo llevábamos casi dos meses saliendo juntos, pero manteníamos la relación en secreto. Fingí ligar con él para poder saludarlo —Jason miró a Dick entonces—. ¿Verdad que sí, cariño?

—Sí, claro —asintió Dick, mirando de uno a otro.

Roy parecía querer seguir con el tema, pero Jason no le dio oportunidad. Empezó a hablar de trabajo y luego, en cuanto pudo, se disculpó para llevarse a Dick de allí.

Dick seguía sonriendo e incluso su olor estaba controlado, pero Jason lo conocía lo suficiente como para saber que era una sonrisa falsa, un mecanismo de defensa que seguramente había usado durante toda su vida, sobre todo cuando estaba disgustado de verdad.

Nervioso, lo llevó a la cocina y cerró la puerta.

—No le hagas caso... —empezó a decir, pero Dick levantó una mano.

—No quiero más mentiras.

—No es lo que te ha contado Roy.

—¿No es verdad que nos conocimos en un bar y que tú intentaste ligar conmigo? ¿No es verdad que viniste hasta aquí decidido a seducirme porque habías hecho una apuesta con tu amigo? —le espetó Dick, con tono de amargura—. Porque es así, lo sé.

—No, escúchame —Jason apretó su mano—. Roy hace que parezca una simple apuesta entre dos idiotas, pero te aseguro que no fue así.

—Se te da muy bien, ¿verdad?

—¿A qué te refieres?

—A hacer creer a la gente lo que tú quieres que crea. Por eso eres tan peligroso.

La resolución que veía en sus ojos fue como un jarro de agua fría.

—No puedes dejar que las tonterías de un borracho te disgusten. Roy es un idiota cuando está sobrio, borracho es insoportable y no ha contado las cosas como fueron. De hecho, no tiene ni idea.

Dick sacudió la cabeza.

—La versión que él me ha contado es más auténtica que las mentiras que tú cuentas. Esa bonita historia de que manteníamos la relación en secreto, Jason, puedes engañar a los demás, pero no vas a engañarme a mí. No olvides contarles esta historia a tus nietos.

—Dick...

—Ah, espera un momento, no va a haber nietos porque no estamos comprometidos, no estamos enamorados.

Jason notó que alguien intentaba abrir la puerta y sujetó el picaporte.

—Deja que te lo explique...

—¿Qué vas a explicarme? Yo sé lo que pasó.

—Estás disgustado y no quiero que te disgustes por mi culpa.

—No pasa nada, Jason —de repente a Dick se le rompió la voz—. Pero la verdad es que... estaba empezando a enamorarme de ti —confesó—. Estaba tan decidido a hacer bien el papel que olvidé que era una farsa. Pero la verdad es que apenas te conozco. Lo único que conozco es la fantasía que tú has creado, a ese prometido perfecto que has estado interpretando durante las últimas semanas —Dick intentaba disimular, pero tenía los ojos empañados—. Roy no me ha dicho nada que yo no supiera, sólo me ha recordado la realidad.

Jason no sabía qué decir. Después de todo lo que había hecho para intentar protegerlo, era él quien lo hacía llorar y nunca se lo perdonaría a sí mismo.

—Sé que acepté que rompiéramos cuando terminase el evento, pero creo que no puedo esperar tanto tiempo —dijo Dick entonces—. No puedo seguir fingiendo, lo siento.

—¿Hay alguien ahí? —escucharon una voz al otro lado de la puerta.

—¡Un momento! —gritó Jason.

—No pasa nada, ya hemos terminado —dijo Dick, fulminándolo con la mirada—. No hay nada más que decir.

ACCIDENTAL FIANCÉ ── JAYDICKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora