Cuento 4: Breve historia de terror

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La señora Medina acudía al doctor como cada fin de mes. Y como cada fin de mes, rezaba para no escuchar lo que tanto temía escuchar. Mientras inventaba a Dios en cada frase y gesto, se detuvo en seco a pensar si realmente seguía valiendo la pena no dejarse morir.

 Su último hijo acababa de morir un mes antes. Su esposo, sus demás hijos y todos los hombres y mujeres a los que amaba o amó algún día, todos habían muerto. Era la única persona vigente en sus recuerdos, el resto del mundo era ajeno y debía seguir siéndolo. El hospital estaba casi vacío y apestando a carne podrida. Los doctores tenían trajes que los cubrían de cuerpo completo y el tacto con los pacientes se extralimitaba a darles indicaciones de cómo ellos mismos debían tomar sus datos médicos a través de un sofisticado sistema automático de medición paramétrica en medicina general (Phanton®).

 Como cada fin de mes, buscaba en la cara de su médico alguna expresión que le diera una pista de su situación. Saber si por fin sería la ganadora de la lotería más extensa de la historia. Este no solo no le daba tal pista, si no que hasta le parecía indiferente, casi robótico. El doctor revisó los resultados, trató de fingir una voz apenada y le dijo esas palabras, esas palabras que había estado esperando desde hacía ya mucho y que por fin llegaban. Esas palabras, que de sobremodo la aliviaron.
 Tenía una infección estomacal. Maria Elena Medina Sánchez tenía una infección estomacal. Maria Elena Medina Sánchez iba a morir. Igual que su hijo, que hacía 2 meses se había roto una pierna y la infección lo llevó a la tumba. Igual que su esposo, quién tuvo un absceso en la garganta y no duró ni 2 semanas. Igual que todos a quién un día quiso, igual que todos en este mundo, antes de los 45 años. Maria Elena Medina Sánchez iba a morir, por culpa de generaciones pasadas, que fueron negligentes con el uso de los antibióticos. 

Maria Elena Medina Sánchez iba a morir por la resistencia bacteriana a los antibióticos.
Maria Elena Medina Sánchez iba a morir, por nuestra culpa.

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