⚡#11⚡

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ANTHONY MAYERS

En algún punto del universo, el mundo se vio oscuro, en los días más hermosos, yo estaba sufriendo, mientras todo a mi alrededor parecía no notarlo. Me pregunté tantas veces qué debía hacer y las respuestas nunca llegaron.

Hasta que la vi.

Vestía un suéter rosa y unos jeans negros ajustados, llevaba consigo unos tenis del mismo color y un pequeño bolso cruzado por su hombro.

Esa mujer, tan pequeña como un pétalo de flor y tan frágil cual cristal, captó toda mi atención al instante y desde ese preciso momento supe que jamás podría voltear a ver a ningún otro lugar que no fuera su hermoso ser.

¿Qué tan doloroso habría sido todo antes de ella? Ya no importaba.

Ella me daba la felicidad que había estado esperando y que, sin embargo, sentía que no merecía, sólo con existir.

¿Cómo se podía sentir tanto? No lo sabía.

Nos enamoramos poco a poco, el uno del otro. Se sentía como una montaña rusa de emociones y sin duda, podía vivir toda mi vida así, sólo con ella.

¿Nos amábamos? Era más que eso.

Sus ojos se toparon con los míos y una sonrisa inconsciente se escapó de mis labios, me acerqué a ella a paso rápido, mientras el jardín de nuestras emociones florecía sin parar, incluso rompiendo el pavimento y revelándose a todo aquello que le impidiera crecer.

—Eres realmente encantadora —sonreí de nuevo.

—¿Hablas de mi? —sus ojos avellanas se abrieron un poco y me vio con cierta duda.

—Claro que hablo de ti, no hay nadie más que se pudiera igualar.

—Dices muchas tonterías —dijo abriéndose paso a mi lado y tomó una de las rosas blancas entre sus manos—. Son hermosas, pero siempre tienen espinas que lastiman.

—Si sabes como tratarlas, jamás van a lastimarte.

—¿Quién lo dice? ¿Tú? —preguntó en cierto tono burlón—. No lo creo.

—Tu voz apagada me dice que algo anda mal.

—¿Por qué algo andaría mal?

—Por favor, llama mi nombre una vez más.

—¿Tu nombre?

—Cariño, hazlo, por favor.

—No puedo hacerlo, yo...

—Una vez más.

—Yo no te conozco.

Las flores de cerezo cayeron de par en par, en un abrir el cerrar de ojos, mi corazón se detuvo y con él, el tiempo a nuestro alrededor, aquellas flores hermosas que decoraban el jardín se tornaron oscuras y eventualmente se desintegraron como si estas jamás hubieran existido.

Sentí por un momento que no era real, que de verdad era parte de mi imaginación.

Y lo era.

El jardín que habíamos creado ambos, se desvaneció poco a poco, quedando sólo ella y yo frente a frente.

¿Cómo podía decirme todas esas cosas sin siquiera mostrar un poco de remordimiento?

—Estás mintiendo —negué sin creerlo.

—¿Por qué lo haría? —se notaba confundida.

ᴛʜᴇ ɢᴜʏ ᴏꜰ ᴍʏ ᴅʀᴇᴀᴍꜱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora