Me paro en el centro de la habitación, con la bata de gran tamaño que me proporcionaron colgando de uno de mis hombros.Delante de mí hay cinco mujeres, cada una de las cuales tiene un par de trajes para que yo los vea. Todos ellos más hermosos que los anteriores.
-Elige uno - me dice Valentina, haciendo un gesto con la mano.
Cuando entramos por primera vez en lo que yo creía que era el dormitorio principal. Valentina me empujó hacia el baño a ducharme. Hice lo que me dijeron. Parece que los viejos hábitos no mueren fácilmente. Podía oírla por teléfono llamando a tiendas de ropa, diseñadores y costureras. Cuando salí del baño, parecía como si todos hubieran venido corriendo. Por supuesto que lo hicieron. Soy el futuro esposo del jefe de la familia Fernández. Ni hay diseñador lo suficientemente loco como para rechazar esta petición.
Presionando una mano en mi mejilla, miro fijamente los trajes mientras Valentina toca sus faldas. Creo que todavía estoy en shock de que todo esto esté pasando. Nunca había conocido a Enzo Fernández antes de hoy. He oído hablar de él, principalmente porque ni padre lo odia. Si tuviera que adivinar por qué, diría que es porque Gustavo le teme. Eso debería asustarme, pero me asusta menos la idea de casarme con Enzo de lo que me asustaba cuando me desperté esta mañana pensando que tenía que pasar el resto de mis días con Erling.
¿Debería estar triste? No lo estoy. No siento ningún remordimiento por el hecho de que Enzo haha matado s Erling. Me puso en una posición para estar con un hombre más poderoso, uni que puede protegernos a Kevin y a mí, que hasta ahora me ha tratado con más respeto que mi propia familia. La voluntad de Enzo de ofrecer protección a mi hermana es lo que me hizo aceptar ser suyo. Su apariencia, la atracción de mi cuerpo hacia él son
una ventaja adicional y me preguntó si está chispa de calor puede convertirse en algo más. Nunca he pensado realmente en el amor para mí mismo. No cuando sabía que cualquier matrimonio que tuviera iba a ser arreglado con fines estratégicos. Pero con Enzo, casi parece que todo es posible.Todavía tengo que seguir con mis votos. Un puerto seguro ni es gratis, y puede parece que estoy tomando la decisión, pero todos sabemos que la realidad es que no tengo una. Erling ya de ha desvanecido de mi pasado. Enzo es mi futuro.
-¿Puedo elegir el que quiera?- Miro de los trajes a Valentina. La mujer ha sido dulce conmigo desde el momento en que la conocí.
-Por supuesto. Es tu boda. Fernández dijo que podías tener el que quisieras - Miro hacia atrás a los trajes.
Son todas versiones diferentes de "magnífico". Algunos son simples con cristales que se puede decir que a alguien le llevó horas coserlos. El encaje de algunas de las piezas es impresionante.
-¿No te gusta ninguni de ellos? Podemos mandar a buscar más -Valentina empieza a sacar su teléfono.
-¿Hay realmente tiempo para eso?- pregunto.
Ya de está haciendo tarde, y estoy trabajando en mi segunda boda. Quiero terminar con esto. Me digo s mí mismo que es porque ya he terminado con esta mierda, pero mi cabeza sigue girando por lo que Enzo me había susurrado. Temía esta noche cuando me desperté esta mañana, pero ahora me preguntó si el sexo con Enzo será algo parecido a ese beso. Ese. Beso. Fue... mi mente en blanco tratando de encontrar la palabra correcta para lo que era.
Valentina corta mi tren de pensamiento. -Este es tu día. Todos esperarán hasta que estés listo. Hasta que encuentres el traje que tu corazón desea. Es lo que Fernández quiere para ti- Me sonríe suavemente.
He notado que Enzo la trata con respeto. Mi padre nunca trata a ninguna mujer con respeto. Si eres una mujer en mi familia, estás ahí osea servir ti propósito. Había visto que otras familias poderosas tragaban a sus mujeres de manera diferente, pero en nuestra las mujeres no tiene ni voz ni voto, h hacen lo que les dicen.
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Rey! « ᴇɴᴢᴜʟɪᴀɴ
FanfictionSabía que mi padre iba a venderme. Un novio se ofrecía para forzar una alianza o para sellar un trato. Aún así, me aferré a la esperaba de vivir libre de las familias. Pero cuando me entregan a Erling Haaland, me doy cuenta de mis delgados sueños de...