𝟭𝟵 ⌕ Jυʅιαɳ

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Alrededor de tres años más tarde...

-Querido mío-miro hacia arriba desde mi ordenador cuando escucho la voz de Enzo.

Me he colocado en lo alto de su escritorio, aunque tengo una oficina propia. Disfruto trabajando en su espacio cuando él no está. Está cerca del frente de la casa. Normalmente puedo escuchar a la gente ir y venir, pero debo haberme desviado del tema mientras trabajaba en el último artículo de mi blog.

Nuestro gato, Vaquita, salta del escritorio y gira alrededor de las piernas de mi marido. Se inclina hacia abajo y se acaricia la cabeza.

-¿Por qué hay una ardilla muerta en las escaleras?

Vaquita ronronea.

Enzo sonríe, su humor mortal en exhibicion. -Sé que fuiste tú, Vaquita.

-¿Es el único gatito que has echado de menos? -me muerdo el labio mientras mi lenguaje salado lo golpea.

Me mira, con fuego en los ojos. Sonrío y me empujo del escritorio para saludarlo. Él se encoge de hombros de su chaqueta de traje, tirándola antes de que yo llegue a él. Me levanta, con los pies colgando mientras me besa. Le he echado de menos. Su boca sobre mí siempre me recuerda que estoy en casa. Cuando él no está, nuestra casa no se siente igual.

-¿Qué has estado haciendo?-pregunto pero lo beso de nuevo antes de que pueda responder.

Él sonríe contra mis labios.-Afuera revisando las cosas. Lo normal. Pero te he echado de menos. Siempre lo hago cuando estoy lejos. ¿Cómo ha sido tu día, mi rey? -

Me río en su abrazo. Enzo odia estar lejos de mí, y cada vez que estuvo actúa como si hubieran pasado días en vez de algunas horas en que estuvimos separados.

Mirando el dormitorio por encima de la cabeza, digo: -He hecho que Michael tome su siesta y he estado trabajando en una nueva entrada del blog.

-Te traje algo, pero puede esperar hasta que termines si lo deseas ―me pone de nuevo de pie. Su mano viene a mi vientre donde frota el pequeño bulto que es nuestra niña.

Apenas estoy en el segundo trimestre, pero la tecnología es una locura en estos días, y ya nos han dicho que vamos a tener una niña. Cuando nos dieron la noticia, fue una de las únicas veces que vi el miedo en los ojos de mi marido. Va a ser muy sobreprotector. Tendré que asegurarme de que nos equilibramos, pero siempre lo hacemos. Cada uno de nosotros tiene igual opinión sobre cómo se maneja nuestro hogar. Me llevó algún tiempo acostumbrarme a eso, pero ahora no sé cómo alguien vive sin eso. El hecho de que Enzo me pida y respete mis opiniones sólo hace que le quiera más. Él es lo que un hombre debería ser: suave conmigo, duro con cualquiera que se me cruce.

Agito mi mano hacia el ordenador. -Todo esto puede esperar. ¿Qué me has comprado? -me contoneo para tratar de ver más allá de él.

Cristian y Dominik están de pie en la puerta de entrada, que aún está abierta al día brillante.

Enzo sonríe con indulgencia. -Pensé que sería más fácil traer las opciones aquí. Dijiste que querías comprarle un coche a Kevin para su cumpleaños.

-¿Trajiste un concesionario aquí? -me río. Cuando su cara no cambia, sé que he dado en el clavo. - ¿Cuántos coches tienes ahí fuera? -le levanto una ceja.

-Seis-me rodea con un brazo y me acerca. -Elige rápido, y tal vez tenga tiempo de comer tu dulce pene antes de que nuestro pequeño se despierte y te robe.

Pongo los ojos en blanco. Enzo está teniendo su propia batalla interna con todo el asunto de la lactancia. Quiere que lo haga, pero también odia que nunca me alejo demasiado del bebé. Odio esa estúpida cosa del sacaleches. Pero sólo falta un mes más, y habré terminado. Bueno, hasta que llegue nuestra hija, y empecemos de nuevo. Pero nunca me quejaré de nada de lo que tengo. El camino para llegar aquí no siempre fue fácil, pero Enzo cambió mi dirección y mi vida. Estoy agradecido todos los días por todo lo que me ha dado y por el amor que compartimos.

Rey! « ᴇɴᴢᴜʟɪᴀɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora