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Mi sastre sale corriendo, mi traje marcado en susanos mientras se apresura hacia su máquina de coser.

Me siento en el sofá de cuero cerca de la chimenea y hago entras a Cristian en la habitación. -¿Y bien?-

-Todas las familias están llegando- Sacude la cabeza. -Todas menos una-

-Déjame adivinar- Me inclino hacia atrás y sonrió con el fuego crepitante. - Los Álvarez-

-Ya lo tienes- Se apoya en el marco de la puerta, su traje esconde un asesino debajo. Por eso es mi ayudante de más confianza. Ha matado por mi muchas veces, y es probable que lo haga de nuevo antes de que acabe la noche.

Me encuentro con su mirada. -Este desaire no puede quedar impune, por supuesto -

-¿Qué sientes?¿Secuestrar a algunos de sus chicos, destriparlos, dejarlos en su puerta?-

Me gusta esa idea. Es un clásico de Messi, pero esto puede requerir un poco más de delicadeza. -¿Quién es la amante de Gustavo?-

-Veamos- Romero se da la vuelta y llama a Licha.

Él avanza a zancadas, su fanfarronería casi igual a la mía, pero no del todo.

-¿Con quién está acostándose Gustavo Álvarez estos días?- Cristian pregunta.

-Ah, la última vez que lo comprobé era la tipa que trabaja en su panadería de mierda en la calle 11-

-Traela a la boda- Necesito que el padre de Julián sepa que no soy un hombre al que se le pueda negar. -Pero no le hagas daño. Sólo tráela aquí -

-Lo haré- Licha se va.

-¿Estás listo para esto?- Cristian se acerca y posa en el borde de mi escritorio.

-¿Para el matrimonio o hacerme cargo de la familia Haaland?-

-Ambos, pero principalmente el matrimonio- Cristian se encoge de hombros. -Quiero decir, este es un movimiento perfectamente estratégico, pero hay más que eso. Es como si... como si te hubieras enamorado de él a pesar de que acabas de conocerla. ¿Es eso posible?-

-Para un hombre como yo, pensé que no lo era. No- Vaciló, porque sólo pensar en él calienta mi sangre hasta que se derrite. ¿Está arriba ahora mismo probándose trajes y bragas de encaje qué le arrancaré con los dientes? Porque lo haré. La arruinaré está noche. Nunca querrá a otro hombre después de que le haya quitado la cereza y le haga correrse en mi polla. Ese exquisito cuerpo suyo en un regalo en sí mismo. Pero el fuego secreto que baila bajo su superficie es un atractivo aún mayor. Un príncipe de la mafia, uno que ha sido golpeado hasta la sumisión durante años. ¿Qué puede ser una vez que sea libre?¿Una vez que salga de su jaula y no esté atada por nada excepto por mis brazos? lo sé. Lo vi en sus ojos hace sólo unas horas. Será una rey.

-¿Jefe?-

Me vuelvo a Cristian. -Él es para mí. No soy un hombre impulsivo. Ya lo sabes-

Asiente. -Definitivamente no-

-Pero hay algo en él. No puedo explicarlo. Cuando conoces a la segunda mitad de tu alma, deja una marca-

-¿Tienes alma?- Cristian levanta una ceja.

Me trueno mis nudillos. -También tengo en mente patearte la mierda para aliviar algo de la tensión -

-Podemos hacerlo, jefe. Pero le advierto, yo jalo el cabello - sonríe.

Me pareo y señalo la puerta. -Lárgate de aquí. Necesitas ponerte en forma. No puedo tener a mi padrino luciendo como diez libras de mierda en una bolsa de cinco libras-

Rey! « ᴇɴᴢᴜʟɪᴀɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora