Nijiro Murakami, alguien bastante reconoido por su participación en la serie «Alice in bonderland».
¿Cómo haría su relación pública teniendo a tantas fans tras el?
El y su novia deciden mantener su relación completamente secreta y privada, teniendo...
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– Yuri, ¿dónde estás? – escuché la voz de mi novio.
– ¡En el baño!
– ¿Te falta mucho? Ya debemos irnos.
Había planeado salir un rato con Nijiro para caminar por el parque que se encontraba frente al nuestro departamento.
– Ya salgo. – salí del baño. – ¿Cómo me veo? ¿Acaso se nota que soy la famosa modelo Sayuri? – pregunté posando.
– Te ves hermosa. – se acerco a mí y me tomo por la cintura.
– ¿Yo? Siempre, igual que tú.
– Aunque me duela tapar tu cara, mejor cúbrela.
Asentí y me puse mi tapabocas al igual que el. Salimos del departamento y tomamos el ascensor. Tener una relación secreta, dos personas reconocidas, no era para nada sencillo; debíamos usar ropa que nos cubriera por completo, gorros y mascarillas. Cuando queríamos tener una cita en algún restaurante debíamos entrar por separado y pedir la mesa en lo más apartado para que nadie nos molestará.
El y yo estuvimos de acuerdo en mantener todo privado ya que no queríamos que ninguna persona se metiera con nuestra relación. Apenas alguna celebridad hace pública su relación, es abrirle la puerta a rumores y ese tipo de cosas que suelen hacer las personas de las redes sociales, todo el tiempo comentando y hablando sin saber la realidad de las cosas.
– Vamos. – Nijiro me extendió su mano y caminos fuera del gran edificio.
Veíamos los árboles moverse con la fuerte brisa, las personas caminando rápido y los gatos callejeros que buscaban un lugar cálido para pasar la noche. De vez en cuando volteaba a ver a Nijiro quién veía hacia enfrente, nuestras manos se movían entrelazadas y nuestros pasos iban perfectamente sincronizados.
– Hay que sentarse. – dije y jale del brazo de Nijiro hasta sentarnos en un banco.
El vio hacia los lados y quitó su mascarilla, me miró con una sonrisa en su rostro y bajo mi mascarilla; se acerco a mí y dejo un pequeño beso en la comisura de mis labios.
– ¿No te preocupa que alguien nos vea? – cuestionó él.
– No me importa, si alguien nos encuentra lo mataremos y lo enterraremos. – dije divertida.
– Estás loca.
Chasquee la lengua y lo miré con una ceja arqueada.
– Pues loca te guste.
– Tienes razón. – me rodeó con sus brazos en un abrazo caliente.
Estiré mis pies completamente en el banco dejando mi cabeza en el regazo de Nijiro, ahora mi vista estaba totalmente fija en el cielo, me brindaba la fuerte luz de la luna junto a las estrellas.
– La luna se ve... Espectacular. – sonreí.
– Como tú.
Su dedo índice recorrió el arco de mi nariz, llegó hasta mi cuello y bajo su cabeza hasta llegar a mis labios y atacarlos ferozmente. Me separé de el con una sonrisa, buscando que el oxígeno llegará a mis pulmones después de la falta que me había hecho entre el beso.
Comenzó a hacer mimos sobre mi cabeza, jugando con mi cabello suavemente de manera cariñosa.
–Si fuera la luna, esperaría hasta la noche y me quedaría hablando y cantando para ti.
– Si fueras la luna, te diría todas las noches lo mucho que te amo.
– Todo eso ya lo hacemos. – reímos.
– Si, te amaría aunque fueras una cucaracha. – hice una mueca de asco.
– Creo que me matarías.
– No, me da asco matar cucarachas.
Los insectos y yo somos enemigos, o algo así, me dan bastante asco, provocan una sensación de inquietud en mí.
– ¿Nos vamos ya? – preguntó y yo negué.
– Hace un lindo clima y el cielo está hermoso, es el momento perfecto para pedirte que te cases conmigo. – dije viéndolo.
– El que pide eso es el hombre.
– Uy no, te pusiste machista. – rodeé los ojos. – Si yo quiero te pido matrimonio, no tiene nada de malo que la mujer de la iniciativa.
– Era broma, te alteras por cualquier cosa, dramática.
Puse mi mano en mi pecho y puse cara de indignada.
– ¿Me dices dramática?
– Si. – apretó sus labios conteniendo la risa.
Golpeé su hombro y lo miré con un falso enojo.
– Me encantas Yuri.
– Y tú a mí, Jiro.
Me levanté del banco y estiré mis brazos y piernas. Me senté sobre sus piernas y lo rodee con uno de mis brazos, con mi mano libre puse su barbijo al igual que el mío.
– Ya me está dando sueño.
Talle mis ojos.
– Te voy a cargar, pero no te duermas.
Yo asentí. El se puso de pie y yo igual pero en el banco, se agachó un poco y me subí encima de su espalda con cuidado. Comenzó a caminar mientras yo movía mis pies feliz. Tome su cabeza entre mis manos y la bese.
– Harás que no caigamos. – dijo él.
– Deja de quejarte.
Llegamos al ascensor y ahí me bajo, tome su mano y me aferre a ella como si de eso dependiera mi vida. El sueño estaba controlandomé y lo único que quería era tirarme a la cama y dormir.
– Ya casi llegamos.
Camine con pereza con la cabeza baja por el sueño, sólo seguía el agarre de Nijiro. Abrió la puerta y yo entre corriendo.
Me quite la ropa y me puse la pijama, Nijiro estaba recostado del marco de la puerta observándome.
– ¿Qué me ves? Pervertido.
– Tu eres peor.
Mientras él se cambiaba la ropa yo me acomodaba en la cama junto a unos cuantos peluches que me había regalado mi lindo novio.
– Tiraré a la basura esos peluches.
Lo mire enojada y negué. – Que no se te ocurra porque te corto la cabeza.
Hice una seña con mi mano.
El se acostó a mi lado. Me acerqué a él y me acosté en su pecho, su mano acariciaba mi espalda mientras tarareaba una melodía bastante tranquila y relajante.