Lidia.
Desde hace una semana mi padre andaba raro, alterado, no entendía que había pasado para que esté de esa forma pero no quería agobiarlo más de lo que ya estaba así que lo deje tranquilo.
A pesar del cambio de actitud de mi padre en el pueblo todo seguía normal, por la mañana salía a buscar el pan y desayunaba con mi hija, después la acompañaba hasta el jardín, me iba para el taller y si tenia la suerte de no salir tarde de trabajar la iba a buscar para ir a casa y aprovechar de lo que quedaba de la tarde juntas.
Hoy estaba siendo uno de esos días, solo que con algo diferente esta vez, y eso era el auto sumamente costoso que estaba viendo mientras salía del taller para ir a buscar a Gabi, pero que belleza de auto, en el pasado hubiese dado mi alma por uno así
Esta en frente del portón del taller justo por donde estoy saliendo así que al pasar por su lado doy ligeros toques al vidrio polarizado, este se baja apenas un poco, solo puedo ver el cabello castaño de la persona.
—Hola bienvenido al Buen taller de los Wolfe's -digo tratando de ser buena empleada a pesar de mi fastidio por no poder hablar sin un vidrio de por medio.
—¿Puedo ayudarlo en algo?—¿Usted trabaja aquí? -dice de forma algo despectiva, pero que sorpresa es un hombre.
—Si yo trabajo aquí, por algo le pregunte si necesita algo -genial, ya estaba de mal humor.
—Estoy buscando a Arthuro Wolfe -dice tranquilamente.
—Claro, pase tranquilo él esta en el taller, pídale a alguno de los trabajadores que le avise.
No contesta, solo se limito a subir el vidrio y arrancar el auto.
—Si, de nada idiota, no es molestia -dije fastidiada al aire.
Tratando de que su falta de respeto no afecte a mi día me dirigí a paso rápido al jardín donde esta mi niña, le prometí que iriamos por unos postres a la pastelería, así que cuando llegue estuve un poco desconcertada al verla con los ojos rojos e hinchados, había estado llorando.
—Cielo, ¿Qué pasó? -pregunte mientras le limpiaba las lagrimas, es inexplicable lo que mi corazón duele al verla así.
—No quielo, mami, ya no quielo venir más -dice entre hipos debido al llanto. —Son malas.
Al escuhar sus palabras miles de situaciones se me cruzaron por la cabeza y me siento enferma, prometí cuidarla de todo mal, cosa que es imposible, lo se, pero de igual manera.
Sintiendo que mi sangre hierve por el enojo, la alzo entre mis brazos y ella esconde su cabezita en mi cuello, me encamino hasta el interior del establecimiento y entro en el pequeño edificio que tienen, más vale que tenga una respuesta a esto porque estoy a nada de perder la cabeza.
—Señorita Wolfe... -trata de hablarme una de las maestras pero la ignoro completamente, no quiero hablar con ninguna de ellas, iba a ir directamente a hablar con la directora del jardín y me iba a escuchar.
Impaciente golpeó la puerta de su despacho, hasta que escucho un "adelante" entre echando humo por las orejas pero la confusión tomo pasó en mi sistema al ver a tres niñas, junto a sus madres y la directora.
—Pasa Lidia, necesitamos tener una charla. -habla tan tranquila que mi frustración crece.
—Cuando llegue aquí mi hija estaba llorando, espero tener una respuesta a esto. -dije molesta.
—Claro, por eso estamos aquí -dice como si tener a una niña llorando con todas sus fuerzas fuera normal.
Y no lo es, al menos no con mi niña, nunca la había escuchado llorar de esa forma y estaba rompiéndome por dentro.
Al ver que no me iba a sentar empezó a hablar.
—Gabriela le a dicho a la maestra que las chicas -hizo una pausa y señaló a las niñas que estaban sentadas junto a sus madres. —La estaban molestando, pero al hablar con ellas me dijeron que solo estaba jugando.
—¿Así? -dije enojada. —¿Ahora los juegos consisten en hacer llorar a los demás? No me había enterado.
—Señorita Lidia, cálmese...
—No, no me calmo nada, estas niñas están molestando a mi hija sin razón alguna, no pida que me calme cuando no hacen nada, ni en el jardín, ni en sus casas -termine con una mirada despectiva hacia las madres quienes parecían ofendidas, no hace falta decir que me importo un comino.
Luego de un rato se llegó al acuerdo de que las madres iban a hablar con sus hijas para que dejaran a la mía en paz, no estuve conforme con ello pero no puedo hacer más que esperar para ver si no vuelven a molestarla, si lo hacen no volveré a pisar este establecimiento otra vez y les dejaré "lindo deseos" a la dirección y a las madres.
Luego de eso, Gabi solo quiso irse a casa, me dolía el alma verla tan decaída, hasta el momento no hable con ella porque no había dejado de llorar en todo el camino, pero al ver que estamos a unas cuadras de llegar a casa le hablé.
—Tranquila, cielo ¿Quiéres decirme que fue lo qué pasó? -digo mientras le hago mimos, tiene su cabeza apoyada en mi hombro.
Ella no emite ninguna señal así que me detuve a unos metros de la casa y la dejo en el piso, me arrodillo hasta estar a su altura y pongo mis manos en sus mejillas que junto a su nariz están sonrojadas.
—No voy a retarte, mi vida, solo quiero saber que paso -le habló bajito mientras paso mis manos por su cara, limpiando sus lágrimas. —Así buscamos una solución juntas.
Ella trata de hablarme pero debido a sus hipos no logro entender nada de lo que dice.
—Vamos a calmarnos primero ¿si? -digo tratando de que regularice su respiración, luego de lograrlo ella habla por fin.
—¿Pol qué él no me quiele? -dice lentamente, mirando hacia el piso.
—¿Él? -pregunto confundida. —¿Quién es él?
—Mi papá -dice de forma bajita, aún así la escucho a la perfección.
Mi mundo se detiene, el calor abandona mi cuerpo y no sé que decirle.
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En aquel pueblo (En Proceso)
RomanceSi Ethan Hebert quiere correr su más importante temporada de carreras de automóvilismo tendrá que ir a aquel pueblo en donde vive el mejor amigo de su padre, uno de los mejores jefes de equipo y ex corredor, pero hacer que él maravilloso Arthuro Wol...