Desde que el fútbol para 𝗣𝗮𝗯𝗹𝗼 𝗚𝗮𝘃𝗶 se convirtió en una constelación de posibilidades, su vida se convirtió en un espectáculo cautivador para los insaciables ojos de la prensa; y los amateurs embelesados, con la intención de conocerlo más...
No hacía falta romper el silencio, solo nos condenábamos con las miradas.
Solté la mitad del aire de mis pulmones y conté hasta diez. Sin embargo, era en vano, porque aunque intentase, él... Gavi, seguía ahí, sentado enfrente de mí.
Y yo solo podía preguntarme...
¿Qué es lo que hice para merecer esto? Cuando intenté, demasiado, evitarlo a toda costa.
Pero eso fue lo de menos. Debería rebobinar para contarles cómo terminamos encerrados.
Ese momento fue como una imagen ajustada en el visor de una cámara fotográfica.
Mi realidad se había convertido en una pesadilla. En fin, era una alarmante aturdida, asimilando escenarios y ninguno me entraba en la cabeza...
"Estarás con Gavi."
Inexcusable .
¿Cómo alejar a Gavi en todas las realidades?
Sencillo, eso no pasa.
Yo iba a ser incapaz de refrenar esto. Incontables cosas no pasan porque sí, está era una de ellas.
Mi hora antes de ir al predio constaba de canales de fútbol, mate y lectura. A no ser que tuviera un recordatorio de ir a la cafetería donde siempre con los chicos. Eso, sin olvidar que me preparaba con prisa los últimos quince minutos que tenía.
Todo a último momento y no le agarro el gustito a madrugar. A veces la superioridad estética de tomar la mañana me da pereza.
—Se me está haciendo tarde, me tengo que ir.
Mi mamá, había hecho videollamada para darme tips y precauciones sobre cómo sobrevivir las peores partes de adaptarme a los cambios matutinos. Los últimos cinco minutos que tenía para vestirme apresuradamente, me puse como pude un suéter negro, una gorra gris y unos pantalones negros; holgados. Mientras ella echaba un párrafo.
