Capítulo Uno

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24 de octubre de 2024.

Un coche de color amarillo y aparentemente antiguo conducía en dirección norte por alguna carretera de los Estados Unidos. La oscuridad se cernía ante el vehículo. Eran altas horas de la noche. La radio estaba encendida y sonaba música, la habían puesto hacía un rato para matar al incomodo silencio.

-La verdad que ahora mismo me comería una hamburguesa -dijo Tim, en el asiento del copiloto. El joven de diecisiete años y pelo teñido de rosa era adicto a la música rock y la comida basura.

-¿En serio? -preguntó Steve, el mayor del grupo, con dieciocho años y persona encargada de llevar el volante.

-Y tan en serio, Steve. Tan solo piénsalo, una buena hamburguesa, con sus patatas fritas grasientas y recién hechas, con una Coca-Cola o una cerveza bien fría y la créme de la créme: dos carnes, bacón, lonchas de queso y un buen puñado de kétchup.

-La verdad es que diciéndolo así...

-¿A que sí? Se te hace la puta boca agua.

-¿En serio estáis hablando de hamburguesas? -preguntó Brandon desde atrás, quien como Tim tenía diecisiete años, y eso era todo en lo que se parecían. Pues Brandon tenía el pelo castaño tirando para negro y algo largo, su gusto musical era completamente aleatorio y no apreciaba el hecho de comer basura en exceso-. Me estoy desangrando.

Su ropa estaba empapada de sangre y en su hombro derecho tenía una herida de bala.

-Efectivamente, te estas desangrando tú, no yo -dijo Steve-. Yo me estoy muriendo, pero de hambre y estoy hasta los huevos de conducir. Llevo así horas.

-Pues según este mapa en cinco kilómetros hay un restaurante -dijo Mireia, la chica del grupo, también con el pelo teñido, aunque en este caso de azul.

Cierto era que el mapa indicaba un restaurante, pero había estado durante tanto tiempo en la guantera del vehículo que solo Dios podía saber si esa información era fiable.

-Como no sea verdad me pegare un tiro -dijo Steve-. Y como sea verdad y esté cerrado me pegare dos.

-Pues como no lo hagas con alguna de las ramas que hay por el suelo lo vas a tener jodido -rio Tim.

-En la guantera hay una pistola. Mireia la habrá visto al coger el mapa.

Mireia asintió pese a que nadie le prestaba atención.

-No me jodas, Steve -dijo Tim-. ¿Por qué coño llevas una pipa en el coche?

-Es de mi padre -explicó él-. Y mi padre es poli, y el coche es suyo, así que ya te puedes imaginar como todo se conecta.

-Sí, creo que veo como todo se conecta a la perfección.

Steve puso los ojos en blanco.

-Capullo.

Tim soltó una carcajada.

-Pues como tu padre tenga otra de esas en casa y te esté buscando... la cosa va a ser graciosa.

-¿Sabes lo que no es gracioso?

-Sorpréndeme con tu sabiduría -instó Tim.

-Tú.

-Oh venga, me han dicho eso demasiadas veces. Un poco de originalidad, Steve.

-¿Y por qué será que te lo repiten tanto?

Tim se encogió de hombros.

-Envidia -afirmó.

Steve puso nuevamente los ojos en blanco. Brandon gimió del dolor en el asiento de atrás.

Los Hijos del TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora