Capítulo Veintidós

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Tierra A. Hace dos años.

Brandon se encontraba en la cama con su novio de aquel entonces, Marlo. Lo había conocido meses atrás y habían congeniado desde un primer instante.

Según Brandon, mirar a Marlo era una completa maravilla visual. El chaval tenía los ojos marrones café con leche, una mandíbula definida, pelo largo y rizado, y una de esas sonrisas de las que te puedes esperar cualquier cosa.

-Te quiero -dijo Marlo.

Brandon rio.

-Y yo a ti.

-¿De qué te ríes?

-Nada, no sé, no me lo esperaba.

-Dicen que las mejores cosas llegan cuando menos las esperas.

Brandon volvió a reír. Marlo rio con él. Se besaron, y en ese instante su padre entró.

La cara de Ansel se convirtió en la más clara representación de la ira y el asco. Les pegó un grito. Ambos se asustaron, Brandon se quitó a Marlo de encima.

-¿Es que no sabes llamar? -le replicó a su padre.

Ansel miró a Marlo.

-Fuera de mi casa.

Marlo salió corriendo. En cuanto la puerta de la casa se cerró, Ansel le cruzó la cara a Brandon con tanta fuerza que lo lanzó contra la cama.

-Tenías que salirme maricon -le dijo luego del golpe.

-¿Quién coño te crees que eres? -preguntó Brandon reponiéndose del golpe.

-¿Qué quien coño me creo que soy? Tu padre, niñato malcriado, y no quiero volverte a ver besando a un hombre.

-¿Qué te importa lo que yo haga con mi vida? -replicó Brandon con un tono de voz que su padre no podía permitirle, pero que en ese momento lo dejo pasar.

-Folla con mujeres ostia -dijo Ansel dándole un golpe con el dedo en el pecho-. Como todo el mundo, que para eso las trajo Dios al mundo. Follarse a hombres... no existe nada más asqueroso. No me creo que seas mi hijo.

-Pues sí, lo soy, quizá sea hereditario.

Ansel volvió a cruzarle la cara, aunque esta vez no lo lanzo contra la cama.

-Controla tus palabras, chaval.

Brandon se quedó mirándole durante unos instantes a los ojos.

-Normal que mamá se quitase la vida -dijo finalmente-. Eres de lo peor, nadie en su sano juicio podría aguantarte.

Brandon se arrepintió de esas palabras nada más pronunciarlas. Antes de poder decir nada que lo enmendase (si es que algo podía hacerlo), Ansel se desabrochó el cinturón, con el que comenzó a azotar a su hijo.

Estuvo durante casi dos minutos haciéndolo sin parar, dejándole los brazos, la cara, la espalda y las piernas marcadas a Brandon, quien se aguantaba los gritos de agonía que los golpes le provocaban. Sabía que de quejarse su padre lo azotaría con más fuerza, pues según él, su hijo debía ser fuerte y aguantar los golpes que le diese la vida.

Los azotes cesaron, Ansel se fue sin decir nada. Brandon se quedó durante varios minutos llorando en la cama (tratando de hacer el menor ruido posible), hasta que le dio por levantarse e irse.

Ando por la calle en busca de Marlo, a quien no encontró.

Normal, pensó Brandon, yo en su lugar no volvería a hablar conmigo en la vida.

Siguió andando, sin rumbo alguno, tan solo quería estar fuera de su casa. Ni se atrevía a llamarla hogar. Un hogar no podía ser un infierno.

Terminó por llegar a un parque, en donde vio a una chica tumbada sobre el césped, contemplando las estrellas. Una chica que le resultaba familiar.

-¿Laura?

Laura dio un respingo, se giró y vio a Brandon, en camiseta y pantalones cortos (pese al frio que hacía) y con la piel llena de heridas.

-¿Brandon? -se sorprendió Laura poniéndose en pie-. Oh, Dios mío ¿Qué te ha pasado?

-Nada importante.

-¿Nada importante? ¿Te has visto?

Brandon no respondió.

-¿Quién ha podido hacerte algo así?

-Mi propio padre.

Laura no supo que decir.

-¿Puedo sentarme? -preguntó Brandon.

-Claro.

Ambos se sentaron.

-¿Tu qué haces aquí? -preguntó Brandon.

-Me aburría en casa.

Brandon esbozó una ligera sonrisa.

-Un gran motivo.

-¿Verdad? -rio Laura.

-Yo desearía poder aburrirme en mi casa, en vez de querer escapar de ella.

Laura trató de consolarlo apoyando su cabeza en el hombro de él.

-También desearía poder cambiar mi vida -dijo Brandon-. Que todo fuese de otra forma, que no tuviese que pasar por esto. ¿Tú lo harías?

-¿El qué?

-¿Cambiarias tu vida?

-Lo dudo, me gusta mi vida y todo lo que tengo en ella.

-Y en caso de poder ¿cambiarías el mundo?

Laura permaneció en silencio durante varios segundos.

-¿Quién no?

Los Hijos del TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora