Capítulo Veintitrés

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Tierra B. Presente.

-Le voy a pedir -dijo Abby-, que la próxima vez que quiera verme: avise. Así se ahorra el tener que agredir a varios de mis agentes. Algo así podría costarle la cárcel, pero no en esta ocasión, porque entiendo su situación señor Reinhart.

-Gracias -dijo Dan.

Abby sirvió dos tazas de café y le dio una a Dan. El hombre tenía varias heridas causadas por los guardias, aunque ninguna era grave. Abby se sentó en una silla frente a él.

-¿Se sabe algo de Vanya? -preguntó Dan tras dar un sorbo al café.

-Ojalá pudiera decirle que sí. Créame, ojalá.

Dan suspiró.

-Es una buena chica ¿sabe?

-No me cabe duda de ello -consoló Abby.

-No se merece nada de lo que le ocurre -sus ojos se pusieron llorosos-. No le ha hecho nunca daño a nadie.

-A la vida eso no parece importarle.

-¿Cree en Dios?

-De creer en Dios lo habría mencionado a él en vez de a la vida.

-¿Y cree en algo superior?

Abby tardó en responder.

-Hay días y días. En ocasiones creo que no, que nuestras vidas no están predestinadas, en otras, sin embargo, creo que sí, que existe algo que maneja los engranajes de esta gran maquinaria.

-Yo no creo en nada -afirmó Dan-. De existir un ser todopoderoso... no lo permitiría. No permitiría que malas personas sean capaces de hacerle daño a las buenas.

Abby frunció el ceño.

-¿Quiere llegar a algún lado? -preguntó.

-La verdad es que sí. Me gustaría denunciar una violación.

Abby parpadeó. Esperaba de todo menos eso.

-¿Una violación?

Dan asintió.

-¿Qué violación?


Las sirenas y luces de los coches de policía llamaron la atención de todos al pasar. Quedaban mirando confusos y expectantes a los cuatro coches que circulaban a alta velocidad.

Al cabo de unos minutos llegaron a su destino. Cuatro coches de policía se detuvieron ante la casa los Taylor. Su mujer, Lena Taylor, abrió la puerta, sin lograr comprender lo que estaba pasando. Antes de poder pedir explicaciones seis agentes se abrieron paso, buscando a Tom por todos lados. Uno de ellos lo pilló escapando por la parte de atrás, tuvo que darle con el TASER para que no huyera.

-Tom Taylor -dijo Abby poniéndole las esposas-, queda detenido por la violación de Vanya Reinhart.

Tom soltó todo tipo de insultos de camino a la Agencia. Allí fue llevado a una sala donde pocos tenían el placer de estar.

-No podéis demostrar nada -dijo Tom, con las manos esposadas a la mesa.

-No -admitió Abby-. Pero hasta que podamos dormirás en el calabozo.

-¿Y si soy inocente? Estarías encerrando a un inocente.

-No podré demostrarlo, pero sé que no eres inocente.

Tom no dijo nada. Abby sonrió y se puso en pie, no tenía intención de irse, pero sabía que eso haría a Tom hablar. Y así fue.

-Ella también quería -dijo Tom.

Abby se giró.

-¿Qué?

-Ella también quería follar.

Abby frunció el ceño.

-Eso no te da derecho a violarla.

-¡No la violé!

-¿Puede demostrarlo?

-¿Qué? ¿Cómo que si puedo demostrarlo?

-Es una pregunta sencilla, Tom. ¿Puede demostrar que no violo a Vanya Reinhart?

Tom se quedó en silencio.

-En ese caso...

-¡Tú tampoco puedes demostrar nada!

-Efectivamente, pero el padre de la joven te ha acusado de haberlo hecho, por lo que mi trabajo de ahora en adelante es vigilarte, y tratar de averiguar si la acusación es cierta. En caso de no serlo, quedarás en libertad y Dan Reinhart será encerrado en tu lugar, y en caso de sí serlo, me aseguraré de que pases el resto de tu vida entre rejas.

Sin amago en esta ocasión, Abby se fue de la sala, ordenando a los guardias de la entrada el encerrar a Tom. Tras eso, fue con Patrick, quien se encontraba trabajando en la máquina.

-¿Estas bien? -preguntó él al verla llegar.

-Sí, tranquilo.

Patrick asintió.

-¿Cómo vas con la maquina? -preguntó Abby.

-Podría ser peor.

-Que consuelo tan malo.

Patrick rio.

-En no mucho podría estar lista -explicó.

-Genial. Tenemos que traer a esos críos de vuelta.

-Y eso haremos, porque es a los que nos dedicamos, a salvar vidas.

Abby le miró.

-Los traeremos de vuelta, te lo prometo.

Abby sonrió.

-Gracias.

-¿Por qué? -se sorprendió Patrick.

-Por jamás perder la esperanza.

Patrick volvió a reír.

-Que ocurrencias tienes, Abby.

Abby puso los ojos en blanco.

-Trabaja, anda.

-Sí, señora.

Los Hijos del TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora