Capítulo Veintinueve

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Brandon y compañía se dirigían hacia su destino.

-¿Crees que esto saldrá bien? -le preguntó Steve a Brandon.

-Eso espero.

-¿Y si no?

Brandon se encogió de hombros.

-Nos las apañaremos. Se nos da bien.

Steve sonrió.

-Eres de lo que no hay.

Brandon también sonrió.

-¿Sabes algo gracioso? Desde que nos conocemos no hemos hecho más que ir de problema en problema.

-Poco hemos sabido valorar ese año en Tierra B.

-Y tanto. Y eso que técnicamente también era un problema.

-Cierto.

Ambos rieron.

-¿Crees que algún día nuestras vidas volverán a ser normales? -preguntó Steve.

-Lo dudo mucho, amigo mío, lo dudo mucho. La normalidad salió de nuestras vidas el día que nos topamos con esas pastillas.

-Y que lo digas -bufó Steve.

-Pero bueno, como dijo Tim, mientras nos tengamos los unos a los otros...

-Maldito Tim, cuando quiere es un genio.

Brandon rio.

-Uno incomprendido.

-Tampoco nos vengamos arriba -replicó Steve.

Brandon volvió a reír.

-Voy a ver como esta Mireia -dijo Steve.

Brandon asintió.

Tim y Laura iban agarrados de la mano, unos metros por delante del resto.

-Recuerdo esa noche en la cafetería -dijo Tim-. En la que vinimos a este mundo, que me dijiste que no sabias porque accediste a salir conmigo.

-Te estaba vacilando, estúpido -respondió ella.

-Ya, ya, pero, a decir verdad, yo tampoco sé que porque accediste a salir conmigo.

Laura rio.

-Va totalmente en serio -dijo Tim.

-Accedí porque sé que te importo, Tim. Porque te preocupas por mí, porque me escuchas cuando lo necesito, porque sabes que a veces me dan rabietas y en vez de enfadarte conmigo intentas calmarme. Todo eso lo hacías sin que fuésemos pareja, y por lo tanto sabía que lo seguirías haciendo en caso de que si lo fuésemos. Y tenía toda la razón, lo sigues haciendo, y aun por encima, elevado a la décima.

Tim sonrió.

-Y porque siempre me haces reír, da igual el momento o el lugar, siempre lo logras.

-¿Alguna vez te he contado el porqué de eso? Por qué siempre hago chistes, hasta en el peor de los momentos.

Laura giró los ojos, pensativa.

-No.

-Bueno, como sabrás, mis padres murieron en un accidente de tráfico.

-Sí... ya te dije cuanto lo lamentaba.

-Mi madre siempre decía que la vida es mejor cuando sonríes. Que cuando eres capaz de reír hasta en el peor de los momentos es cuando más feliz eres. Recuerdo que un día, cuando tenía unos siete años, unos chavales se estaban metiendo con un crio de mi clase. Yo no conocía de nada a ese crio, pero llevaban un rato molestándole, empujándole e incluso dándole algún golpe. Por lo que me acerqué y les pedí de forma no muy amable que le dejasen en paz. Y lo hicieron, aunque fue para meterse conmigo. Cuando llegue a casa tenía la cara llena de golpes y la ropa de tierra. ¿Sabes que hizo mi madre en cuanto me vio? Me quitó la ropa y me lavó. Cuando ya estaba completamente limpio fue que decidió preguntarme que había pasado, yo se lo expliqué y ella me dijo que había hecho lo correcto. Tras eso me dijo que sonriese, que la vida me daría más golpes a lo largo del tiempo, y que por cada golpe que me diese, yo debía sonreír con más fuerza -se quedó callado por un momento-. Una semana después tanto ella como mi padre murieron.

Laura frenó, haciendo frenar también a Tim. Se giró y lo miró a los ojos.

-Estarían orgullosos de ver quién eres a día de hoy, Tim. Tanto como lo estoy yo. Te quiero.

-Y yo a ti.

Se besaron.

Llegaron a su destino. La comisaria.

-Disculpe -le dijo Brandon a uno de los agentes-. ¿Podría hablar con su superior?

-Ahora mismo se encuentra ocupado -respondió el agente.

-Dígale que la información que tengo le interesa.

El agente escrutó a Brandon.

-¿Tú?

-¿Puede decírselo o no?

El agente resopló y se marchó.

-Creo que no va a volver -dijo Tim pasados unos minutos.

Justo en ese instante el agente volvió.

-Que oportunista.

-Puedes pasar -le dijo a Brandon-. Pero solo tú, el resto aquí se quedan.

Brandon miró a sus amigos y luego volvió a dirigir su mirada al agente, asintiendo con la cabeza. El agente se llevó a Brandon a un despacho. Allí había un hombre.

-Muy buenas -dijo el hombre-. Hugh Ransom.

Le tendió la mano.

-Brandon Smith -respondió devolviéndole el gesto.

-Mi compañero me ha dicho que posees información que me interesa.

-Creo que le puede interesar, sí.

-¿Y qué tipo de información es?

-Relacionada con el monstruo y la chica que habéis encontrado -dijo Brandon sentándose en una silla-. Ambos muertos.

Hugh palideció por un instante.

-¿Cómo sabes...?

Brandon se le quedo mirando sin decir nada. Hugh se sentó en su silla.

-Te escucho, Brandon Smith.

Los Hijos del TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora