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Jack seguía dandole vueltas al asunto, no entendía por que de repente este hombre le habló y por que de repente se sentía ansioso. Tomó la cerveza que le ofreció Gabriel, deliciosa y espumosa como a el le gustaba. Se percató que la mirada curiosa de Gabriel le invadía el rostro.
—Tu voz me suena familiar..Pero no sé de dónde.— Dijo el de ojos oscuros, aún con la mirada fija en Jack. Este giró un poco la cabeza para encontrarse con los ojos de Reyes
—No recuerdo haberte visto nunca, tal vez te confundiste— Contestó el rubio. Ambos no dejaban de mirarse, Jack sentía que las mejillas lo quemaban y los nervios se elevaban cada vez más y más, realmente se notaba que estaba ansioso. En cambio, Gabriel, estaba de lo más tranquilo y su expresión estaba relajada.
Un rato más tarde, ya sabían algunas cosas del otro, como su edad. Pero con el tema de su ocupación profesional, ambos mintieron. Jack dijo que trabajaba en una florería y Gabriel que era camarero en una pequeña cafetería.
—¿Jardinero? Tenías mas la pinta de ser un militar- Expresó Reyes, asombrado por la respuesta de Jack.
—¿Y vos? ¿un mesero? Claramente no tenes ese perfil- Ambos rieron, aun que en el fondo sabían que lo que habían dicho no era cierto.
Andar difamando que sos un asesino tampoco es buena idea, y decir que sos un soldado...Bueno, es mejor pasar desapercibido.

La luna cada vez brillaba mas, las horas pasaban, la conversación era fluida pero lenta y Jack aun se sentía raro, un cosquilleo le molestaba el cuello. Definitivamente algo le estaba pasando, no sabía si era bueno o malo, pero quería que terminase ya. El bar cada vez iba quedando más vacío, hacía frio, las ventanas estaban abiertas de par en par dejando correr una helada brisa. Ambos compañeros salieron del bar, los dos con una gran sonrisa. Se quedaron apoyados en una de las paredes del lugar. Seguían hablando y hablando, nadie los paraba. Gabriel sacó de su bolsillo una caja de cigarros y encendió uno, le ofreció a Jack pero este se negó, había dejado de fumar desde que había entrado a Overwatch.
Ambos compartían experiencias de vida y demás, hasta que algo congelado y blanco tocó suavemente el rostro del rubio. Efectivamente, estaba nevando.
Reyes abrió los ojos como platos, le encantaba la nieve

—Wow, hace mucho no veía nieve, la extrañaba- Mencionó Reyes y a su asombro lo acompaño la risa de Jack.
—Y yo solo traigo una camisa, creo que voy a helarme aqui mismo—
Gabriel lo miro, Morrison se cubría sus propios hombros con sus manos y Gabriel soltó una risita leve, de simpatía.
—Ten— dijo, extendiéndole una campera negra con una calavera en la espalda.
—Gracias, no hacía falta.— Agradecido, se puso la prenda que le habia ofrecido Reyes.
—Claro que sí.
Se observaron un momento, con los ojos cristalizados, parecia que sus miradas absorbían al otro poco a poco.

—Eeh, bueno. Yo ya me tengo que ir, cosas de jardinería.- Apresuró a decir Jack.
Gabriel río
—Esta bien, yo también tengo que irme después de todo. - Se sonrieron, y Morrison se quitó la campera para devolversela al compañero.
—Quedatela, yo tengo frío pero tampoco tanto como vos tenés.
—No, como podría, además
Cuando te la devolvería? - Le dió la campera en la mano a Gabriel.
—Cuando volvamos a encontrarnos
—¿Volver a encontrarnos? - Preguntó Jack.
—Te parece vernos mañana a la misma hora? En este mismo bar?
El rubio se sorprendió, no esperaba escuchar esa propuesta. Aun que lo haya descarrilado un poco, le pareció buena idea.
—Okey, me parece bien, mañana te daré la campera
—Genial - Le proporcionó a Jack, dos suaves golpecitos en el hombro como forma de despedida. -Adios.
—Adios— Aseguró Morrison, devolviéndole el saludo a su igual.
Dieron media vuelta y tomaron caminos diferentes.
Jack llegó intentando hacer el menos ruido posible para no despertar a nadie.

Para su sorpresa, ahí estaba Angela. Esperandolo sumamente preocupada.
—¡Jack! ¿Dónde te habías metido? - Preguntó Mercy, exaltada.
—¡Angela! Que susto, lo siento. Había salido a dar una vuelta.
—¿A las 4:37 de la mañana?
—¿Que? Ah, si, por supuesto.
—Jack Morrison, ¿dónde estabas? ¿Sabés lo peligroso que es andar por ahi? Te pueden reconocer.
—Nadie me reconoce sin mi máscara, Angela.
—No importa es peligroso, ¿qué tal si ese tipo con esa sombra te andaba persiguiendo? Es un gran peligro.
—Lo sé Angela, ya sé que es complicado salir, con o sin máscara. Pero la realidad es que era mi tiempo libre y decidí aprovecharlo, no me iba a quedar acá todo el dia ¿o si?
—Esta bien Jack, ahora, a la cama ya. -

Morrison se desplazó a hurtadillas a su habitación y cerrando la puerta con mucho sigilo. Había llegado muy tarde, pero es que el tiempo volaba y tampoco le había dado mucha importancia al tiempo que digamos. A Jack le recorría una sensación de felicidad y eufória por su encuentro con ese tal Gabriel. Se sentía acalorado por sus mejillas, se miró al espejo y estaba tan rojizo, como un rubí. Fue al baño y se tiró un poco de agua fría en la cara, así, por lo menos, podría estar un poco mas fresco.
Se quitó sus prendas y se puso su pijama, bueno, mas que pijama era solo una remera y un short. Se acostó y dejó que el sueño siguiera su curso.

El amanecer se mostraba con hermosos colores anaranjados y amarillos, el sol poco a poco se elevaba hasta el punto más alto del cielo y Jack yacía en su cama, despertando lentamente. Al abrir sus ojos por completo, se sentó calmadamente en la cama mientras refregaba sus ojos por el cansancio, los rayos de luz del día le llenaban completamente la cara, cosa que no era de su agrado por lo cual se levantó y cerró las persianas. Miró su escritorio, su silla estaba cubierta por un pedazo de tela negra con una calavera estampada por detrás.

Aún patidifuso por lo que había sucedido ayer, empezó a recordar las secuencias exactas de como un desconocido que se hacía llamar Gabriel Reyes le daba su campera gracias a la suave ventisca que había por la nieve, recordó también los nervios que sintió en aquellos momentos donde su presencia era acompañada por la de Gabriel, a lo que le siguió el pensamiento de que Reyes le había dicho de volver a encontrarse a la noche del día siguiente. O sea, hoy. Al estar consciente de todo lo sucedido, se quedó turulato. Le costaba entender como se había dado todo eso, pero se había dado y tenía que estar presente esa noche, o no.

La Noche Es NuestraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora