Prólogo: La Puerta.

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(Nota del autor: Gordon Freeman aún sigue en estado de suspensión por el G-Man y los sucesos en Half Life 2 sucedieron de manera diferente, por qué es una línea del tiempo alternativa. También aviso que usare mucho la distorsión de la perspectiva causada por el miedo.)

Ubicación: La Tierra, en Ciudad 17.

Tras los tumultuosos eventos del levantamiento rebelde, las esperanzas de libertad se desvanecían con cada nuevo estruendo de la artillería Combine. Las formidables fuerzas transhumanas de Overwatch, investidas con la tarea de someter a la población humana, avanzaban implacables junto a las filas de Protección Civil.

En tan solo una semana y media desde el inicio del conflicto, el control territorial de los rebeldes se evaporaba como una gota de rocío bajo el sol abrasador de la supremacía militar Combine. Sus tácticas de guerrilla y posiciones atrincheradas no eran más que parches temporales en una represa agrietada, condenada a romperse.

La ciudad europea se había convertido en un campo de ruinas humeantes y escombros calcinados. El aire estaba impregnado con el acre aroma de la pólvora quemada y el metal fundido. Los disparos incesantes retumbaban en cada callejón, convirtiendo las calles en un laberinto de muerte donde cada sombra proyectada podría ser la última que se viera.

La Resistencia luchaba con dientes y garras, aferrándose a cada centímetro de terreno como un náufrago a una tabla de salvación. Pero sus armas, la mayoria anticuadas o robadas de los soldados de Overwatch y su entrenamiento improvisado no eran rivales para la maquinaria de supresión Combine. Cada vez que un Hunter Chopper o un Gunship caía derribado por las RPGs rebeldes, otros diez tomaban su lugar, como una hydra de acero implacable.

Los edificios que alguna vez albergaron hogares y sueños ahora yacían en ruinas, sus entrañas expuestas al mundo como las vísceras de un animal destripado. Las calles estaban salpicadas de cráteres humeantes, resultado de los incesantes bombardeos de cápsulas de Headcrabs que los Combine lanzaban sobre las posiciones rebeldes.

A medida que el sol se ponía, bañando la ciudad en un manto escarlata, los insurgentes se veían empujados inexorablemente hacia el norte. Cada paso que daban dejaba un rastro de sangre y desesperación a su paso. La sombra oscura de la Ciudadela se cernía sobre ellos, como un monolito silencioso que presagiaba su derrota inevitable.

En la parte superior de la imponente Ciudadela, el Doctor Wallace Breen se encontraba sumido en una tensa conversación mental con uno de los Consejeros. Sentado detrás de su escritorio, sus delgados dedos tamborileaban con inquietud sobre la fría superficie metálica.

Las palabras del Consejero retumbaban en su mente como un eco distante pero implacable. "Tu desempeño como Administrador deja mucho que desear." La voz telepática, carente de inflexión emocional, era un recordatorio constante de las altas expectativas que pesaban sobre sus hombros.

Breen cerró los ojos con fuerza, intentando mantener la calma frente a la creciente marea de estrés que amenazaba con desbordarlo. Inhaló profundamente antes de responder, eligiendo sus palabras con sumo cuidado. "Hago cuanto está a mi alcance, pero la magnitud del ataque sorpresa por parte de la Resistencia nos tomó a todos por sorpresa."

Un leve temblor sacudió su mano mientras se pasaba los dedos por su cabello blanco. "Estamos luchando contra un enemigo que actúa como las cucarachas, se niegan a desaparecer." Su voz, aunque controlada, dejaba entrever una nota de frustración. "No escatimo esfuerzos para demostrar que somos merecedores de ser partes de la Alianza."

Apenas hubo terminado de hablar, una segunda voz telepática se entremetió en la conversación, como una daga afilada que se clavaba en su mente. "¿Es esto todo lo que puedes hacer? La devastación que nos rodea es prueba de tu ineptitud."

GATE: La última oportunidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora