9. Boy, got me walking side to side

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Carmen

Pedri abrió la puerta de su habitación como pudo, porque desde que nos bajamos del coche nuestras bocas no se habían separado en ningún momento.

Siempre había deseado a este chico, pero jamás lo había sentido con tanta intensidad. Ni si quiera ese día del intento fallido, creo que era por el alcohol. El caso es que estaba descontrolada.

No podía despegar mis manos de su cuerpo, le acariciaba el cuello, el pecho, lo hombros, la espalda...mis manos tenían vida propia. Puede que solo tuviera una noche, una noche entera con Pedri sólo para mí. Y tenía claro que la iba a aprovechar bien.

Él fue en que empezó bajando el cierre de mi vestido, dejándome sólo en bragas. Con este vestido no podía llevar sujetador por lo que mis pechos quedaron expuestos.

-Joder...Carmen, eres perfecta-dijo entrecortadamente y con la respiración agitada.

Y sin pensárselo dos veces se metió uno de mis pechos en la boca mientras que con una mano masajeaba el otro. Yo estaba totalmente debilitada, no podía hacer otra cosa que no fuera jadear y tirar de su cabeza para que se acercara más a mí. Cuando bajé la mirada y vi esa imagen me calenté aún más si eso era posible. Le necesitaba ya.

-Estás demasiado tapado-dije mientras tiraba de su camiseta para poder quitársela. Le desabrocho también los pantalones mientras el besa mi cuello.

-Ahora estamos iguales, cariño- me susurra con voz ronca. Con sólo escucharle hablar así podría tener un orgasmo perfectamente.

Quiero seguir desvistiéndole, por lo que me fijo en sus calzoncillos que marcan de forma notoria lo contento que está. Decido jugar un poco con él y paso mis manos por encima de su bulto aún con la ropa interior puesta. Lo que causa que Pedri eche la cabeza hacia atrás relamiéndose los labios.

-No me hagas esto...-dice con desespero- quítamelos ya.

Le hago caso porque yo también estoy deseándolo. Y esta vez no hay interrupciones, ni apariciones inesperadas.

Madre mía, es enorme. Se ve que mi expresiones me han delatado, lo que provoca que él suelte una risita.

Él me coge haciendo que enrolle mis piernas en su cintura y me acuesta en su cama. Una vez tumbada tira de mis bragas dejándonos a los dos totalmente desnudos. Pedri se para unos segundo a mirarme y me da un poco de vergüenza por lo que intento cerrar las piernas, pero él lo impide.

-Eres una diosa, Carmen-me acaricia los muslos mientras sigue hablándome-Me vuelves loco.

-Pedri, te necesito ya- dije excitada.

Él rápidamente cogió un condón de la mesita de noche y se lo puso. Estaba igual de desesperado que yo.

Se colocó en mi entrada y sin previo aviso se introdujo en mí, provocando que ambos soltemos un gran gemido. Él se quedó durante unos segundos estáticos esperando a que me acostumbrase a su tamaño. Y en cuanto ocurrió fue un "no parar".

Salía y entraba de mí muy rápido provocando que me retorciera de placer. Como se nota que es deportista profesional por cómo se mueve, esto es la gloria.

Pedri no estaba siendo nada cuidadoso, esto era sexo salvaje en toda regla y es lo que yo también necesitaba en ese momento. Sin duda se estaba quitando las ganas del otro día. Creo que le debo dar las gracias a Pablo y todo, porque el sexo con ganas acumuladas es infinitamente mejor.

-Dios, sigue- gemí agarrándome a las sábanas.

-Te gusta así, eh- me mira pícaro y aprovecha para morderme los labios y tirar de ellos.

𝐖𝐞𝐥𝐜𝐨𝐦𝐞 𝐭𝐨 𝐁𝐚𝐫𝐜𝐞𝐥𝐨𝐧𝐚© | Pedri González • Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora