Después de 18 años no me creo que por fin esté ocurriendo, no lo había asimilado hasta que no pisé yo misma el suelo de Barcelona, ¡me he independizado!
Aunque no vaya a vivir sola, me hace más ilusión aún compartir casa con mi mejor amigo, Pablo.
Él y yo siempre hemos sido uña y carne, incluso cuando se tuvo que marchar de Sevilla para venir a cumplir uno de sus sueños: jugar para el Barça. Admito que le he echado de menos muchas veces y que he llorado porque la distancia es una mierda, pero entre videollamadas y pequeñas escapadas nada ha cambiado entre nosotros.
Nuestros padres son amigos de toda la vida, Los Palacios y Villafranca es un pueblo en el que todos se conocen. Y a pesar de que la mayoría de amistades forzadas no suelen resultar bien, Pablo y yo congeniamos enseguida.
Los padres de ambos insistieron en que lo mejor sería que viviéramos juntos. Entre otras cosas, porque él es un jugador de primera división y seguía viviendo en la residencia con los pequeños futbolistas de "La Masía". Ya era hora de que madurase un poco teniendo las responsabilidades que conlleva vivir solo. Y para que no fuera un cambio muy brusco nos dejaron que viviésemos en la misma casa, eso y porque los dos somos unos completos inútiles en las tareas del hogar y creo que temían que no sobreviviéramos si estábamos completamente solos.
No me cabe la alegría en el cuerpo cuando veo a Pablo nada más entrar en el aeropuerto, corro mientras voy dando pequeños grititos de loca y me lazo encima suya como un koala llenándole la cara de besos. Le he echado mucho de menos desde que le vi por última vez en agosto por su cumpleaños. Él me devuelve el abrazo y me revuelve el pelo jugando, somos como hermanos.
-Vámonos corriendo, antes de que alguien me reconozca- me dice rápido tirándome del brazo llevándome casi a rastras, mientras se pone la capucha de su sudadera que seguro que cuesta más que mi casa entera.
-Pero que hablas, flipado. Si a ti no te conocen ni en tu casa- le pico- baja esos humos, diva.
Él me mira "enfadado" y me da una patada en el culo jugando mientras replica:- No sé quién me ha convencido de que vivir contigo era una buena idea, eres insoportable.
-¿Quién te ha dicho que venía por ti? Yo sólo vengo para estar con Pedri- suspiro sobreactuando enamoramiento- Desde que te graban cuando le das pataditas al balón te has vuelto muy egocéntrico- sigo metiéndome con él.
Ambos somos culés desde niños, y desde que entró el canario en el equipo me pareció muy atractivo, aunque sólo le viese por la tele. Y cuando le conocí hace un año en uno de los primeros partidos de Pablo como titular, no pude evitar tener un crush con él. Nunca había pasado nada entre nosotros, pero no era ningún secreto para el sevillano que el canario me tenía a sus pies. Además, nosotros nos confiábamos todo y... según Pablo se me notaba a leguas que me moría por Pedri.
-Oye no te pongas ahora a babear por Pedri, que vas a inundar el parking y su coche- dice de lo más tranquilo.
-¿Cómo que su coche? ¡¿Él está aquí?!- empecé a alterarme.
-Sí, me ha traído él- dice igual de relajado.
-Joder, Pablo. Ya podrías sacarte el carnet de conducir- me quejo mientras me voy arreglando el pelo y mirándome en el reflejo de los coches aparcados.
-Ya sabes que no tengo tiempo y mientras me lleven éstos no me hace falta- se encoge de hombros.
Le echo una mirada asesina y me sigo intentado arreglar todo lo que puedo hasta que vemos el Mini verde. Me encanta este coche, es precioso, pero me gusta más el que lo conduce. Me rio yo sola de mi propia gracia y observo como se está bajando para darme dos besos. Ufff está guapísimo.
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𝐖𝐞𝐥𝐜𝐨𝐦𝐞 𝐭𝐨 𝐁𝐚𝐫𝐜𝐞𝐥𝐨𝐧𝐚© | Pedri González • Pablo Gavi
Fiksi Penggemar𝐋𝐢𝐤𝐞 𝐚𝐧𝐲 𝐠𝐫𝐞𝐚𝐭 𝐥𝐨𝐯𝐞, 𝐢𝐭 𝐤𝐞𝐞𝐩𝐬 𝐲𝐨𝐮 𝐠𝐮𝐞𝐬𝐬𝐢𝐧𝐠 𝐋𝐢𝐤𝐞 𝐚𝐧𝐲 𝐫𝐞𝐚𝐥 𝐥𝐨𝐯𝐞, 𝐢𝐭'𝐬 𝐞𝐯𝐞𝐫-𝐜𝐡𝐚𝐧𝐠𝐢𝐧𝐠 𝐋𝐢𝐤𝐞 𝐚𝐧𝐲 𝐭𝐫𝐮𝐞 𝐥𝐨𝐯𝐞, 𝐢𝐭 𝐝𝐫𝐢𝐯𝐞𝐬 𝐲𝐨𝐮 𝐜𝐫𝐚𝐳𝐲 𝐁𝐮𝐭 𝐲𝐨𝐮 𝐤𝐧𝐨𝐰 𝐲𝐨𝐮 𝐰...