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• Capítulo 1 •
La dulce fragancia de rosas recién cortadas fue lo primero que percibí al tomar conciencia, un dulzor agradable que hacía picar mi nariz, después empecé a notar los pasos, iban y venían de un extremo a otro, con un sonido seco al chocar contra el piso, por último empecé a notar las voces, distantes y extrañas, palabras sueltas que aparecían en el aire. «Joselyn, Joselyn, Joselyn», parecían siempre repetir.El sonido del correr las cortinas y la bomba de luz que con el acto entró. Pestañé varias veces antes de poder acostumbrarme a la claridad, las figuras al principio borrosas poco a poco empezaron a tomar forma, una cama gigante de frazadas blancas, a la distancia un par de sillones floreados, un ropero, un escritorio... Una habitación desconocida, ajena.
¡Crackk!
El sonido de la cerámica contra el suelo me hizo dar un respingo, pero parecía que a la persona a la que se le había caído le había afectado mucho más. Era una chica vestida con un largo vestido negro parecido al que usaban las sirvientas en antaño y me miraba con los ojos desorbitados y la expresión congelada.
—Se-se —logró por fin pronunciar —¿Señorita Joselyn? ¡AY POR DIOS! ¡SEÑORITA JOSELYN! ¡MAESTRO! —se marchó gritando por las altas puertas del dormitorio.
¿Quién es Joselyn? Me incorporé sobre el colchón y con esfuerzo bajé mis piernas de la cama, mi cuerpo estaba débil y el dolor de cabeza no aplacaba. Mi mente confusa solo intentaba buscar justificaciones para estar en un lugar como este. Lo último que recuerdo es haber caído enferma luego de tocar ese libro... ¿Será que caí enferma y este es algún tipo de costoso hospital? Ay dios, no quiero ni saber cuánto me saldrá la factura de esto.
—¿¡Joselyn!? —exclamó un hombre poco antes de entrar y ahí se quedó de pie unos segundos antes de abalanzarse en un fraternal abrazo.
Era un hombre de mediana edad, alto y con una barba cuadrada en la que empezaban a asomar colores grisáceos. Con una mano acariciaba mi cabeza y con la otra sostenía mi hombro.
—Mi querida... Hija mía... —sollozaba.
—Disculpe —con mis manos lo alejé suavemente y el se distanció confundido.
—Señor, con todo respeto —habló una mujer menuda, igualmente vestida con un atuendo plomo, que apareció a mi derecha junto con otras personas —la señorita quizá necesite espacio para recuperarse.
—¡Claro, claro! —respondió el hombre secándose las lágrimas y dándome un rápido beso en la frente —te traeré al doctor querida, descansa. Ustedes —ordenó al par de mujeres que miraban desde la puerta— deben atenderla bien.
Una vez el hombre había desaparecido, me senté con cansancio en la cama. Miré al grupo de mujeres con desconfianza y me dirigí a la señora de antes:
—¿Dónde estoy? ¿Es que acaso ese hombre está loco?
Mis palabras parecieron surgir ciertas alteraciones en la audiencia. Un murmullo empezó a surgir. La mujer bajita frunció el ceño y con un simple gruñido hizo acallar a las demás, luego volteándose, les pidió que se marcharán de la habitación.
—¿Señorita Joselyn, está su memoria bien?
—Basta —contesté con cansancio —Mi nombre no es Joselyn, es Vera. No sé por quién me toman, pero ya le digo que se equivoca.
—Señorita, ¿me podría acompañar al espejo?, ¿es la fuerza de sus piernas suficiente?
Me mordí los labios con irritación antes de aceptar y tomar su mano para caminar a paso lento. Al llegar, la impresión fue tanta que mis rodillas flaquearon y caí al suelo, la mujer a mi lado gritó intentando levantarme, pero yo solo podía ver el reflejo que se plasmaba delante de mi.
Un rostro delgado, pálido, de pómulos altos y labios carnosos, con rizos castaños que rozaban las mejillas y lo más importante, penetrantes ojos ambar protegidos por una fila de largas pestañas.
Ese no es mi rostro, es el rostro de...
—...Joselyn.
—¿Lo recuerda señorita? ¿Recuerda su nombre?
—No me digas que tú eres...¿Anna?
—¡Sí, señorita, soy yo! A su servicio, señorita —sonrió con el rostro ya ofuscado en lágrimas.
Ay dios mío... ¿ESTOY LOCA O ESTOY DENTRO DE UN LIBRO? ¿¡Y COMO LA VILLANA!?
Si esto era un sueño, nada de lo que hiciera parecía despertarme, el brazo ya me sangraba de tantos pellizcos y vaya que me dolía. Al parecer estoy en el cuerpo de Joselyn, la villana hija de un duque, que tras sospechar de la infidelidad de su prometido Leonardo, vive una vida humillante, arrastrándose por amor y atención. Más tarde, en boca de todos cae en depresión y tiempo después es envenenada 'misteriosamente'.
Después de no pensarlo mucho, decidí que definitivamente no quería sufrir ese final y es más, inclusive si solo es un sueño ¿por qué no conseguirle un poco de dulce venganza a Joselyn? No sé porqué estoy aquí, pero lo que sí sé es que no tengo intenciones de pasarlo mal ¿Por qué lo haría? Ahora soy hermosa y lo más importante: rica.
Esa misma noche busqué en cada rincón de la habitación algo que me sirviera de ayuda y lo encontré. El diario encuadernado de Joselyn Oliv. Gracias a él pude saber un par de cosas:
¹° Joselyn aún no tiene más que 14 años y considerando que su intoxicación es a los 17, la muerte aún es lejana. Y quiero que se mantenga así.
²° Aún no esta comprometida, pero parece que ya estuvo enamorada de un joven al que nunca nombra directamente.
³° Pronto iniciará la academia, lo que significa que en aproximadamente un año, llegara Briela, la protagonista de la historia.
Sabiendo todo esto... ¡Dios! Sí que hay trabajo por delante ¿Por dónde empezar?
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Con gusto seré la villana
RomanceVera es una chica del siglo 21 que se ve absorbida por el mundo de un libro cliché. Ahora deberá vivir como Joselyn, la villana de la historia con un desenlace injusto y trágico. Lujo, belleza, celos y muchos más, «Claro, muestra un poco de intelige...