11

464 53 4
                                    

.✧⁠*

⁠。⁠*⁠♡

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

.⁠。⁠*⁠♡

Capitulo 11

Desde la ventana de mi habitación, se puede ver a un gigante y vivaz abedul que asoma una de sus ramas hasta mi encuentro. Cada día, el contraste de las hojas con el sol, las hace lucir de un verde verano que el viento hace bailar a su son, un espectáculo que, aunque ya he presenciado millones de veces, nunca deja de maravillarme. Paz, es el regalo que mi amigo me da cada día.

Y a pesar de esta calma, mi mente no puede evitar divagar en miles de problemas. Desde que llevo en este cuerpo, no he dejado de sentirme como una niña. Una niña que en realidad solo vive detrás de la sombra de su apellido y fortuna, pero que en realidad nada posee. Cada día, se me repite constantemente lo limitada que estoy; que aprieta el corsé, que baja la voz, que mantén la postura, que aquí no tengo opinión. Lo sé, soy una infiltrada en este mundo, no puedo pretender que el mundo avance en un día lo que le costó cien años, pero a pesar de eso, en mis pensamientos sigue susurrando aquella idea, ¿y si hubiera una forma?

Una forma de ganar el respeto y admiración de los demás, no por medio de un compromiso, como mi padre espera de mí, más bien por mérito y trabajo propio. Un lugar donde yo tome las decisiones... mi propio negocio. Sería un gran desafío y por su puesto eso lo torna un poco atemorizante, pero también lo vuelve cada vez más deseable.

Tenía una especulación en mente, podía fallar y perder mucho, o arriesgarme y ganar como pocos lo han hecho.

Tenía una especulación en mente, podía fallar y perder mucho, o arriesgarme y ganar como pocos lo han hecho

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Volví la vista al papel, y refrescando la tinta, escribí con letra grande y clara;

El negocio del azucar.

Diana entró a la habitación abruptamente, se le notaba desaliñada, con el vestido disparejo y el peinado arruinado. Miró a su alrededor con los ojos muy abiertos y respiró hondamente antes de cerrar con delicadeza la puerta. El calor en su mejillas delató lo agotada que estaba.

Con gusto seré la villanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora