Rebecca Armstrong se da cuenta que está enamorada de su mejor amiga de la infancia; Freen Sarocha, gracias a la llegada de un apuesto chico que se entromete en sus planes.
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• Historia corta •
• Mayb...
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Su alarma sonaba por segunda vez, Becky movió lentamente los dedos de su pie izquierdo, el cual se encontraba fuera de la sabana. Volvió a girar en su cama, esta vez tapando por completo su cuerpo e ignorando de nuevo aquel ruido molesto.
En la habitación de la ventana vecina, Freen se miraba en el espejo para acomodar correctamente su coleta alta, sonrió cuando creyó tenerla a la perfección y se dedicó a meter los libros de las clases que le tocarían en el transcurso del día.
Se apresuró a tomar el vaso que colgaba por su ventana y tiró de él varias veces provocando el leve sonido de la campanilla que pusieron hace un mes a mitad del hilo rojo.
Con una cara de disgusto tomó una escoba que estaba a lado de su ropero y comenzó dar leves golpes a la ventana de su vecina.
— ¡OYE! ¡REBECCA ARMSTRONG! — gritó con fuerza.
Becky no tardó más que unos cuantos segundos en abrir su cortina y su ventana con desgana, adormilada y aún con los ojos entrecerrados lanzó el libro de física que tanto le había pedido Freen con insistencia.
— Que molesta. — exclamó la pelinegra a regañadientes al atrapar el libro entre sus manos.
Becky le regaló una cara de disgusto y cerró su cortina para finalmente poder colocarse el uniforme de la escuela.
Ambas habían vuelto a ser de nuevo amigas.
Ahora Becky no iba a ningún lado sin Freen y Freen no iba a ningún lado sin Becky.
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Al salir de su casa, Freen salió abrazándose mientras frotaba sus brazos con sus propias manos.
Becky la esperaba recargada en el asiento trasero de la bicicleta, la miró acercarse a ella y se tomó la molestia de levantarse para cederle el lugar.
— Oye, ¿tienes frío?
— Es abril.— Respondió a la defensiva Freen. — Me froto solo porque hace aire.
Becky guardó silencio sabiendo perfectamente que su amiga estaba siendo sarcástica.
Freen tomó el volante de la bicicleta de Becky e intentó girar el pedal pero lo único que logró fue un chirrido molesto proveniente de la cadena que empezaba a oxidarse.
— Oye, ven conmigo..
— ¿A dónde? — Preguntó Becky.
— Te dije que esta bicicleta es problemática.
Becky se lamentó, de nuevo Freen parecía sacar su lado maternal.
— Yo la veo en buen estado.— Atacó Becky, Freen levantó las cejas, cuestionando el por qué la castaña siempre la contradecía.
— No, no está bien. — Refutó, Becky reviró los ojos.— Oye, te lo he dicho durante días. Mira la cadena. — Decía la chica, dando vueltas al pedal demostrando el visible fallo que tenía. — ¡Mira esto! ¡Miralo! Necesitas cambiar...
