Rebecca Armstrong se da cuenta que está enamorada de su mejor amiga de la infancia; Freen Sarocha, gracias a la llegada de un apuesto chico que se entromete en sus planes.
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• Historia corta •
• Mayb...
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El taxista frenó justo después de que el auto gris se estacionara. Freen se quedó dentro por un instante esperando a que su padre bajara de él.
Tal y como deseó, su progenitor bajó del coche con un elegante saco café. Freen sintió una punzada cuando vió a una señora acercarse a él junto a una gran sonrisa.
Pagó y bajó con rapidez del taxi mientras que los adultos compartían unas cuantas palabras sin percatarse de su presencia. La chica sentía ganas de llorar pero no se permitió hacerlo en ese instante.
Sus ojos vagaron detenidamente por el lugar que desconocía por completo. Parecía ser un local donde se desechaban carros viejos.
Corrió hacia el frente para no perderles de vista e intentaba no dar fuertes pisadas. Se escondió detrás de unas llantas apiladas y a lo lejos vió a su padre caminar junto a aquella señora.
¿De verdad, en este lugar? Freen pensaba entre más se adentraba al seguirlos.
Lo horrible que era el local le daba una esperanza de que quizás su padre no estaba engañando a su madre. Tan solo; ¿Por qué ver a tu amante en un lugar así?
Freen retuvo un grito cuando la señora perdió el equilibrio y su padre la sujetó con fuerza evitando que ella cayera.
Se cubrió la boca y los siguió con prisa cuando estos volvieron su andar después de compartir palabras y risas.
Freen no quería llorar, en verdad tenía la esperanza de que no fuese la amante de su padre, quería seguir pensando que era un hombre honrado. Pero ver la cercanía y la confianza con la que su padre la abrazaba con lentitud por el hombro le hacía pensar otra cosa.
Ambos entraron a un pequeño camper viejo. Freen se dirigió hasta la puerta cuando esta se cerró una vez entraron y, pegando su oído a ella, trató de controlar su respiración agitada para poder escuchar.
— Maldición. — Murmuró por lo bajo, no lograba escuchar nada.
Se separó de la puerta dispuesta a correr hasta las ventanas del camper hasta que un agitado y sudoroso Heng se encontró con ella. Freen se sorprendió al casi chocar con él y cubrió su boca con ambas manos para ahogar la grosería que estuvo apunto de salir.
Después de una mirada silenciosa, Freen llevó su dedo índice a sus labios y le pidió que guardara silencio. Heng asintió, la vió ponerse en cuclillas y "caminar" hasta quedar debajo de la gran ventana del camper. El chico, que llevaba un pantalón de vestir y camisa blanca, imitó su acción.
— ¿Es tu madre? — Freen susurró y él chico tarareó por lo bajo en confirmación. — Pues el que está dentro con ella es mi padre.
Freen ni siquiera tuvo que preguntarle el por qué de su presencia. Al verlo tan afligido supuso que él estaba allí por la misma razón.
El chico tragó fuertemente y esto bastó para que Freen le mirara en silencio.
— Así que me estás diciendo que mi mamá y tu papá...
