Capítulo cinco

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El capitán miraba al monje muy sorprendido.

..-¿Por qué nos has hecho creer que eras mudo?- preguntó molesto.

-Y-Yo hacía voto de silencio en el Templo, señor pero lo he roto para agradecerte que me salvase de morir.

-Muchachos.... llévenlo de nuevo a la bodega, sigue siendo un prisionero.

-¡¡¡Si mi capitán!!!

Earth volvió a su hamaca, donde pensó en que pronto se acabaría la campaña por ese año y regresarían a Bangkok en pocas semanas, por lo que estaba ansioso.

Este echaba mucho de menos a su querida madre y a su hermana, ya que no tenía a nadie más pues aunque había tenido sus cosas con jóvenes que a cambio de un buen dinero satisfacían sus necesidades sexuales, no había nadie que ocupara su solitario corazón.

Creía no tener tiempo, ni paciencia para el amor, ya que según este, eso era para los débiles, por lo que mataba sus instintos sexuales, teniendo en cada puerto a alguien con quién pasar un buen rato.

Además en el ambiente marítimo, las mujeres no abundaban, así que las prácticas homosexuales clandestinas estaban bastante aceptadas.

Él día a día en su mundo era muy solitario y la mayoría de la gente rechazaban la homosexualidad, por lo que cuando desembarcaban y existía la posibilidad de tener contactos sexuales con mujeres, generalmente prostitutas, lo hacía también.

En varias ocasiones, este había tenido lo suyo con New, el ayudante de cocina pero las cosas se pusieron muy serías cuando Tay se enamoró de este y se habían enfrentado, por lo que decidieron no mezclar su amistad, ni su trabajo con los sentimientos.

New era muy enamoradizo y tenía su corazón dividido entre ambos pero al final se había decidido por el marinero, ya que a pesar de su enorme atractivo, Earth era su capitán y además tan solo estaba preocupado en perdurar su nombre y llenarse de riqueza.

De hecho, este creía que el capitán nunca sería capaz de amar a nadie y eso no iba con él, estaba seguro de que tenía su corazón dividido entre el mar, su navío y sus tesoros y no había lugar para nadie más.

Además, en su opinión, era aún más cruel de lo que lo había sido el anterior capitán pues veía que Earth solo podía pensar en la venganza y en el hombre que había matado a Willy, ya que no paraba de decir que tenía que pagar y que no descansaría hasta verlo muerto.

Dos días después del amotinamiento contra el monje, el navío se topó con un barco de un enviado del Rey de Grecia, este llevaba a bordo el pago de tributos en tres cofres llenos de monedas de oro pero el capitán no contento con eso, decidió secuestrar también al enviado y pedir un rescate por él.

Pidió otros tres cofres de oro a cambio del emisario, que finalmente resultó no ser otro que el primo del Rey de Grecia.

El cautiverio duró diez largos días, en los cuales el rehén amenazó a sus capturadores con que serían fusilados en cuanto su primo se enterase de todo.

El rescate se pagó al fin y el enviado griego fue liberado pero Placeres, que así se llamaba, cumplió su amenaza y cuando fue liberado, organizó una expedición para perseguir al «Alma Furiosa» hasta apresarle.

Cuando este fue alcanzado por el «Salve Grecia», Earth y su tripulación se prepararon para la batalla, ya que pensaba que nadie les impediría acabar esa campaña con éxito y mucho menos unos asquerosos y estirados griegos.

Por otro lado, el joven monje tomó nota de todo lo que sus ojos vieron y lo que sus oídos oyeron, desde su escondite pues los cuchillos volaban, al igual que los chasquidos de las afiladas espadas que emitían al cruzarse el frío acero en la batalla, dando cada vez un nuevo escalofrío en el cuerpo del monje.

Finalmente, los griegos huyeron con el rabo entre las piernas como si fuesen perros, después de la lucha y de perder a más de la mitad de sus hombres, Placeres ordenó la retirada, ya que no pudo contra los feroces piratas que lo habían capturado.

Pocos días antes de llegar a su destino, el capitán dejó que el monje saliera y conviviera con su tripulación, los cuales se divirtieron molestandolo.

Este volvió a su escondite en la bodega al día siguiente pues le repugnaba esa vida de bárbaros, crueles y muy sucios hombres, a los que había estado escuchado gritar, pelearse y cantar borrachos durante todo el largo mes que llevaba a bordo.

El monje cumplía con su cometido sin rechistar pues estaba seguro que el Capitán le atravesaría el pecho con su fría espada, si no escribía todo lo que creía lo llevaría a dejar constancia de su paso en la historia y Mix quería escapar, aunque no podría hacerlo hasta tomar tierra.

Tras acabar cada batalla y saqueo, este salía de su escondrijo y se arrodillaba dando las gracias a Dios por seguir vivo y pedía misericordia por el alma de todos los muertos.

...-Realmente monje estás muy loco- le decían riendo los tripulantes supervivientes-...si tu Dios no quiere que haya más muertes, dile que nos llene las bodegas y nos iremos a casa sin luchar.

A pesar de toda la maldad que lo rodeaba, Mix aún continuaba vistiendo sus hábitos, seguía rezando y seguía creyendo en Dios como si estuviera en el Templo y eso comenzó a llamar la atención de Erath pues le resultaba extraño que este creyese en un sólo Dios cristiano, él cual había dicho que podría haber creado todo lo que sus ojos veían.

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1. Mi ardiente capitán - EarthMix TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora