Beso que Leo llevaba tanto rato como él esperando que llegara y por eso, y sin que sirviera de precedente, se alegró de que el reguetón le hubiera ayudado. Por dios, qué bien besaba, estaba en la gloria. Sus manos abarcaban toda la espalda y le acariciaba con deseo, pero con respeto. Le encantó que a pesar del calentón que evidentemente llevaban, no trató de sobetearle el culo o arrimar cebolleta a la mínima de cambio.
Ni sabían el rato que llevaban comiéndose la boca, besándose en el cuello, paseando las manos por el cuerpo del otro, tratando de no ser un espectáculo, conteniendo las ganas de arrancarse la ropa, cuando una tonadilla baja electrónica empezó a sonar. Leo la reconoció al instante, así como muchas de las personas que había en el local. Se separó bruscamente de Pol con una sonrisa de oreja a oreja, aunque él no entendía por qué. De repente tanto ella como medio pub gritaron al unísono cuando se paró la música:
—¡Hu-a!
Pol abrió los ojos como platos y ella le gritó:
—¡Chimo Bayo! ¡Hu-ha! —cantó cuando, de nuevo, se paró la música.
Entró en trance los seis minutos que duró la canción y él no podía parar de sonreír ante semejante espectáculo. Cuando terminó y empezó una nueva ronda de éxitos internacionales, encabezada por Miley Cyrus y su bola de demolición, Pol la atrajo de nuevo hacia él.
—¿Qué ha sido eso? —preguntó divertido.
—¡Chimo Bayo! —volvió a gritar riéndose—. Soy valenciana y esto marcó mi infancia.
—¿Valenciana? —preguntó extrañado—. ¿Y yo por qué pensaba que eras maña?
—Porque soy medio-medio, me gusta decir que soy valenmaña.
Asintió satisfecho y decidió que, por el momento, ya estaba bien de charla, volvió a posar sus labios en el cuello de Leo, que se estremeció y correspondió dándole un mordisquito en el lóbulo de la oreja para luego succionarlo y volverlo a morder. Pol soltó un gruñido de placer y buscó su boca para volver a perder la noción del tiempo hasta que las luces del local se encendieron y empezó a sonar atronadoramente Y viva España de Manolo Escobar. Se separaron apenas unos milímetros porque Leo no podía aguantarse la risa.
—Desde luego, no se puede negar que el dueño es español.
—Y un porcentaje muy alto de la clientela también. Es el local de referencia para inmigrantes, Erasmus y demás. Siempre termina con Don Manolo —informó Pol mientras enfilaban hacia la salida.
—¿Sueles venir aquí?
—Bueno, cuando vengo de visita siempre venimos porque a mi primo no le gusta ligar con alemanas —dijo encogiéndose de hombros.
Estaban saliendo del local y ninguno sabía qué era lo que el otro propondría hacer, pero ambos sabían que no querían separarse aún.
—Ah, pero ¿no vives aquí?
—No, estoy de visita el fin de semana, suelo venir un par de veces al año desde que Edu se vino.
No sabían qué hacer una vez fuera, así que Pol le cogió de la mano, se acercó a un portal con un bordillo bastante alto, la subió y, aunque aun así no quedaban a la misma altura, se reducía la distancia considerablemente y necesitó agacharse solo un poco para volver a besarla de nuevo. Leo no podía dejar las manos quietas, iban de su pelo a su nuca, de ahí a su espalda y al bajar por esta, no pudo evitar meterlas por debajo de la camisa. El tacto de sus manos en el costado y la parte baja de la espalda le hizo gemir en su boca. Eso a ella le puso a mil.
—Pol...
Lo dijo de una manera que... joder... cómo podía ponerle tan cachondo solo con decir su nombre.
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Son mis amigos 1 - Leo
RomanceChica viaja a Berlín. Chica conoce chico. Chico viaja a Berlín. Chico conoce chica. Leo y Pol inician en la noche berlinesa la mejor de sus casualidades.