Capítulo 9 - Fuiste Tú

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Victoria, que estaba sentada, parecía como si no entendiera bien lo que decía.

¡¿Vamos a divorciarnos?!

Se levantó, se alejó, contemplando la vista y preguntándose qué decir.

"Sí" y todo ese dolor y tortura terminaba de una vez por todas, cada uno seguía adelante y eso sería todo.

Pero hace cuatro meses se hizo la misma pregunta y no tuvo respuesta.

"¿Me quiero divorciar?"

V: Heriberto, hoy lo que me quedó claro es que no somos prioridades aquí. Tus... Nuestros errores causaron un dolor mucho mayor que el nuestro y creo que eso es lo que debemos tratar primero.

H: ¿Qué estás tratando de decir?

V: (respiración profunda) Quiero que vuelvas a casa.

H: ¿En serio? (preguntó emocionado)

V: Por nuestras hijas, sólo para ellas. No puedo aceptar que mis hijas odien a su padre. Necesitamos arreglar sus vidas, especialmente Fernanda con este novio.

H: No me perdonarán hasta que tú me perdones.

V: Lo sé, así que finjamos que entre nosotros todo está bien.

H: (Se ríe.) Tienes que estar bromeando si crees que puedo fingir.

V: Tú supiste fingir ser el marido muerto de amor, el más fiel de todos. Esto será fácil.

Heriberto la tomó del brazo y la apretó contra el vidrio.

H: Nunca fingí ser el marido enamorado. (Dijo mirándola directamente a los ojos.) Soy un esposo enamorado de ti y siempre lo estaré. Y si crees que lograré estar a tu lado y controlarme, te equivocas.

La sujetó por la cintura, poniendo sus caderas sobre las suyas y ella pudo sentir lo duro que estaba.

H: Me muero por abrazarte. (Bajó la nariz hasta su cuello.) Para olerte. (Dijo susurrando en su oído.)

Heriberto continuó esa tortura mordiéndole levemente la mandíbula al mismo tiempo que con el pulgar le acariciaba el seno derecho.

Él la miró, estaba jadeando, con los labios entreabiertos, rogando por un beso, ella estaba excitada, la conocía demasiado bien.

H: ¿Crees que podemos fingir? (El tono sexy de su voz, sabía que sería jaque mate.)

Y lo fue, Victoria tiró de él y lo besó, no fue un beso tranquilo, fue un beso mucho más feroz de lo que esperaba, un beso lleno de anhelo. Parecía que con ese beso quería castigarlo, pero al mismo tiempo recuperar todo el año que había estado sin sus besos.

Heriberto la abrazó con tanta fuerza que no quiso dejarla escapar de sus brazos nunca más. Una de sus manos la tomó por la nuca, su boca cubriendo la de ella, aplastando sus labios. Luego, con un sutil y diestro cambio de ritmo, sus labios se suavizaron, la mano en la nuca de ella se volvió acariciadora y el toque encendió un fuego entre sus piernas. La boca de César se apartó y Victoria respiró traicioneramente hasta que sintió que sus labios trazaban un camino ardiente por su cuello, hasta donde su pulso latía erráticamente contra su piel.

Su mano que sostenía su espalda baja y tiro de sus nalgas hacia arriba y hacia abajo junto a él, donde podía sentir la dura evidencia del deseo. Sintió cada parte de su palpitar con la necesidad de ser tomada por él.

Y como vuelta a la realidad, escucharon:

Ali: Papá, mamá, miren lo que compró Fê.

La pareja se separó rápidamente, pero como las manos de él estaban en su cintura, continuaron mirándose.

CULPABLESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora