Capítulo 12 - Quiero Una Tregua

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Heriberto siguió observando con impaciencia mientras llenaba lentamente su copa de vino.

H: Victoria...

Levantó la cabeza y Heriberto vio que el brillo de sus ojos había dado paso a una mirada dura y fría.

V: Muy bien. (pausa) No te voy a mentir, todavía estoy imaginando formas de colgarte, todo, después de que llegué aquí, es tan vivo, tan fresco, todavía estoy tan rota que no puedo ver un futuro para nuestro matrimonio.

H: Victoria, mi vida, por favor...

V: Déjame terminar.

H: No, perdóname por interrumpirte, pero antes de que tomes una decisión, necesito decirte algunas cosas.

Victoria asintió.

H: Necesito que me escuches, sin interrumpirme, ¿lo prometes?

V: Lo intentaré.

Heriberto respiró hondo, como si tratara de armarse de valor.

H: Recuerdo cuando sacaste toda mi ropa de tu cuarto y cuanto eso me destrozo por dentro, estaba seguro de que ya no me amabas...

V: Heriberto...

H: Me prometiste no interrumpir.

Lo prometió, pero ya se imaginaba lo que iba a decir Heriberto y no se sentía preparada para escucharlo. Dolería demasiado.

Pero tal vez eso era lo que faltaba para poner fin a esta historia.

H: Hice lo único que me quedaba por hacer, dejarte en libertad, decirte que te daría el divorcio, pero te fuiste sin decir nada, volviste un mes después y di por sentado nuestro divorcio. Cuando regresaste, me escapé porque no quería que el fin de nuestro matrimonio fuera real. Hubo un momento en que dije que iba a viajar, pero me quedé en el hospital, enseguida, durante una semana. Fue entonces cuando Leonela...

Victoria cerró los ojos al escucharlo decir ese nombre.

H: Ella me convenció de alquilar una casa para descansar y dormir. No sé, pero en ese momento me pareció una buena idea y si nos divorciábamos, al menos yo ya tendría donde vivir.

"¿No alquiló la casa para tenerla?"

H: Ya tenía la casa alquilada desde hacía tres semanas, aún dormía más en el hospital y hasta en nuestra casa que en la que había alquilado, pero una noche apareció ella, hablamos, tomamos vino, luego whisky...

V: ¡No! No quiero saber... No quiero... (Se detuvo antes de empezar a llorar)

H: Mi amor... necesito hablar, porque lo que imaginas es mucho peor, eso lo sé. ¿Déjame terminar?

Victoria asintió.

H: Entonces pasó... Le dije que no pasaría más, pero ella se convirtió en una persona que me escuchaba. Y yo estaba muy débil, le dije que no, pero al final... yo no vivía con ella en esa casa, incluso evitaba ir allí, porque siempre aparecía, en esos dos meses, fui prácticamente una vez por semana en esta casa y había semanas que no iba. No tuve una historia de amor con nadie, Victoria.

V: ¿Y qué sentiste por ella?

H: Cariño, amistad, lo mismo que sentía antes, solo que... (Se detuvo, porque esos eran detalles que Victoria no merecía escuchar.)

V: ¿Cuándo terminó?

H: El momento exacto en que te enteraste. Después de que te fuiste, ella volvió, pero le dije que no quería volver a verla nunca más. No porque ella fuera la equivocada de la historia, porque yo lo soy, sino porque no tenía ninguna duda de que tú eras el amor de mi vida. Y al verte en esa casa, vi en tus ojos cuanto te lastimaba y en ese momento en que te perdí para siempre, descubrí que aún me amabas...

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