¡No borre el pizarrón!

254 8 0
                                    


Estaba llegando tarde, demasiado tarde.

Corro por el frondoso camino de árboles a toda prisa, pidiendo disculpas a cualquier persona que cruce por mi camino.

¡Angelo me va a matar cuando llegue! ¡Me va a matar! ¡Ni siquiera he hecho su tarea!

Ayer en la noche puse la alarma para las seis en punto de la mañana, tenía planeado levantarme, hacer un poco de estiramiento, asearme, comer tranquila y llegar lo suficientemente temprano como para poder hacer la tarea del profesor Angelo en la clase; pero mis planes se vieron arruinados porque la puñetera alarma no sonó a las seis, ni a las seis y una, ni en ningún momento.

Ya faltando una cuadra para llegar logro divisar al profesor de química y a la profesora de Historia hablando en las escaleras del edificio.

-¡Buen día! -exclamo pasando por su lado como una bala.

-Señorita Sevilla -saluda amablemente el conserje al verme pasar.

-¡Hola, Rey! -exclamo con una sonrisa antes de correr hacia las escaleras.

Ya en el pasillo desacelero el paso.

Toco tres veces la puerta, en un ritmo pausado.

La puerta se abre levemente.

-¿Puedo pasar? -pregunto, temerosa, asomando mi cabeza.

-Señorita Sevilla -dice el director Miguel parado frente al pizarrón- ¿Estas son horas de llegar?

Mierda.

¿Qué hace el viejo aquí?

-He tenido problemas para llegar a tiempo, señor Miguel -me quedé dormida, pienso-. Espero que me disculpen.

-Adelante, pase, tengo noticias para ustedes, jóvenes -dice señalándome un asiento vacío al frente.

Abanico mi rostro con mis manos y me siento donde se me ha indicado.

¿Y el señor Angelo?

Me giro hacia donde se encuentra mi amiga Carolina, con rostro intrigado señalo el escritorio vacío.

-¿Y Angelo, dónde está? -pregunto en un susurro.

Ella me mira y se encoja de hombros.

Vuelvo a prestar atención al director.

-El señor Angelo no podrá asistir hoy - informa el director canoso-, y tampoco por el resto de los siguientes días del semestre.

El bullicio se hace presente en la clase.

-La salud de...

-¡¿Está enfermo?! -exclama preocupada una de mis compañeras.

-No, no...-responde el señor Miguel tranquilizándola- Él está bien, es su esposa la que está un tanto delicada de salud, y por ese motivo el señor Angelo no podrá estar con nosotros.

Significa que alguien tendrá que reemplazarlo...

-Y es por eso que estos días hemos estado buscando a un maestro suplente -comenta-, y milagrosamente hemos encontrado uno al nivel de Angelo, recomendado por él mismo profesor.

Disculpe, pero nadie está al nivel de Angelo O'brien. Es decir... ¡Por todos los cielos! ¡Tiene el nombre de un novelista inglés más que famoso!

Lionel ferro alza la mano, pidiendo la palabra.

-Disculpe, señor Miguel -dice-, pero... ¿Qué haremos con la tarea que el señor Angelo nos dejó para hoy?

-Dejaré que su nuevo profesor les diga - dice-. Señor Pasquarelli, puede pasar.

Profe, no borre el pizarrón |RUGGAROL|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora