La distracción

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Esto está mal, terriblemente mal.

Saliendo de la oficina del director corro escaleras abajo a toda prisa. Con el corazón en la boca y pálida como hoja busco por todos lados a Carolina.

Demonios, esto se puso feo.

Si el director ya tiene sospechas de que un profesor y una alumna se involucraron, no tardará en descubrir quiénes son. Ruggero está en peligro. No solo de perder su trabajo, sino que también cualquier otro trabajo al que quiera postular, su nombre y reputación con un escándalo como este lo arruinarían para siempre.

El rostro y caso del profesor Jack viene a mi mente. Solo por decirles a unos alumnos que se sentía atraído por Ana Jara lo despidieron y la junta de padres se le fueron encima como fieras hambrientas.

No quiero que eso le suceda a Ruggero.

Antes de encontrar a Carolina mejor busco a Ruggero.

Y como si Dios me escuchara Ruggero sale de la sala de química.

Bueno, no hemos hablado desde que empapé su cara con la mimosa que le robé a una señora.

-Profesor Pasquarelli—le llamo.

Este me mira y sigue su camino.

-Profesor Pasquarelli—le llamo de nuevo y empiezo a seguirlo.

Me vuelve a ignorar.

Yo debería estar ignorándolo.

Me adelanto lo tomo lo más fuerte que puedo del brazo y le repito una vez más, enojada.

-Señor Pasquarelli .

-Señorita Sevilla -dice él serio— ¿Qué se le ofrece? ¿Una mimosa?

-No, pero ¿Usted quiere una? -le pregunto violenta.

-Karol, enserio, dime qué quieres -dice.

-Hablar contigo.

-No tengo tiempo.

—No, tú y yo tenemos que hablar, no voy a permitir que me dejes como una idiota, necesito respuestas y tú me las vas a dar, Ruggero—le digo.

Me mira fijamente por unos segundos y luego asiente.

-Ven-dice tomándome de la muñeca.

Me hala hacia el armario del conserje y me hace entrar con él.

Cierra con seguro.

-Hazme las preguntas que desees.

—¿Por qué no fuiste sincero? -pregunto dejando que la barrera de falsa confianza y dureza se desmorone a nuestro alrededor.

-Karol, enserio lamento haberte hecho esto -dice, suavizando su mirada.

Estira la mano, asegurando la puerta.

-¿Qué demonios estamos haciendo? — pregunto.

-La razón por la que empecé a buscarte es porque desde que empezamos a hablar sentía que había algo en ti que no me permitía alejarme. No encontraba la forma de verte solo como una alumna, siempre estabas ahí, tan bonita, tan graciosa y lista que... yo...te necesitaba. Por eso te besé ese día en la cafetería.

Yo le gustaba. Y aunque odiase admitirlo él me gustaba a mí, de hecho aún me gusta. Y no entiendo porque tiene que ser tan malditamente difícil. No entiendo porqué todo terminó así, no entiendo en qué momento todo se entreveró y terminamos donde estamos.

-¿Por qué me mentiste?-pregunto.

-Cuando me di cuenta de que me gustabas, cuando me di cuente de lo fuertes que eran mis emociones por ti y me di cuenta de lo lejos que podía llegar... No lo sé... yo...

Profe, no borre el pizarrón |RUGGAROL|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora