No puedo gustarle

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Después de la noche de ensueño con Ruggero Pasquarelli me quedé pensando en lo que dijo acerca de Michael. Así que sin querer comencé a analizar cada una de las pequeñas cosas que Michael decía y hacía.

Sí, dije que era imposible que yo le gustase, lo que hizo que cambiara de opinión fue su reacción cuando le conté que Ruggero me regaló rosas. Michael se enojó conmigo y se fue sin decir nada más que "Bien por ti".

Michael siempre ha sido mi amigo, hemos sido siempre cercanos, pero jamás hubo otro tipo de conexión. El romance entre ambos siempre ha sido muy improbable.

Como mi sándwich lentamente, saboreando cada mordisco de este.

No puedo gustarle a Michael, si es así terminaré arruinando todo, cuando ni siquiera sepa como rechazarlo sin arruinar nuestro lazo de amistad. No podía sentirme más desafortunada.

Michael se acerca a mí y se sienta a mi lado.

-Hola.

-Karol.

-¿Qué sucede? -pregunto.

-Siento haber sido grosero contigo, es que... Me sentí molesto contigo.

En mi mente, rezo porque no me diga nada más que eso.

-¿Por qué? —pregunto, desanimada.

-Pensé que ibas a dejar ir este asunto con Pasquarelli-dice exasperado.

-¿Por qué lo haría, Michael ?- digo sintiéndome mal ante su tono de VOZ.

-Es peligroso, muy peligroso, me preocupa el hecho de que ustedes se encaprichen con esta especie de romance prohibido, el director está al acecho, si los descubren todo se vendrá abajo, por lo menos para ustedes dos. Si realmente quieres a Pasquarelli, yo te recomiendo que te alejes de él.

Miro a Michael como a un desconocido. El problema no es que esté usando su sentido común, porque sé cuánto peligro hay, el problema está en la manera tan cruel en la que lo dice y que cada cinco minutos tiene algo más que decir al respecto.

La manera en la que me mira, con toda esa frialdad y hostilidad.

Mi rostro se contorsiona en una expresión de tristeza y confusión.

¿Por qué está actuando así?

-Michael, sé lo peligroso que es esto, no voy por la vida pensando que todo es color de rosa. Quiero a Pasquarelli y estoy protegiéndolo. Mira...

-Karol, no entiendes. Sí, sé que ambos están muy bien disfrutando de la compañía del otro, pero creo que sería bueno que se mantuviesen separados, por un tiempo, hasta que todo deje de ser tan complicado.

Michael tuerce la boca, disgustado pero se rinde y deja el tema morir ahí.

—Está bien, Karol, has lo que desees hacer-gruñe―, todo lo que quiero es
que no te metas en más problemas.

-No, no lo haré, estoy bien —digo.

-Está bien, confío en que tomarás la decisión más inteligente.

Con eso me perforó el cerebro.

Michael me dedica esa mirada que detesto, esa que me dice que ahora todo va por mi cuenta y que no tengo derecho a volver llorando en caso de que algo salga mal. Sopeso mis palabras algunos segundos antes de responderle. No quiero perder su apoyo, pero también sé que nada de esto es realmente su problema, sin malentendidos, es que es cierto, este no es un problema que mis amigos deban agregar a su vida.

Estar con Ruggero es maravilloso, pero también es peligroso, y viéndolo como lo ven mis amigos... es mala idea, por muy tentador que sea el pensar en andar con él.

-Intentaré hacer lo correcto -le digo —, lo que considere correcto.

Michael levanta sus manos en señal de
que no tiene nada que ver con eso.

-Me parece bien.

El almuerzo acaba y voy a clase de literatura, ocupo el asiento de siempre, pero esta vez saco un libro y me dispongo a leerlo en lo que el profesor llega. Carolina me mira desde su asiento, puedo sentir sus ojos perforándome.

-¿Si?-le digo girándome hacia ella.

-Nada-dice ella encogiéndose de hombros.

Le cuento lo sucedido con Michael a la hora del almuerzo y ella me mira extrañada.

-No suena a Michael -dice con el ceño fruncido, -es extraño...

-El otro día Ruggero me dijo que pensaba que yo le gustaba a Michael -comento-, dijo que era obvio que él sentía algo por mí. Aunque me negué al principio, ahora... no sé.

-¿Y si le gustas? Karol, eso estará jodido -dice-, perderás a tu amigo.

Eso es lo que quiero evitar, perderlo como amigo. Me golpeo la cabeza con el libro sintiéndome miserable.

Pero nada está dicho, solo es una teoría, quizá estoy malinterpretando todo esto y haciendo de ese pequeño gesto un enorme problema.

-Puede que estemos equivocadas -le digo encogiéndome de hombros.

Ella se encoge de hombros y gira sobre su asiento en cuanto Pasquarelli entra al salón.

Me quedo mirando mi libro, incapaz de prestar atención a la clase, solo puedo
pensar en Michael y en si la teoría Ruggero a quien tengo en frente es cierta. No sé qué haré si resulta ser así, solo ruego, ruego a todos los dioses por iluminación.

Pasquarelli me llama la atención y me pide que atienda la clase por favor. Me disculpo y comienzo a escucharlo hablar, pero me pierdo nuevamente, no en Michael, si no en él y en cómo se ve hoy.

Mi corazón da un vuelco.

Me río de mí misma.

Ruggero me mira encarnando una ceja. Su expresión es divertida.

-¿De qué se ríe, señorita Sevilla? -pregunta.

-De nada -murmuro sintiendo la mirada de todos mis compañeros.

-Comparta su chiste con la clase, por favor-dice.

-Oh, no... No creo que deba —digo.

-Insisto-replica.

-No, es que me río sola -digo excusándome, -debería intentarlo.

-Demuestre que es humano, señor Pasquarelli-dice Alejandro.

Mis compañeros ríen.

-Claro que se ríe sola —chilla Valentina - está loca.

-Cállate-le gruñe Carolina.

Valentina frunce el ceño, indignada.

-Amiga, Halloween ya pasó —le dice a Carolina, quítate esa mascara de
payaso.

-Si Halloween ya pasó... ¿Por qué sigues con ese disfraz de zorro? —le pregunta venenosa.

El profesor Pasquarelli reniega que es no es forma de hablar, por lo menos no en su clase.

Carolina se encoje de hombros.

-Dije zorro, en masculino -dice totalmente fresca.

-No podemos argumentar contra esa lógica -dice Chiara como si no quedara de otra.

El profesor lanza una advertencia a ambas chicas.

-Y tú... Karol, deja de reírte —me dice amenazante.

Amenázame lo que quieras.

Profe, no borre el pizarrón |RUGGAROL|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora