El rumor

80 6 1
                                    

Tecleo sin parar.

Mis dedos, entumecidos se mueven rápidamente sobre las teclas del ordenador.

Por seguir a Ruggero esta tarde, no terminé mi ensayo de historia ni la tarea de física elemental.

Después de que Carolina y yo abandonamos el establecimiento y nos subimos al auto ella comenzó a gritarme como loca. Resulta, que todo fue un mal entendido, un terrible mal entendido.

Sin embargo, el que la pelirroja no haya sido su novia ni significa que yo estaba del todo equivocada.

La pelirroja era su hermana, la de la foto del portarretratos de su oficina, sólo que más grande y con el cabello teñido.

Su hermana me contactó unas horas
después de lo sucedido para disculparse en nombre de su hermano. Yo le pedí disculpas a ella, ella solo estaba teniendo un bonito almuerzo con su hermano y yo lo arruiné de la manera más vil y egoísta posible.

Rosa, la chica de la que hablaban era otra historia. Parecía que sí estaba saliendo con dicha chica.

Ya confirmada la sospecha sobre Ruggero, puedo dejarlo ir de una vez. Tiene una novia, no hay nada que pueda hacer.

No me mentiré, sí me siento un tanto herida.

Ni siquiera debí involucrarme, desde que lo descubrí con Valentina Zenere no debí confiar en él, y a pesar de cuánto me atraía su apariencia, debí limitarlo a ser mi profesor.

El día del beso en el callejón no debió existir, ni nada de lo que ha pasado últimamente.

Guardo y mando el documento a la impresora.

Mamá se asoma desde el pasillo, parada en el umbral de la puerta.

-Creo que necesito salir un rato -digo, exhausta.

-Me alegra que digas eso -dice mamá a mis espaldas.

-¿Qué?

-Vamos al centro comercial, necesitas zapatos nuevos.

Pienso en decir no, pero sí necesito zapatos, mi último par de zapatillas se rompió a mitad de rutina de ejercicios.

-Está bien -digo-, subiré por un abrigo, espérame en el auto.

***

Mamá toma ambos pares de zapatos y los lleva a la caja. Un gran grupo de personas avanza por los pasillos, arrasando con las camisetas y zapatos en oferta, entre esas personas puedo ver a Matías, mi ex... mi ex crush.

Matías fue mi crush en primer año, él era muy malo conmigo pero aun así me gustaba. Yo no era de su agrado, y en lugar de reservarse la opinión para sí mismo siempre estaba enfocado en hacérmelo saber.

Una vez nos sentamos juntos para un examen e hice el ridículo frente a él y ante toda la clase. Y esa no fue la única vez que hice el tonto frente a él, fueron muchas las oportunidades y circunstancias.

Él me mira por unos segundos y luego me reconoce, toma del brazo a la chica de su lado, le dice algo al oído y se ríen.

Pasan de largo y yo volteo a ver a mamá.

Unos segundos después volteo disimuladamente, haciendo de cuenta que estoy viendo los zapatos para bebé. Él toma una alpargata y se la enseña a la chica con la que está. Ellos se ríen y yo pongo los ojos en blanco.

¿Qué de gracioso tiene la pobre alpargata?

De pronto él mira en mi dirección. Yo intento darme la vuelta para así volver a la caja, pero un mechón de mi cabello se atasca con uno de los ganchos que mantienen unidos los zapatos, me alejo un poco para ver si se desenreda por sí el par solo, pero solo consigo que de zapatos se descuelgue y quede colgando de mi cabello. Agarro los zapatos, quito el gancho de mi cabello y los vuelvo a colgar.

Levanto la mirada para ver si sigue mirándome y sí, efectivamente lo hace. Pero no me mira divertido ni nada de eso, me mira como si fuera una criatura rara, como solía hacerlo.

Gruño, y como no me encuentro de humor en este momento y estoy cansada de chicos como él, no me controlo y digo.

-¿Qué tanto miras? -exclamo.

Él se sorprende por unos segundos, pero luego jala a la chica que lo acompaña más lejos.

Me giro hacia mamá, y ella me tiende la bolsa con los zapatos.

-Loca -me dice con tintes de cariño.
En su voz.

***

Camino en dirección a la oficina del director.

La profesora Monica me dejó encargado un documento para él.

En cuanto me indican que puedo pasar abro la puerta y saludo al viejo.

-Sevilla, muchas gracias.

-Me dijo que por favor le enviara un correo con las direcciones y números.

-Está bien.

-Es todo, permiso.

-Un segundo, necesito conversar con usted de algo bastante serio.

Mi cuerpo se enfría y siento mi alma caer a mis pies. Intento mantener expresión neutra mientras me siento frente a él.

¿Se enteró?

Oh, Dios...

-¿De qué se trata, director? -pregunto.

-He escuchado rumores, sobre alumnos y profesores-dice-. Y sé que en la secundaria los rumores son en su mayoría sucias mentiras, sin embargo eso no quita el carácter escandaloso del tema ¿Sabe usted algo de eso?

-No lo entiendo -digo.

-No realmente, no tenía ni idea de que sucedía algo así ―respondo- ¿Sabe de qué profesor se trata?

-No realmente, pero solo son rumores, los chicos inventan muchas cosas, sabes cómo son los rumores en secundaria.

-Usualmente los chicos dicen cosas sin pensar cuánto pueden afectar. Pero eso no significa que no vaya a estar atento.

Estoy asustada.

-Karol, si tú sabes de alguien que está siendo acosada por algún profesor dímelo, yo sé que el rumor va de que ambos están juntos, pero yo debo verlo desde otra perspectiva.

Esto es muy serio, lo sé, sin embargo no es como cree que es. Mierda. Si alguien llega a saberlo habré arruinado a Ruggero para siempre.

-Quizá deba empezar a contratar profesores viejos ―ríe, intentan aliviar el ambiente-. Solo mira a Ruggero, es un peligro ponerlo a caminar en los pasillos, todos dejan de hacer lo que hacen para mirarlo.

Rio, es una risa más nerviosa que humorística.

-Yo le diré todo lo que sé -digo—,
debo ir a clase, que tenga un buen día, director.

Salgo disparada de la oficina.

Dios mío.

Profe, no borre el pizarrón |RUGGAROL|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora