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La última vez que Jeonghan recuerda vestir así de elegante fue en la boda de su hermana hace un par de años, pero es verdad que la ocasión lo amerita así que trata de convencerse, en lo que se mira reflejado en la mampara de vidrio del alto restaurante, de que luce bien y no tan fuera de sí.

Bip. La alarma de las 7 p.m. suena, la apaga y entra por la rampa de discapacitados porque son varias escaleras.

— ¿Llevas mucho esperando?—le pregunta el director (su verdadero jefe) tan solo dos minutos después.

—Un poco—intenta sonar interesante mientras el hombre se sienta a la mesa que Jeonghan escogió y una camarera les toma el pedido— ¿Qué ordenará, señor Han?

Tal vez él y su hijo son iguales porque el director se carcajea sin avergonzarse de la atención que algunos comensales de alrededor les brindan.

—Es Hong, pero está bien. Yo quiero unas chuletas en salsa de champiñones con ensalada de col morada, una porción de papas al horno y jugo de manzana ¿Tú que ordenarás, Jeonghan?

—Lo mismo—sonríe, cerrando el menú que ni siquiera se molestó en leer—. Gracias por la invitación, señor.

Su jefe se centra en él y solo en él, con las manos en su barbilla y una sonrisa espléndidamente amplia. Lo mira como si Jeonghan cargase el más bonito de los pendientes o si fuese una gran maravilla. Lo mira con satisfacción.

—Es una tradición que he mantenido desde que inauguramos la escuela: invito a cenar a todos mis empleados—ríe y un escalofrío le grita cuánto se parece a Shua— ¿Qué tal tu primera semana? ¿Te gustó la escuela? ¡A qué es muy bonita!

—Sí, es muy acogedora. Admiro mucho la labor de los profesores, también del DECE. Siento que tengo tanto que aprender... con mi tan poca experiencia...

—Prefiero a alguien de confianza que a un sabiondo. Conozco a Miyeon desde hace un tiempo ya que estudió con mi hijo y si ella te recomendó es porque algo vio en ti. Ya sabes, ya que se dedica a dar tareas dirigidas, ella también es profesora. Confío en ella y por ende en ti, Jeonghan.

Y si su jefe lo ve sonrojarse, en realidad no lo comenta y Jeonghan atina nada más a reverenciarse varias veces sobre la mesa vacía.

— Gracias por considerarme a pesar de mi pobre currículo.

— ¡Pobre no por mucho!—ríe de nuevo— ¿Conociste a Seungcheol? Está cursando su último semestre para Parvulario. Igual que tú, comenzó a trabajar sin un título. Luego ayudamos a financiar sus estudios y ahora está a punto de titularse ¿No es grandioso? ¡Y Ustedes dos tienen la misma edad!

— ¿Tiene 25?

— ¿Le ponías más?—se carcajea mientras les sirven sus respectivos platos repletos de mucha comida que tal vez Jeonghan pida para llevar—Ser padre soltero envejece bastante a las personas ¡Sino mírame a mí! ¡Tengo sesenta!

—Se ve más joven, señor.

— ¡Ese es un hecho! Jisoo es un excelente hijo, nunca me ha dado problemas. Tan solo creció para ser un hombre bien letrado con un posgrado en psicopedagogía.

Jeonghan se congela con un pedazo de chuleta a centímetros de su boca.

— ¿Él es psicopedagogo?

— ¡Y también tiene tu edad!—ríe y ríe— ¿No es grandioso que Ustedes tres sean del mismo año? ¡Es como el destino!

Después de la cena y ya en su departamento, Jeonghan no pega ni un solo ojo pensando en lo fantásticos que son sus compañeros de trabajo y cuán orgulloso luce su jefe de Shua. Jeonghan llega a sentir envidia.

The World is Mine [SEVENTEEN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora