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Bien peinado y con una confusa mueca en su rostro, Jeonghan se arregla la chaqueta en la mampara de vidrio de la cafetería de la esquina de la señora Park.

"Extraño" piensa ella en lo que se termina su café del otro lado del vidrio, Jeonghan parece estar tan inmerso en su reflejo que no notó antes que ella le observaba. "Es domingo" se recuerda a sí misma cuando toma un paquetito de galletas y sale de la tienda para dárselo al muchacho.

— ¡Buenos días, señora Lee!

Y ella se ríe de sus ojos sorprendidos abiertos de par en par y adornados por unas sutiles ojeras debajo.

—Buenos días, Jeonghan. Soy la señora Park, pero ¿Por qué no mejor me llamas Dowoo? Ese es mi nombre.

Él observa las galletas extendidas, sonríe y las guarda en su bolso antes de sacar su libreta. Está anotando algo furiosamente, como ella ha observado que hace algunas mañanas del último par de meses en lo que espera el autobús.

Ha hablado de esto con la señora Yoon, la madre de Jeonghan, porque el trabajo le ha hecho un gran bien al muchacho. Van siendo varias semanas que no lo ha visto regresar de madrugada e, incluso, el otro día, ella pudo escuchar una discusión con uno de los antiguos amigos de Jeonghan.

"Lo siento, tengo trabajo" había respondido él cuando lo abordaron de noche, disculpándose con reverencias profundas. Ella había sonreído al notar la satisfacción en la señora Yoon por su responsabilidad.

—Disculpe, Dowoo... uhm... ¿No tiene... una biblia?

— ¿Una qué?—sí que es una sorpresa— ¿Vas a la iglesia?

— ¡Es un asunto de trabajo!—él sonríe con pena—Mi jefe me invitó.

—Está muy bien, mi niño, entiendo... pero no tengo la mía aquí. Déjame preguntarle a la señora Kim de en frente—ella se dispone a cruzar la calle, pero regresa casi alarmada—. Mi nieto está en la cafetería ¿Podrías echarle un ojo, por favor?

—No hay problema, Dowoo.

En los últimos casi dos meses, Jeonghan ha tratado con toda clase de niños (recálquese TODA CLASE), pero la mayoría menores de diez añitos. El nieto de Dowoo parece un adolescente y está preparando algo detrás del mostrador ¿Por qué debería vigilarlo?

Jeonghan se sienta en la barra y él le hace un gesto amable con la mano y una sonrisa, muy linda y dulce.

— ¿Cómo te llamas?

No obtiene respuesta y frunce el ceño algo confundido. Esto ya lo vivió, espera estarse equivocando.

—Hey—pero el chico sigue en lo suyo, yendo de un lado a otro para preparar un pastel.

Es cuando Jeonghan se da cuenta de que no lo ha volteado a ver desde el saludo y una idea extraña cruza su mente antes de aplaudir estruendosamente. No volteó.

Entonces Jeonghan arranca una hoja de su libreta y anota con letras grandes algo en ella, recordando a su niño en todo momento porque no consigue quitarse de encima una sensación de deja vú. Luego llama su atención con los brazos en alto.

Los ojos del chico se animan al leer su mensaje y sonríe ampliamente antes de sacar un cuaderno propio y escribir en él.

—Won... Won... Wonseok—lee exitosamente.

—Ese es su nombre—Dowoo aparece con una biblia en manos— ¿Te dijo lo dijo?

—Lo escribió. Él...

—Es sordo—aclara ella y hace señas para que el muchacho se concentre en el pastel, al final agrega un beso volador.

—Quería preguntar cuántos años tiene, en realidad.

The World is Mine [SEVENTEEN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora