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A Moonbin, mi estrella más brillante y con quien compartiría todos mis cuarenta y tres atardeceres diarios si este planeta no fuera tan aburrido.

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Desde el día en que Wonwoo mojó sus pantalones en la escuela, no había vuelto a clase y ya han pasado dos semanas. El ciclo acabó, comenzaron las vacaciones intermedias y Jeonghan no lo vería hasta septiembre.

Quiso seguir con su trabajo, se enfocó en Gyu y en los demás niños, pero, incluso totalmente ocupado, no pudo concentrarse del todo. Gyu se abrió a él y confesó sentirse culpable, aun sin ser su responsabilidad. El asunto es muy triste y debe reconocer que en realidad lo extraña mucho, estuvo muy preocupado por él, pero Wonwoo...

—Es mi nieto.

Jeonghan asiente sentado en la barra de Dowoo e intenta ignorar los murmullos emocionados de Wonwoo a unos metros de él pues, con su voz propia le habla sin parar a Wonseok.

"Jeon Wonwoo solo le habla a su hermano".
¿Por qué nadie supo antes que el hermano de Wonwoo es sordo?

— ¿Ha venido antes sin el permiso de sus padres?

—No desde las vacaciones pasadas—ella suspira con una sonrisa cansada—. Hace un tiempo ambos vivían juntos y venían seguido a comer, pero cuando Wonwoo... dejó de hablar, Wonseok se mudó conmigo permanentemente porque sus padres creían que podría estarlo imitando. Qué tontería. Los hermanos necesitan estar juntos, ambos se quieren tanto y Wonwoo suele venir a veces para verlo... no desde hace un tiempo, creo que se lo han prohibido ¿Cómo lo conoces, Jeonghan?

—Soy su profesor. No, es decir, su tutor... su encargado en la escuela.

— ¿En serio? No sabía que Wonwoo estuviese yendo a la escuela, su mamá quería sacarlo desde hace un tiempo ya, como a Wonseok.

— ¿Wonseok no está estudiando?

Dowoo negó—Sufrió de acoso escolar, se complicó mucho, mi pobre niño acabó en el hospital. Sus padres tienen miedo de que termine peor—ella señala un pequeño bastón de madera junto al mesón y Jeonghan cree disimular bien su mueca de disgusto.

Una mueca de impotencia.

A Jeonghan nunca le han gustado esas historias extremas, no puede oír de ningún niño siendo lastimado de forma injusta. Llámale como quieras, trauma, lección aprendida, o sentido radical de justicia, pero por alguna razón huye de esos casos. Sin embargo, no puede huir de Wonwoo, es su responsabilidad así que, conociendo un poco mejor su situación, está completamente dispuesto a ayudarlo.

La alarma de las 5 p.m. resuena por la cafetería y Jeonghan la apaga, esperando pacientemente por que Shua, Cheol y los padres de Wonwoo lleguen a recogerlo.

Dowoo, entretanto, se acerca a sus nietos y Wonwoo se deja tocar, sonríe y la abraza, pero ya no habla en lo absoluto. Wonseok, por su lado, no parece conocer el lenguaje de señas porque tan solo dibuja o intenta escribir en su cuaderno... tal como Wonwoo fue orillado a hacer y muchas cosas comienzan a tener sentido. El rompecabezas se termina de armar.

—No, cariño, Mingyu no puede venir hoy. Es muy tarde.

Jeonghan levanta la mirada con sorpresa, casi le truena el cuello por lo drástico de su movimiento. Escuchó bien.

— ¿Min... gyu?

— ¡Dios mío! ¿Dónde está?

La madre de Wonwoo entra corriendo a la cafetería como si ese camino fuese frecuente para sus pies, ella está visiblemente preocupada y toma a Wonwoo en brazos a pesar del descontento en la cara del niño. Un señor de gruesos lentes llega después, igual de preocupado que Shua y Cheol a su lado, Jeonghan supone que es el papá de Jeon Wonwoo porque tiene los ojos almendrados de Wonseok.

The World is Mine [SEVENTEEN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora