4

294 41 62
                                    

Jeon Wonwoo moja la cama todas las mañanas de los días en los que le toca ir a la escuela. Lunes, martes y jueves sin falta ninguno.

Cuando su madre habla con Jeonghan al respecto, es en realidad porque no sabe bien cómo enfrentarlo, parece desesperada como sin entender qué más hacer con su criatura. Ella es escéptica al principio, se niega a dejar a su hijo en las manos de alguien que no es especialista, y es que constantemente se pregunta qué tendrá Jeonghan que no tenían ni los terapeutas ni ella misma (una madre a la que su hijo no le habla suele sentirse culpable, es natural).

Pero poco a poco cede a él y lo acepta, hasta este martes a primera hora cuando deja a Wonwoo en la oficina, le regala a Jeonghan una charola de snacks caseros y le desea, sonriente, un excelente día.

Es un enorme avance, porque el desarrollo de los niños va de la mano con el de sus padres.

Wonwoo hoy no quiso ir al curso con sus demás compañeros (de nuevo), así que Jeonghan aprovecha la oficina vacía para poner la playlist de Shua y compartir un bocadillo con su niño mientras juegan.

— ¡Tíralo a mi boca!—grita Jeonghan a un metro de distancia, arrodillado en el piso de espuma frente a Wonwoo quien sonríe grandemente.

El bocadillo rebota en la nariz de Jeonghan, cae al suelo justo cuando la canción canta 'CONGELADO' y se detiene, ellos tampoco mueven ni un músculo hasta que la música se reanuda y Wonwoo salta divertido, acompañando la gangosa risa de Jeonghan con la silenciosa suya.

Wonwoo no parece distinto a otro niño, solo se ve un poco ensimismado, reservado más que nada, pero sus ojos juguetones dan la impresión de que en cualquier momento abrirá la boca y soltará un gran repertorio... solo que no lo hace, nunca pasa y por más seguro que Jeonghan esté de que Wonwoo se siente a gusto junto a él, desde el milagroso 'VIOLETA' el niño no le ha dirigido la palabra.

El mutismo de Jeon Wonwoo se debe a su timidez extrema, una especie de ansiedad social infantil que comenzó a los cortos cuatro años de edad, que incluso le costó en su momento todo un año escolar, que le hace mojar la cama de los nervios siempre que tiene que salir de casa, que le impide mirar a los ojos a las personas... ansiedad que no parece funcionar al rededor de Jeonghan porque con él no se abstrae, no le tiemblan las manitos y juega sin preocupación, aunque sigue en silencio.

"Es un largo proceso" recuerda que le dijo Shua y Jeonghan solo debe esperar.

Pues pasa su día con Jeon Wonwoo y cuando la oficina se llena a media mañana, se lo lleva al patio vacío para jugar rayuela; así conoce que Wonwoo sí sabe los números, restar y sumar, también escribe muy bien, con letra bonita además y una ortografía sobresaliente para un niño de tercero de básica. Wonwoo es, de hecho, uno de los mejores de su clase sin siquiera asistir presencialmente con los demás.

Wonwoo es un excelente niño.

La hora del receso es un poco estresante, Jeonghan lo lleva al bar minutos antes de que suene la campana para que no haya la mínima posibilidad de toparse con otros niños. Wonwoo y él huyen luego a la oficina del DECE que, lastimosamente, casi siempre está ocupada a esta hora, pero Wonwoo ya conoce a Jun y a Hao, por lo que no le importa ocupar la mesa si ellos prometen no hacer mucha bulla (fallan y Jeonghan repite la playlist de Shua).

Wonwoo tiene un cuaderno que su padre le compró para que pueda comunicarse con él, sin embargo, está casi vacío porque no lo usa, es un niño extremadamente independiente y todos en casa le dan su espacio. De todas formas, no es como si lo necesitase pues siempre se da a entender muy bien, pero Shua quiere que aprenda a usarlo con soltura y Jeonghan lo ayuda con eso.

—A ver... adivina adivinador—Jeonghan memorizó anoche algunas adivinanzas—: puede ser líquida, ocupa el noventa y siete porciento de la... uhm... masa del planeta y se usa para regar cultivos.

The World is Mine [SEVENTEEN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora