CAPÍTULO TREINTA Y SIETE

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Bandera blanca.
Artemisa Walker.

— Ya eres oficial retirado, ¿por qué tienes que estar yendo a esa dichosa asamblea? — se fue la tranquilidad por el drama de Lorena —. No es obligación ir, podríamos quedarnos aquí y pasar más tiempo con Artemisa.

— ¿Cuántas veces te lo tengo que repetir? — dice papá cansado —. El ministerio me convocó y quiero ir. ¡Maldita sea! Cada vez que me convocan no voy, pero esta vez si.

— Lorena — llamo su atención —, irá Luciana, ahí podrán tirar su veneno juntas.

— Graciosita te crees — me mira mal.

— Si no me quieres acompañar, quédate, pero luego no estes amarga conmigo por haberte dejado — advierte papá.

Lorena Volkova, no es la más fanática de la FEMF, por eso se lleva tan bien con Luciana, ya que ambas cuando se juntan son capaces de meter veneno a cada persona que se les cruce.

Al ser su única hija, detesto el que también quiera meterme a todo lo que tiene que ver con la FEMF, pero era lo que a mi me gustaba, no el modelaje como ella hubiera deseado, por lo que, a veces suelta sus comentarios comentarios innecesarios para hacerme sentir mal, lo cual no logra.

— ¡Walker! ¡que dicha verte de nuevo! — habla el ex general Rick acercándose —. Después de tantos años que nos vemos.

— Que alegría verte, Rick.

Ambos se saludan, al igual que Rick saluda a Lorena, nosotros hacemos lo mismo con los James.

— ¡Walker! — el general Peñalver hace presencia —. Tu ausencia hace peso en Londres al igual que la de Rick, pensé que ya te habías olvidado.

— Jamás me olvidaré de la central que me dio mis mejores años.

Saluda a mamá y se acerca Luisa junto a Simon despidiéndose de los James como también de mis padres.

Bratt viene pero así de rápido se va, ya que el general Peñalver lo llama. Visualizo a los soldados que dejan paso al coronel, que viene con cara de asesino.

Han pasado algunos días que no lo he visto, pero mantengo mis emociones como se debe, para no levantar sospechas con mi padre, que se encuentra mirándome antes de poner su atención en Christopher nuevamente. Después de lo que paso afuera de su oficina se que habrá algún castigo que me pondrá, pero evito pensar en ello más de lo debido.

Pasa derecho, hablando de no se que con Bratt, con el general, Rick y mi padre, lo que hace poner a Rachel más nerviosa de lo que se encuentra, lo noto por su cara tiesa que tiene. Anuncian que es la hora de partir y voy con mis padres.

— No dejes mucho veneno por allá — susurro en el oído de Lorena riéndome.

— No te preocupes, que tendré una reserva para ti — dice, por lo que me rio mas fuerte.

— Cuídense mucho, papá — lo abrazo.

— ¡Avionetas listas! — gritan, lo que hace que nos separemos. Acompaño a ambos en el avión, los ayudo acomodar su equipaje y bajo al acabar. Papá se encuentra hablando con el general Peñalver y con el coronel afuera de la pista.

— Artemisa, acércate, por favor — me pide Peñalver.

Suelto un suspiro y me acerco tranquilamente. <<Es mejor ir evaluando a la bestia antes de enfrentarla>>.

—Las cualidades existen — comenta el general —. Alex Morgan y el general Walker fueron grandes compañeros aquí y ahora sus hijos trabajan juntos formando una pareja estupenda.

— Espero que algún día tengan una buena amistad como Alex y yo — comenta mi papá incomodo por lo que noto.

Nunca he podido ser amiga de Christopher y lo sabe.

— Alex debe de encontrarse orgulloso de ti, Christopher, haz logrado mucho en pocos años.

— Ajá — responde serio.

— El deber nos llama — comenta el general cuando las aeronaves están por cerrar las puertas —. Coronel, lo debo a cargo de todo.

— Lo sé.

Le dedico el saludo militar a mi padre para despedirlo y él hace lo mismo.

— Cuidado, capitana — advierte —. No olvide a las bestias.

— ¿Bestias? — pregunta el general.

— Un asunto familiar — estrecha la mano con el coronel —. Fue un gusto saludarte, Christopher, casi no te reconozco.

No contesta. Papá se va junto con el general que lo acompaña, intento irme antes de empezar un show.

— No he autorizado que te vayas.

Los aviones encienden motores y desvío la mirada viéndolo encarar con los brazos cruzados sobre su pecho. Nuestra diferencia de estatura es más que evidente, por lo que hago una mueca.

— Si me vas a dar una sanción, hazlo — digo cruzándome de brazos.

— No voy a seguir tolerando tus escenas de celos.

Me quiero reír ante lo que dice, porque al parecer se equivoco de mujer en estos momentos.

— ¿Escena de celos?

— Tuviste el descaro de...

— No hice ninguna escena de celos, coronel — hablo tranquila —. Usted, no respeta debidamente las normas y yo solo resalte eso, no hice escándalo y si habla de ello, es porque se está equivocando de mujer, a mi no me meta en sus líos, que yo ya deje las cosas claras.

— Ni tú te crees lo que dices — se burla —. No sabes lo que es autocontrol.

— Te equivocas, si no tuviera autocontrol ahorita tu estuvieras tres metros bajo tierra, pero mírate, estas bien plantado delante de mí.

— Madure, capitana.

— Solo ponme la sanción que quieras, pero déjame en paz — sonrió.

— No te pondré una sanción esta vez, tómalo como una ofrenda de paz, para estar bien..

— Si es lo que necesitas, okey — asiento y estiro mi mano —. No me jodas más la vida y yo no joderé la tuya.

— Coronel y capitana sin ningún tipo de rencor — acepta mi mano.

Deja un pequeño apretón y suelto un suspiro, porque desde este momento es donde debo mantenerme alejada y concentrarme en mi objetivo.

— Permiso para retirarme — lo suelto.

— Concedido.

Me voy alejando de él y suelto un gran peso de los hombros, pero doblego el de mi corazón.

— ¡Capitana! — me llama a poca distancia —. Todo estará bien ¿Verdad?

Me muerdo el labio inferior antes de sonreír.

— Como siempre, coronel.

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Sigamos con la paz.

Con amor.

<3

Entre Demonios [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora