ep.1 Ojos humedos

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Una pequeña niña se encontraba sentada en el sofá de la casa de sus abuelos tranquilamente haciendo cosas de niñas pequeñas, jugar con peluches, dibujar cosas extrañas que seguramente eran animales, hacer fiestas de te con los platillos imaginarios más exquisitos y invitados más extravagantes y peinar a su única muñeca,en la casa hacía un silencio raro pero tranquilo en el que destacaba el sonido momentáneo de una pequeña y frágil voz

—¿Gusta más té? —decía la misma pequeña voz mencionada con educación-.

—pero por supuesto que me encantaría —respondió el abuelo de la niña-.

La tranquila "fiesta de té" fue interrumpida por la voz de una señora mayor.

—Querido, tengo que hablar algo contigo —dijo con voz temblorosa—. pero que sea lejos de la niña, por favor.

El abuelo hizo caso inmediato debido a que su mujer era una persona tranquila y solo se ponía nerviosa si era algo fuerte

—Claro,si me disculpa señorita y estimados invitados —decía levantandose del sofa—.

Después de irse a otro lado la señora empezó a hablar de un incidente que cambiaría para siempre la vida de aquella pequeña niña alegre

16 años después

Una chica de pelo blanco con la piel clara y lisa,con ojos castaño y motas de color rojo se encontraba sentada en el lugar donde trabajaba junto a su compañero

—Que aburrido fue el día —le menciono a su compañero mientras ojeaba una libreta—. ¿Cómo vas con eso?

—Meh lo mismo de siempre, cajas y cajas que acomodar —decía subiendo un par a un estante—. me preguntó de dónde salen tantas.

—Seguramente de los artículos, pero también me preguntó por qué tantas —responde echándose en una silla—. mejor deberías descansar o algo llevas todo el día acomodando cajas.

—Tal vez, pero realmente no hay algo más divertido que hacer y no llegan clientes.

—Tienes razón —dijo acostando la cabeza en el mostrador—.

     

(...)

     

El teléfono de Edgar sonó, lo que hizo que ambos se sobresaltaran un poco debido al silencio en el que estábamos.

—¿Eh?—decía acercándose al mostrador—. Que raro.

—¿Que sucede? —pregunto sin levantarse de dónde estaba—.

—No lo se, mi teléfono no suele sonar a menos que seas tu diciendo que llegue temprano.

—Pues es tu responsabilidad, ¿Pero por qué sonó?

—Mmmmh parece que Bibi me quiere invitar a salir —dijo con cara de duda—. Muy extraño.

—Igual y si igual y no, deberías ir unos amigos no te harían mal.

—Lo pensaré, además de que ya me basta con los que tengo.

—¿Te refieres a fang? —decia aún con la cabeza acostada—. Deberías hablar con el, realmente no conviven mucho.

—Sí...pero no tengo mucho tiempo ni ganas —responde mientras se sentaba—. Además de que ya convivo demasiado con cierta amistad.

—¿Quien? —levanto la cabeza—.

—Tú, boba —dijo despeinandole el cabello—. Cómo si no estuviera trabajando aquí contigo todo el santo día.

—¡Hey! —exclamo mientras se acomodaba el cabello—.

•Ojos húmedos• Edgar X Colette (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora