Cap.15

237 11 12
                                    

Edgar se encontraba sentado en la habitación de la asiática, estaba nervioso, no por su presencia, si no por lo que era capaz. No lo podía negar, le aterraba lo extraña que llegaba a hacer, tal vez hasta le asqueaba.

Y ella solo estaba ahí, sentada en la esquina de su cama, esperando a que dijera algo.

   
—¿Y bien? ¿De que querías hablar?

—Ah si, Colette, ¿Que le dijiste?

—¿A qué te refieres?

—No te hagas la que no sabe, ¿Como es eso de que "Hablo con varias chicas"?

—Yo no le dije eso.

—No, pero se lo insinuaste, y para Colette eso es suficiente.

—Que dramática—comento fastidiada—. Era solo una charla entre amigas.

—Mira Bibi.....—suspiro—. No me parece bien que le hagas ese tipo de "platicas" con ella. No está bien.

—No es mi culpa que todo se lo tome mal.

—Colette es insegura, entiende por favor. Si quieres seguir con esta amistad, aprende a respetar a mi novia.

—¿Y si no que?

—Hasta aquí la dejamos—se levantó de la silla, dirigiéndose a la puerta—.

  
Estaba a punto de salir cuando escucho una risa descarada a sus espaldas.

   
—Ay Edgar—se limpió una lágrima, intentando recuperar la compostura—. Eres tan ingenuo.

—¿Eh?

—¿De verdad crees que te vas a deshacer de mi así de fácil? ¿Acaso no recuerdas un pequeño detalle?

—No, no recuerdo.

—Tú bien lo sabes, así que no lo recuerdas tú, se lo podría decir a Colette.

—¿Que?

—¿Es lo que quieres no?

—Claro que no.....

—Entonces, cálmate o te calmó.

  
El chico se quedó mudo, se sentía acorralado.

    
—Habíamos quedado en qué ese tema era cosa pasada.

—Si.......pero es que no tú no ayudas—se acercó al chico—.

—Aléjate de mi—retrocedió lentamente—.

—Creo que la que se va a alejar de ti va ser otra......

—¿Que quieres de mí?—preguntó sin más—.

—Quiero que......—se detuvo a pensar—. En este momento no se me ocurre nada, pero ya te diré.

—Dímelo ahora, o me voy.

—Ah si claro, vete, ahorita mismo le llamo a tu queridaa novia, así le digo que estás aquí conmigo y.......

—Ya cállate, sabes que eso no es cierto.

—Entonces has lo que te digo.

—No.

—Entonces.....—divago, amenazando con llamar a la peliblanca—.

—¡Solo dime qué quieres!—le bufó exaltado—.

—Ya te lo dije, yo te lo diré cuando yo quiera.

—Será solo una vez, ¿Bien? Pero si es algo que no, olvídate.

—Ajá, si té parece bien ya puedes irte. Tengo que hacer una llamada—lo corrió—.

  

Edgar no tuvo nada más que hacer más que largarse de ahí, igualmente ya estaba arto.

•Ojos húmedos• Edgar X Colette (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora