Capítulo 5

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Levanté la mirada y me topé con un bello rostro meramente inmaculado. Su piel llana y pálida hacían lucir sus ojos,  poseían un hermoso color marrón oscuro y las pestañas se expandían con firmeza hacía arriba. Su gorro mal colocado hacía que varios mechones marrones cayeran sobre su frente haciendo que éstos hicieran precioso el acto sobre su rostro. Sus labios rellenos y rosados se estiraron y formaron una bonita sonrisa curiosa.

—Hola —pronunció.

—Hola —dije medio atontada por el bello rostro juvenil que tenía justo enfrente.

—Perdóname, es que soy un poco distraído —musitó ligeramente ruborizado.

—No, no, la distraída soy yo —dije y luego me reí.

—Soy Ajax Petropolus, pero puedes llamarme Ajax —me estrechó la mano.

—Enid —me presenté.

—Eres americana —adivinó.

—Sí, California, de allí vengo.

—¿En serio? Yo nací en Kansas. Soy americano también, pero con raíces europeas —explicó.

Ahora había entendido entonces, por qué me había hablado desde un principio en español, pero luego dirigí la mirada hacía la puerta del departamento en el que él iba a introducir la llave antes de que yo lo chocara.

—¿Vives aquí? —balbuceé al captar el trío de números que formaban el trescientos ocho.

—Sí, con mi tía. Te dije que tenía raíces europeas.

La vieja gruñona con la que Yoko me había dejado la llave de su apartamento era tía del lindo muchacho que me sonreía en éste instante. Abrí los ojos ante la sorpresa.

—¿Eres sobrino de la señora Weems? —inquirí.

—Sí, ¿la conoces?

—Sí, bueno, no —dije y su expresión pasó a ser una mueca de confusión—. Mi amiga me dejó la llave de su departamento aquí y sólo pasé a recogerla, de allí conozco a tu tía —expliqué.

—¡Oh! ¿Eres tú la linda chica que se mudó con Yoko? —preguntó como si hubiese completado un rompecabezas en su memoria.

—Sí y... gracias por lo de linda.

—Oh, bueno, eres linda —musitó y se encogió de hombros—. ¿Vas a algún lado?

—Sí, a un laboratorio de fotografía. ¿Sabes dónde queda la calle Squero de San Trovaso? —pregunté mirando el papelito arrugado en mi mano y tartamudeando al leer el nombre de la calle.

—Sí, está cerca de uno de los canales hacía el norte.

—¿Está muy lejos?

—No, puedes ir caminando. Son como cinco cuadras de aquí.

—Oh, gracias.

—Puedo llevarte si quieres, tengo auto —ofreció.

—No, gracias, hoy caminaré, tengo tiempo de sobra —musité con aplomo.

—Oh, está bien, ¿puedo invitarte luego a un café? Para conocernos, digo, vamos a ser vecinos —se encogió de hombros un tanto avergonzado y ligeramente ruborizado.

—Claro, me encantaría.

—Hasta luego, entonces.

—Hasta luego —dije—. Oh, y grazie mille —murmuré lo que había aprendido de Wednesday el día de ayer, cuando agradeció al mozo.

Ajax me sonrió.

—Di niente, bella ragazza —pronunció.

Me ruboricé un poco y le dije adiós con la mano; luego bajé las escaleras y me encaminé por las calles de Venecia esperando encontrar lo que buscaba.

Manual de lo Prohibido | Wenclair (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora