Capítulo 10

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—Es que no quería estar más en ese lugar —comenzó con un tono de voz que se fue haciendo agrio conforme hablaba.

Iba a conformarme con aquella respuesta, creyendo que ella ya no seguiría hablando; pero su boca se abrió de nuevo... ¿estaba dispuesta a contarme a mí... todo?

—La razón fue un chico, Tyler —su mirada estaba gacha, puesta atenta en la almohada blanca del sillón—. Él fue mi novio durante un año; estábamos bien, o eso creía yo, hasta que un día llegué a casa y mi madre me dijo que Tyler se había ido y me había dejado una nota, una especie de carta o algo así...

Se quedó en silencio y respiró de forma notable varias veces, mientras que yo sólo observaba cómo su perfecto abdomen se inflaba y desinflaba bajo el suéter negro que vestía; luego continuó:

—Subí a mi habitación y me senté a leer la nota; decía que se iba, que no lo buscara y que ese era el fin de nuestra relación. Que lamentaba que eso tomara tanto tiempo y que se iba simplemente porque se merecía algo mejor que... yo.

Su semblante de ángel ahora parecía como si estuviera tallado en piedra, con una expresión hostil y entristecida a la vez.

—Terminé el año que me faltaba para graduarme y salí corriendo de ese lugar tan pronto pude; lo primero que se me ocurrió fue ir hasta Japón, pero llegué primero a Italia, aquí, me gustó y descubrí que era lo suficientemente lejos de ese lugar, así que decidí quedarme. Mi familia se mudó al año siguiente, cerca de mi apartamento. Mientras me iba esforzando en no recordar aquello ni nada de ese lugar. No te voy a negar que sí me dolió, yo lo quería bastante y para él simplemente no fue suficiente... —su voz se perdió y luego el silencio apareció de nuevo, y supe que ya no hablaría.

—Qué estúpido —farfullé, incrédula y ella me miró.

—¿Disculpa?

—Tyler, es un estúpido —dije—. Me disculparás, pero... ¿qué no fuiste suficiente? ¿Qué se merecía algo mejor que tú? ¿Acaso existe algo mejor que tú?

«¡Cállate!» me gritó la voz de mi cabeza y capté la última pregunta que había salido de mi boca, el rubor corrió traicionero y sentí vergüenza; pero Wednesday me miraba enternecida, y mi corazón se conmovió dentro de mí, así que seguí hablando pero ahora consciente de lo que decía.

—Que tonto fue —musité—. Porque no vio que eres una chica increíble, talentosa, atenta, divertida, además de muy linda.

Ella esbozó una sonrisa de medio lado.

—Porque simplemente no lo hay —continué—. Que lástima que te haya dejado ir, porque no supo que lo que dejó escapar fue como un tesoro, que ya no recuperará; por eso digo que Yoko es muy afortunada —en lo último de mi frase, la voz se me entristeció, pero ella sonrió y aquella sonrisa le dio motivo a mi corazón para palpitar fuertemente.

—Que linda eres —musitó y el corazón comenzó a latirme más y más rápido, expandiéndose por todo mi pecho—. Gracias.

Sonreí. Apenas pude, porque aún estaba un poco atolondrada intentando calmar a mi bombeador de sangre.

—¿Sabes? —me dijo—. Eres la primera persona que se lo digo.

Cuando creí que el corazón había vuelto a su tamaño normal, volvió a inflarse completamente conmovido.

—Gracias por tenerme la confianza —murmuré.

—Gracias por escucharme.

Le sonreí de nuevo, aún sin comprender cómo es que aquel chico la había dejado ir.

—Pero basta de mí, te toca —la sonrisa alegre apareció de nuevo en su rostro y esperé a que dijera la primer pregunta.

—¿Qué te inspiró a ser fotógrafa?

Manual de lo Prohibido | Wenclair (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora