Capítulo 9

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—¿En quién? —volvió a preguntar Ajax.

Lo fulminé con la mirada queriendo taparle la boca en ese instante, las manos comenzaron a sudarme ante la posibilidad de quedar en evidencia.

—En... mi... amiga... que dejé en California —inventé.

—¿Qué clase de amiga? Cualquiera podría enamorarse de una amiga —inquirió.

—Enamoramiento no, Ajax —especifiqué de nuevo, Wednesday sólo se mantenía en silencio pero atenta—. Y es... una amiga, amm... cercana y... —me estrujaba los sesos para poder seguir poniéndole palabras a mi mentira—. Y... a un amigo también le gusta, entonces...

—Tienes miedo de perder la amistad de tu amigo por haberte fijado en la misma chica que él —completó Ajax.

—¡Exacto!

—Bueno y, ¿quién se fijó primero en la chica?

—Él —musité con pesar.

—Pero tú ya te fuiste de California, ya no importa o ¿sí? —dijo Wednesday, quien había estado como una estatua hasta ahora.

—Emm... —murmuré.

—Igual yo creo que lo hubieras hablado con tu amigo, en vez de especular tú sola las cosas y castigarte a ti misma —interrumpió Ajax—. Digo, no era su novia y él no era tu mejor amigo —se encogió de hombros.

Me solté a reír y ambos me miraron. Si Ajax supiera a quién me refería ni siquiera hubiera dicho lo último.

—¿Qué es gracioso? —preguntó Wednesday.

—Nada, sólo que... nada —manoteé con la mano restándole importancia.

—¡Mira, Enid! —me dijo Ajax—. ¿Ese lugar no te parece ideal para una fotografía? —apuntó hacía un edificio al lado de un canal que se extendía magnífico por el este.

—Qué buen gusto tienes Ajax —concordé—. Creo que tomaré una.

Saqué con la mano libre la cámara de mi bolso y luego me quedé en silencio y sin actuar, tímida porque Ajax aún mantenía su mano atada a la mía.

—Ajax, creo que Enid necesita sus dos manos —farfulló Wednesday.

—Oh, cierto. Discúlpame —enrojeció un poco y soltó mi mano a la que inmediatamente le pegó el aire gélido del medio día.

Le sonreí y apunté el lente de la cámara hacía el monumento y saqué la fotografía.

—Un fiore per la ragazza? —musitó alguien detrás de mí.

Me giré y obtuve la imagen de una señora con un canasto de rosas rojas que le hablaba a Wednesday, mientras que Ajax estaba distraído mirando las palomas.

Wednesday me miró y luego me sonrió. Entonces miró de nuevo a la señora.

—Quanto costa una? —preguntó.

—Un euro —dijo la señora.

—Dammi uno.

Ella le acercó la canasta y Wednesday escogió una rosa entre el puño y luego, sacó del bolsillo de su pantalón una pequeña moneda.

—Ecco —le dio la moneda y le sonrió.

—Grazie bel giovane —dijo la señora y luego me sonrió a mí para después alejarse e ir a ofrecerle sus flores a la demás gente.

No había aprendido aún italiano, pero al menos, ya estaba un poco más familiarizada con las palabras y pude entender la conversación entre Wednesday y la señora. Ella le había ofrecido una rosa, Wednesday le había comprado una. Simple.

Manual de lo Prohibido | Wenclair (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora