Capítulo 31

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Me había pasado casi toda la noche en vela, ideando algún buen nombre para mi trabajo, algo que fuera como el título de una historia, pero nada era lo suficientemente bueno.

Luego recordé una de las conversaciones que había tenido con Bianca, aquella en donde le mostré la cantidad de fotografías que había tomado de Wednesday. Había usado un término para referirme a ellas: "Manual de lo prohibido", porque para mí eso eran.

Entonces tuve la idea y el nombre para mi exposición: "Manuale del proibito", en italiano, porque había sucedido en Venecia.

Luego de que llamé a Laslow y que encantado aceptó el título, tecleé el número de Eugene, él aún me debía ciertas explicaciones. Le pedí que viniera a mi casa y a los pocos minutos apareció tocando mi puerta. Lo hice entrar y lo senté frente a mí en la sala.

—¿Recibiste la noticia, no? —me sonrió, no sabiendo qué esperar.

—Justo ayer. ¿Por qué no me dijiste?

—Porque pensé que ibas a decir que no y no estoy equivocado, ¿verdad? —enarcó una ceja.

—Pues no, pero... acepté —exhalé.

—¿Aceptaste? ¿En serio? —la expresión de viva alegría le volvió al rostro.

—En contra de mi misma, incluso —admití.

—¿Por qué dices eso? —preguntó confundido.

—Porque al exponer esas fotografías, terminarán por odiarme, Eugene. Fui y destruí su perfecta relación, le mentí a Wednesday al decirle que no la amaba, y ahora, vengo aquí a exponerle mi vida a medio mundo.

—No estás exponiendo tu vida —me contradijo—. Cada persona interpretará las fotografías a su manera, allí no dice "le robé la novia a mi mejor amiga", ¿o sí? —volvió a levantar la ceja.

—Ya lo sé, pero soy tan egoísta que no importa tanto que Wednesday se enoje y me odie por completo, me duele muchísimo, pero... sólo quiero verla de nuevo. Por eso acepté, Eugene, esto me da la esperanza de volver a contemplar su rostro.

—¿Egoísta? Enid, eres la persona menos egoísta que conozco, pero te diré lo que sí eres: masoquista —fruncí el ceño, pero él continuó hablando—. Por una vez en tu vida, Enid, date gusto a ti misma. Vives preocupándote de la vida de los demás, de sus opiniones y te dejas de lado —me sacudió ligeramente de los hombros—. Piensa por una vez en ti. Si esto puede que te acerque a esa tal Wednesday, pues no te detengas. Por una vez en la vida, lucha por lo que quieres.

No me había detenido a pensar que, aunque Eugene fuese un bruto de sentimientos, podría llegar a ser también el amo y señor de la razón. Y justo ahora la tenía, no me iba a echar para atrás pensando en la gente a mi alrededor, o la que alguna vez estuvo allí; aún por más ridícula que fuera la idea y burda la esperanza, debía seguir adelante.

—Supongo que tienes razón, Eugene —le sonreí y él también.

—No supongas, la tengo —rio y luego me abrazó—. Sé que va a ser la exposición fotográfica más popular en California —me animó.

—O más allá.

Después de aquella tarde y de muchas más, mientras el tiempo seguía su transcurso y con él se llevaba mis suspiros, la fecha de la exposición fotográfica se acercaba.

Laslow había hecho su reconocido trabajo al darle la suficiente publicidad al mío, mandando a imprimir folletos, volantes e incluso un espectacular en la ciudad. Él era un chico chiflado, pero me daba esperanza. Inclusive se utilizó el diseño de una página web en la internet, anunciando la exposición fotográfica "Manuale del proibito" por Enid Sinclair y a lado, una fotografía de Wednesday, la que Eugene había llevado a Laslow.

Manual de lo Prohibido | Wenclair (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora