La esperanza de los tontos - Omegaverse

XXXVIII - Prefacio

El cambio del día a la noche fue apenas perceptible gracias a las nubes ennegrecidas del diluvio helado que decrecía como una cortina borrosa que desdibujaba el paisaje, no importó que empezará su caos hace horas esta se negaba a dar señales de tregua.

En una ruta vacía los faros de un vehículo apurado se esforzaban por darle claridad al conductor en su camino turbulento sin embargo el incesante torrencial entorpecía la visión de Kazajistán quien manejaba en absoluto silencio tratando de sosegar su rabia, lo único que podía hacer para desahogarse un poco era estrujar el volante qué a duras penas lograba mantener fijo para no provocar un accidente. Gruñía en sus adentros reprochádose el haber llegado tarde ese día a casa pero ¿cómo imaginar que la situación se saldría así de control? al grado de que Bielorrusa terminará malherida y el mayor entrara en guerra frente a su progenitor.

Solo pensaba que al llegar a la dirección que cierto latino había indicado y pusiera a salvo a los menores junto con la chica regresaría de inmediato a su domicilio esperando no encontrar uno o dos cadáveres.

En el asiento trasero Ucrania contenía con fuerza a Taiwán en un ajustado abrazo procurando darle estabilidad a su mente consternada aunque sí era honesto consigo mismo él también buscaba algún tipo de consuelo en esa acción.

El pobre cuerpo de la joven temblaba descontrolado por lo que se aferraba con firmeza a las ropas empapadas del ucraniano a fin de ganar algo de solidez no obstante sus sollozos tartamudos le dificultaban guardar la compostura dando origen a tibias gotas salinas que brotaban desde sus orbes y que se posaban una tras otra en la camisa de su contrario esto en símbolo de aún no lograr asimilar esa horrible escena que presenció hace aproximadamente una hora es decir ¿cómo digerir aquel sombrío desenlace para el de sangre azteca?. La irreflexiva impulsividad de ese chico lo hizo quedarse atrás con el afán de darles una oportunidad.

Su mayor pesar era que lamentablemente no se podía hacer nada por él excepto cumplir el encargo prometido: ayudar al hermano menor de este para concluir la fórmula de los supresores.

Al ser víctima de los variados experimentos de China y eventualmente ser marcada, la dama roja le contó sin temor alguno cómo es que obtuvo la inmaculación de su veneno, esa peligrosa curiosidad por examinar la verdadera decadencia de los bajos instintos la condujeron a convertirse en una excelente bioquímica, una que no se conformaría con desencadenar estímulos mínimos.

Naturalmente su ardua dedicación le brindó frutos sustanciales al lograr desarrollar y cultivar (a través de la selección) una flor muy especial, justo la que le proveería de ese preciado activo que solo empeoraría aún más el infierno de los omegas; por lo tanto era obvio implicar que el fragmento faltante para finalizar del remedio de los hispanohablantes era dicho elemento y la taiwanesa les desvelaría su locación - *我被他们愚蠢的希望感染了* (*Me contagio de sus necias esperanzas*) -

Por otro lado la faz del bicolor mostraba un estado de shock e incredulidad total, virtualmente estático con su visión extraviada en la nada se percibía como estar atrapado en una maldita pesadilla de la cual imploraba despertar.

Su cabeza recapitulaba una y otra vez todo lo que había salido mal: su fallido intentó por pelear que solo le ganó una costilla rota, observar como su mentor se afrontaba a esos Alfas con tal de que ellos escaparan y pasar por esos agobiantes instantes de tener que abandonarlo por la imperante orden del mismo mexicano, si hubiera sido más fuerte tal vez ahora los estaría acompañando, desgraciadamente esa especulación se quedaría en el aire.

Ese conjunto de pensamientos solo le generaban dolorosos remordimientos no obstante lo más espantoso fue contemplar cómo hacían caer al tricolor sin misericordia, quien no les dio la satisfacción de gritar o doblegarse incluso al final; se sentía completamente tragado por la pena y de cierto modo se negaba a lo ocurrido.