¿Qué sucede cuando la mismísima Muerte se encuentra inesperadamente enamorada de la vida que debe llevarse? En un mundo donde lo inevitable no puede ser pospuesto, Taehyung se ve atrapado en un dilema insólito. Cuando se le encomienda la tarea de ll...
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No podía apartar de su mente las palabras de Dooly. Era plenamente consciente del sufrimiento que Jungkook estaba experimentando y, por un momento, se sintió egoísta. A pesar de lo difícil que le resultaba, sabía que debía poner fin a esto.
Abrió un portal que lo llevó directamente a la habitación de Jungkook. Dado que era de madrugada, el chico ya estaba profundamente dormido. Se acercó a él con cautela, observándolo mientras dormía en paz. Por alguna razón, verlo descansar de esa manera le proporcionaba una sensación de tranquilidad. Cuanto más lo observaba, más se preguntaba por qué se sentía tan atado a él. Era simplemente algo inexplicable.
Dejó escapar un suspiro y decidió adentrarse en los fragmentos de la vida de Jungkook, observando cómo era el chico cuando no estaba en el hospital. Al verlo lleno de vitalidad, con una sonrisa radiante, no pudo evitar esbozar una sonrisa propia. Si pudiera eliminar su dolor de forma permanente, lo haría sin dudarlo. Jungkook tenía tanto por vivir, y era desgarrador que su vida se viera truncada tan prematuramente.
Se detuvo en un recuerdo en el que los mejores amigos del menor y su familia le cantaban feliz cumpleaños. Dirigió su mirada hacia el portarretratos que Jungkook tenía junto a la cama del hospital y se dio cuenta de que mostraba ese mismo momento. La sonrisa en el rostro de Jungkook era inmensa, y Vante podía ver las pequeñas arrugas que se formaban alrededor de sus ojos cuando sonreía de esa manera.
Se quedó tan absorto en la imagen frente a él que no se dio cuenta de que de repente su pecho se llenaba de una profunda melancolía. Cuando finalmente se percató y desvió la mirada hacia Jungkook, el joven ya lo estaba mirando de vuelta, aunque no exactamente a él, sino a lo que Vante estaba observando.
—Recuerdo ese día... —murmuró el menor, esbozando una sonrisa nostálgica—. Fue un poco antes de que me enterara de mi condición.
Vante cerró el recuerdo y fijó su mirada en el joven frente a él. Era bastante curioso cómo, a pesar de la oscuridad de la habitación, podía percibir claramente el brillo en los ojos de Jungkook. ¿Era normal que pareciera contener un universo de estrellas en ellos?
Jungkook se sintió un poco inquieto. Aunque no podía ver el rostro de Vante, era consciente de que este lo estaba observando. Su curiosidad solo crecía al recordar que La Muerte tenía una mano humana. ¿Cómo sería el rostro que se ocultaba tras esa oscuridad?
Decidió enderezarse en la cama y extendió su brazo para tomar la manga de la túnica oscura. Se quedó inmóvil por un momento, esperando alguna reacción por parte del ente, pero al no ver ninguna señal de negativa, continuó acercándola un poco más y, poco a poco, comenzó a deslizarla hacia arriba. Vante estaba tan fascinado por el joven que no podía articular palabra alguna. La curiosidad en la mirada de Jungkook era algo que simplemente no podía dejar de admirar.
Esperaba que, como en otras ocasiones, Jungkook llevara su mano hasta su rostro, ya que parecía disfrutar de sentir el frío que emanaba de él. Sin embargo, para su sorpresa, en lugar de eso, Jungkook entrelazó los dedos con los suyos.