Arco 2 - Prólogo

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Catedral de la santa Istarlia, reino de Atalanta.

"Obispo Grial, debo insistir en que no tiene que gastar su preciado tiempo en acompañarnos. El viaje puede ser peligroso, además solo hay que darle una invitación a la driada". 

Dijo Sactina en nombre de todo su grupo.

"Pero si dejamos que unas jovencitas insignificantes como ustedes entreguen la invitación sería una ofensa para la deidad guardiana". Reprendió el obispo sonriendo en desprecio.

Hércules fue la única persona influyente en este reino que las apoyaba, con su partida nadie dudaba en despreciarlas debido a su juventud. La única razón por la que se les permitía ir en esta misión es porque ellas conocen la ubicación de la dríada.

"Si el viaje se hace muy largo, tendré que pedirles que me entretengan por las noches ¿si? Espero den las gracias por permitirles tal lujo".

Todo el grupo arrugo su ceño y pensaron "este hombre corteja a la muerte".

***

Alerta. Actualización en curso. No apague ni desconecte el equipo. El proceso podría demorar unos minutos.

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Alerta. Se detectan indicios de una batalla en las cercanías. Deteniendo la actualización.

***

Desde las fortaleza Black en el dominio demoníaco, el trío de demonios se dirigían hacía el último lugar donde se encontraron con Sylvan. Su objetivo era localizarle para luego organizar una comitiva que llevara la diadema de reina demonio.

"Alicia, ¿aún quieres que esa niña se convierta en la verdadera reina demonio?" Preguntó Serafina, la orco.

"Eso será en un futuro, todavía falta para el torneo de reyes. Primero quiero invitarla a que conozca la ciudad, luego le preguntaré si quiere unirse a nuestra causa."

El objetivo de Alicia hoy era visitar a la supuesta dríade para averiguar si realmente era una dríade y, en un futuro, convertirla en la soberana de los demonios.

"Sería genial si logramos que alguien de la clase gobernante nos apoye." Confirmó Melfina, la chica gato.

Ellas, al igual que el trío de humanas, querían cambiar la sociedad. La mayoría de los demonios odiaban a la humanidad y creían que la paz era imposible. 

Pero el trío de demonios cruzó espadas en múltiples ocasiones con el trío de humanas conformada por la santa, la sabia y la tiradora.

De ellas entendieron que no todos los humanos son de temer, por lo que sería más beneficiosos para el reino de los demonios disminuir el presupuesto destinado a la guerra y, en cambio, comerciar con los países humanos.

A diferencia del trío de humanas, las demonios buscaban el progreso siendo la paz un medio para alcanzarlo.

Una vez que se adentraron en el bosque, notaron que no estaban solos.

"¿Qué hacen ustedes aquí? ¿Piensan infiltrarse en el reino?" Dijo Tauriel , la autodenominada mejor arquera del mundo.

"Ja, como si quisiera ir a ese sucio lugar gobernado por cerdos." Respondió Alicia con desdén.

Ella no mentía, las ciudades humanas eran bastante mugrientas y hasta tenían un barrio donde la gente moría lentamente de hambre entre una suciedad aún mayor.

Eso no pasaba en las ciudades demoníacas, en parte porque su población era menor, pero también porque los demonios no idolatraban el dinero por lo que no existía mucha corrupción entre ellos.

"Siempre es un gusto pelear contra ustedes" Dijo Serafina, la orco amante de las batallas.

Como respuesta, Tauriel dio un paso al frente desenfundando una espada corta. Ella era la única del grupo que podía actuar como vanguardia y había cruzado espadas muchas veces con la orco.

Ambas comenzaron su carrera, Serafina levantó su gigantesca hacha mientras que Sofía se preparó para desviar el ataque.

""¿Eh?"" Fue la voz sorprendida de ambas lo que resonó en el bosque, acompañando al choque de metal con metal.

"Otra vez peleando... ¿no saben arreglar las cosas con palabras?" Dijo voz que resultaba difícil de identificar como masculina o femenina.

Todas se quedarón atónitas ante la escena frente a sus ojos.

"¿Siempre fueron tantas?" Fue la pregunta que Alicía formulo en nombre de todas las presentes.

En menos de un segundo, una "supuesta" dríade detuvo, con su espada, el golpe del hacha de Serafina. 

En un vistazo más cercano, sostenía ni más ni menos que la espada White del héroe Hércules.

Además, otra supuesta dríade lanzó líanas desde su mano para detener los movimientos de Sofía. 

"Mira que tomar prestado este poder para una pelea tan tonta, qué desperdicio." Dijo una tercera dríade que apareció detrás de la santa Sactina.

"Eek." Gritó Sactina cuando sintió una mano que le abrazaba por la cintura y succionaba su poder sagrado.

Tres supuestas dríades habían interrumpido la pelea. Pero ninguna de ellas les resultaba familiar.

"La última vez no pregunté sus nombres." Dijo, apareciendo desde la sombra de un árbol una familiar figura.

Se detuvo y les dio una mirada a todas antes de continuar. 

"Pero estando tan cerca de mi casa, imagino que vienen a verme. Tomemos un té mientras hablamos, ¿si?"


Soy la planta más poderosa del mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora