Capítulo cinco.

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—¿Cuál es tu idea, Yeon? —preguntó con curiosidad Beomgyu, observando que Yeonjun guardaba los caramelos especiales que había llevado para él y revolvía también otras cosas dentro del primer cajón de la cómoda—. ¿Quieres que lea para ti? —preguntó nuevamente, no soportando la curiosidad de saber de qué se trataba y balanceó los pies de forma suave.

—No, serafín, te dije que leerías para mí hasta mañana. —dijo el castaño, cerrando el primer cajón y se volvió para observar al chiquillo y sonreírle levemente, pasando después al segundo cajón, donde encontró botellitas de lubricante y preservativos, muy raramente llegaba a acostarse con algunas personas y nunca, por ningún motivo, había llevado a nadie a su casa, hasta ahora y de todas formas no usaría los preservativos, sabía que nadie había tocado a Beomgyu y él mismo siempre los utilizaba, además de que esa noche no llegaría muy lejos, no quería sobrecargar demasiado a su pequeñín y al mismo tiempo quería disfrutarlo de forma lenta—. Mi idea es jugar un juego. —dijo finalmente, cerrando del cajón y caminando hasta el lado de la cama donde estaba sentado Beomgyu.

—¿Un juego divertido? —preguntó con emoción el oji-miel, observando a Yeonjun.

—Por supuesto, serafín. ¿Quieres jugar? —preguntó Yeonjun, tomando de forma suave el rostro de Beomgyu entre sus manos y acariciando sus mejillas, éste asintió rápidamente—. Bien, para éste juego necesitamos que te quites la ropa y me dejes ver tu hermoso cuerpo. —dijo, presionando con uno de sus dedos de forma breve y suave la punta de su nariz.

—Pero mi cicatriz es fea —murmuró bajito el rizado, empezando a jugar con sus manos y evitando con todas sus fuerzas arañar su brazo izquierdo ya que Yeonjun le había dicho antes que no volviera a hacerlo, era casi como si su cerebro actuara en automático.

—No es fea. Quítate la ropa, serafín —ordenó el oji-azul, aunque no en tono severo mientras le observaba fijamente; Beomgyu finalmente asintió luego de un rato y se deshizo de su camiseta, levantándose después del colchón para poder quitarse los pantalones y junto a ellos la ropa interior, fácilmente pues estaba descalzo y se quedó en su lugar—. Muy bien, ahora recuéstate. —le pidió ahora, deshaciéndose de su saco; Beomgyu obedeció la nueva petición.

—¿De qué se trata el juego, Yeon? —preguntó Beomgyu.

—Ya verás. —dijo el oji-azul, subiendo sobre el colchón también después de haberse quitado los zapatos.

—¿Tiene reglas? —preguntó nuevamente el rizado, estando un poco nervioso.

—Sí, pero son fáciles, serafín. —aseguró Yeonjun, tomando entre sus manos las rodillas de Beomgyu para separar sus muslos y dió cabida a su cuerpo entre ellos—. La primera es que deberás decirme cuando algo no te guste, la segunda y última es que puedes hacer ruido, ¿entendido? —dijo, pasando suavemente su mano derecha sobre la pancita de Beomgyu y se detuvo a rodear su ombligo.

—Entendido. —repitió el oji-miel, asintiendo al mismo tiempo.

—Muy bien. —dijo el castaño, dirigiéndose después hacia el cuello de Beomgyu para succionar el mismo lugar donde estaba la marca rojiza de la vez anterior y mordisqueó con sus dientes un poco más abajo, escuchando enseguida un jadeo provenir del chiquillo, arrastró su lengua sobre la piel pálida hasta llegar a su pezón izquierdo y siguió mordisqueando, apretando entre sus dientes con un poco más de fuerza el botón.

—Yeon —gimoteó el chiquillo, tratando de procesar todas las sensaciones en su cuerpo y sin querer sus manos llegaron a los brazos de Yeonjun, sosteniéndose de él mientras éste siguió lamiendo hasta su estómago, deteniéndose sobre su ombligo para penetrar con su lengua y succionar, alejándose después para agarrar la botellita de lubricante que había sacado antes del cajón y vertió un poco sobre su mano derecha, esparciendo el líquido espeso sobre el pene de su pequeño para comenzar a subir y bajar su mano más fácilmente—. Uhg —jadeó ante el movimiento de la mano de Yeonjun sobre su miembro.

—Perfecto. —gruñó suavemente Yeonjun sobre el oído de Beomgyu, moviendo más rápido su mano, resbalándose hacia arriba y de nuevo hacia abajo alrededor de su miembro; Beomgyu gimió mientras su espalda se arqueaba de forma involuntaria, temblando ligeramente y respingó cuando Yeonjun vertió más de aquella sustancia espesa entre sus nalgas, sintiendo la pierna izquierda aún más temblorosa cuando él la subió sobre su hombro; Yeonjun pasó la palma de su mano libre por entre la grieta del chiquillo mientras seguía masturbándole con la otra.

—Uh, Yeon —gimió el oji-miel al percibir una sensación extraña en el vientre bajo y después sintió cómo algo cálido salía de su pene, escurriéndose hasta su estómago y haciéndole sentir demasiado bien, ¿pero acaso se había orinado? Abrió los ojos con pesadez y observó la mano de Yeonjun que aún sostenía su miembro, estaba sucia de una especie de líquido espeso y blanquecino, eso oprimió su pecho, asustándose al no saber qué era aquello—. Yeon, ¿qué es eso? ¿Estoy enfermo? —preguntó con temor mientras sus ojos comenzaban a inundarse en lágrimas.

—No, serafín, tranquilo, no estás enfermo, es normal. Esto es semen y saldrá de tu pene cada vez que te estimule, simplemente significa que disfrutas lo que te hago —le explicó el castaño, mostrándole su mano y lo atrajo cerca, haciendo que se sentara sobre el colchón y le dejó un beso sobre la frente; Beomgyu asintió levemente, tranquilizándose de a poco; Yeonjun se alejó un poco, sentándose sobre el borde de la cama y tiró de Beomgyu hasta dejarlo de pie frente a él, entonces desabotonó sus pantalones y dejó libre su dolorida polla, masajeando su carne dura y desesperada por atención—. Hazlo tú, serafín —gruñó, tirando lentamente de su propia longitud y después dejó libre el espacio para Beomgyu, el cual se sentó sobre el suelo y tomó la polla del mayor entre sus manos, dando pequeños masajes, casi con miedo a lastimarlo.

—¿Así? —preguntó Beomgyu, dudoso y observó a Yeonjun.

—Sólo mueve más rápido tu mano —dió la instrucción el oji-azul, gruñendo—. Chúpalo, como hiciste antes con mi dedo. —ordenó ahora.

—Bien —murmuró el chiquillo antes de acercarse y tomar entre sus labios la cabeza del miembro, succionando suavemente mientras lamía sobre la hendidura; Yeonjun gruñó al sentir la húmeda y cálida boca de Beomgyu, enredando algunos rizos en sus dedos y jaló su cabeza de forma suave.

—Mírate, eres un excelente niño. —gruñó Yeonjun, observando a su niño mientras lo succionaba, admirando sus hinchados y rojizos labios llenos de saliva alrededor de su carne—. Joder, usa tus manos de nuevo, serafín —volvió a gruñir, sintiendo las bolas pesadas y supo que no iba a tardar demasiado; Beomgyu sacó el miembro de su boca y volvió a acariciarlo de la forma en que Yeonjun le había dicho antes, éste empujó suavemente su cabeza, guiándolo de nuevo hacia su polla luego de algunos minutos y Beomgyu obedientemente volvió a succionar su longitud—. Bébelo todo. —ordenó con un gruñido al alcanzar la cima y expulsar chorros de su semilla dentro de la boca del chiquillo, el cual hizo caso y como pudo bebió el líquido espeso y tibio con leve sabor amargo que se desparramaba dentro de su cavidad bucal, alejándose después.

—Tengo sueño, Yeon —murmuró el rizado mientras Yeonjun lo sostenía por la cintura, levantándole del suelo.

—Hora de dormir, serafín —dijo el oji-azul, dejándole un pequeño beso sobre los labios y después le ayudó a recostarse correctamente, acurrucándolo contra su pecho mientras cubría su cuerpo con las mantas, el pequeño ya parecía un muñequito de trapo—. ¿Qué libro quieres leer mañana? —preguntó, rozando la mejilla de su pequeñín con su nariz.

—No lo sé... Me gustan las aventuras divertidas, o también Hansel y Greta —murmuró Beomgyu ya medio dormido y Yeonjun se rió entre dientes al escuchar que él pronunciaba mal el título del último libro e hizo una nota en su mente para mañana en la mañana temprano ir a buscar esos libros y tenerlos listos para cuando Beomgyu despertara.

──  𝓗𝖾 𝖨𝗌 𝖺𝗇 𝓐𝗇𝗀𝖾𝗅  世'✿ 𝗬𝗲𝗼𝗻𝗴𝘆𝘂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora