Capítulo once.

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—Serafín. Despierta ya, cariño. —murmuró el oji-azul cerca del oído de Beomgyu, acariciando su cabello suavemente y sonrió de forma leve cuando lo escuchó gimotear bajito, removiéndose entre las mantas.

—No, Yeon... Tengo sueño. —dijo Beomgyu en voz bajita, frotándose uno de los ojos con la mano derecha hecha puño y bostezó, sorprendiéndose un poco al observar a Yeonjun ya vestido formalmente tan temprano.

—¿Entonces no quieres ir conmigo? —preguntó el castaño, todavía con una leve sonrisa marcada en el rostro y acarició con su pulgar la mejilla izquierda de su pequeñín.

—¿Ir contigo? —preguntó el chiquillo, sintiendo que el sueño se le iba de pronto, y es que realmente no podía negarse a algo que Yeonjun le dijera—. ¿Por qué? ¿A dónde? —preguntó nuevamente con curiosidad, estirándose.

—Bueno, ¿recuerdas que te dije que trabajo desde casa pero a veces necesito cerrar tratos de venta? —preguntó el mayor, sentándose sobre el colchón al lado de Beomgyu y éste asintió levemente—. Bueno, serafín, a veces tengo que ir a reuniones en mis oficinas y hoy tengo una, necesito ir y no quería dejarte sin que supieras a dónde fui. —dijo por último, ayudándole a Beomgyu a sacarse la manta de encima cuando éste lo intentó por sí mismo y se pegó a su pantalón de pijama, rodeándole por la cintura cuando pasó a sentarse sobre su regazo; el corazón de Beomgyu se estrujó y luego saltó, golpeando fuerte dentro de su pecho después de escuchar las palabras de Yeonjun y sonrió.

—Sí, sí quiero ir contigo, Yeon. —aceptó el oji-miel y sonrió, sonrojándose levemente cuando Yeonjun le dejó un besito sobre los labios.

—Bien, sólo tienes que cambiarte y nos vamos, ¿quieres desayunar algo? —preguntó Yeonjun, asegurándose de que su niño comiera algo si tenía hambre.

—No, gracias, Yeon. —negó el rizado y finalmente se levantó del regazo de Yeonjun para poder ir hasta el armario y tomar su ropa para vestirse—. Yeon... ¿puedo usar mi falda? —preguntó, algo inseguro al ver la prenda colgada en un gancho y la tocó, era una tela muy suave.

—Por supuesto, serafín, no tienes por qué preguntar. —añadió el oji-azul, observándolo desde el lugar que había tomado sobre el colchón y logró verle la sonrisa en el rostro gracias al espejo delante de ellos; Beomgyu logró deshacer el nudo que había hecho con los cordones de su pantalón con dedos temblorosos gracias al frío y los deslizó a través de sus piernas para poder ponerse la falda, que era realmente bonita y finalmente terminó con los botones de su camisa de pijama, cuando se sacó la prenda el ambiente frío le golpeó, tomó una camiseta con mangas largas y se la puso; notó a Yeonjun, quién se levantó de su lugar y caminó hasta él—. Ponte esta también, hace frío afuera. —le pidió a su pequeño, tomando una chamarra del armario y le ayudó a colocársela correctamente.

—¿Y mis zapatos? —preguntó el menor, buscando en el suelo sus antiguos zapatos pero luego de una inspección, no los encontró.

—Los están limpiando, toma otros, ¿bien? —dijo el castaño, dejándole un beso sobre los rizos y se dirigió a la cómoda, buscando su reloj y se lo puso.

—Está bien. —aceptó el chiquillo, tomando un par de tenis color negro sin agujetas y se los colocó.

—¿Listo? —preguntó el mayor, caminando de regreso hacia Beomgyu y éste asintió levemente—. Muy bien, ¿vamos ya, serafín? —se aseguró nuevamente.

—Sí, vamos. —concordó el oji-miel y sintió cómo su corazón comenzó a latir fuerte de nuevo cuando Yeonjun tomó una de sus manos entre la suya y entrelazó sus dedos juntos, bajaron las escaleras hasta llegar a la primera planta y salieron por la puerta principal, dirigiéndose al auto de Yeonjun, el cual abrió la puerta del copiloto para que su pequeñín subiera y cerró la puerta, entonces él subió también, sólo que a través del lado del piloto, encendió el motor, esperando algunos segundos a que tomara calor para poder ponerse en marcha y luego salió del área, tomando la carretera principal para salir hacia la derecha y avanzar un par de kilómetros, llegando finalmente a un estacionamiento rodeado por varios edificios; Beomgyu los reconoció, eran los edificios en donde había conocido a Yeonjun cuando escapó del internado—. Yeon... Aquí me encontraste. —murmuró mientras Yeonjun se estacionaba, sintiendo algo de temor al saber que estaba tan cerca de aquel maldito lugar.

──  𝓗𝖾 𝖨𝗌 𝖺𝗇 𝓐𝗇𝗀𝖾𝗅  世'✿ 𝗬𝗲𝗼𝗻𝗴𝘆𝘂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora