Capítulo ocho.

1.5K 148 42
                                    

—Y entonces Hansel y Gretel empujaron a la malvada bruja dentro del horno para evitar que se los comiera. —terminó de leer Beomgyu, cerrando el libro y se volteó hacia un lado para poder mirar a Yeonjun, el cual lo observaba y escuchaba atentamente—. ¿Te gustó? —preguntó, sonriendo y observándolo también.

—Sí, por supuesto. —contestó el castaño, acomodando un rizo de Beomgyu tras su oreja para que no fuera a estorbar sobre su rostro—. ¿Y cuál es tu parte favorita, serafín? —preguntó después, dando un pequeño toque con su dedo índice sobre la punta de su nariz.

—Me gusta... Creo que la parte en donde queman a la bruja. —dijo el oji-miel después de pensar la respuesta por un momento.

—¿Esa? —preguntó el mayor; Beomgyu asintió—. ¿Y por qué? —cuestionó de nuevo, teniendo cierta curiosidad.

—No sé, creo que siempre me gusta imaginar que soy como ellos y que al final alguien me va a encontrar, y seré feliz... Y tú ya me encontraste. —dijo el rizado, sonrojándose de forma suave; Yeonjun sonrió.

—Sí, entonces también tendrás un final feliz... Lo tendremos los dos. —aseguró el oji-azul, acunando el rostro de Beomgyu entre sus manos y acarició su mejilla izquierda con el dedo pulgar.

—¿Lo prometes? —preguntó Beomgyu, observando de forma atenta a Yeonjun.

—Lo prometo. —juró el castaño mientras le plantaba un beso sobre la frente.

—¿Y también me amarás siempre? —le preguntó al mayor, todavía observándolo; Yeonjun lo miró de forma seria.

—No preguntes eso nunca jamás, ¿entendiste? Te amaré hasta el último de mis días. —dijo el oji-azul, sintiéndolo de verdad porque si se hubiese sincerado consigo mismo el primer día que conoció al chiquillo hubiera dicho que no lo amaba y que simplemente se lo había llevado por capricho, pero ahora no, ahora realmente podía decir que sentía algo de cariño por él o más bien un poco de amor, porque cariño ya sentía mucho; Beomgyu asintió rápidamente—. ¿Y no te gustaría quemar a la bruja también, serafín? Bueno, cobrar el daño que una persona malvada te haya hecho, tener la oportunidad de una pequeña venganza. —preguntó después, notando cómo Beomgyu se quedaba viendo un punto muerto, pensando por un minuto.

—A veces. —confesó en un murmullo el oji-miel, volviendo un poco el rostro y observó por un momento al mayor.

—¿Personas como el tipo del internado? —preguntó Yeonjun después; Beomgyu asintió—. Dime quién es. —le pidió al chiquillo mientras sacaba una carpeta tamaño carta del último cajón del mueble de al lado, la abrió y se la entregó a Beomgyu para que observara las fotografías que habían adentro.

—Él es quien me observaba bañarme. —señaló el rizado, apuntando al tipo de la fotografía marcada con el número siete mientras arrugaba las cejas, haciendo una mueca.

—¿Completamente seguro, serafín? —preguntó el mayor; Beomgyu asintió de manera efusiva—. Perfecto. ¿Bajamos a cenar? —propuso después, sonriendo levemente.

—Sí, por favor... Tengo hambre. —dijo bajito el chiquillo, sonriendo también.

Yeonjun entonces volvió a dejar la carpeta en el mismo lugar de donde la había tomado y bajó de la cama, indicándole a su pequeñín que lo siguiera, éste así lo hizo, bajando de la cama y antes de comenzar a caminar detrás de Yeonjun dejó sus libros sobre la mesita donde estaba la lámpara.

—¿Qué quieres para la cena, cariño? —preguntó el castaño mientras bajaban las escaleras y tomó una de las manos de Beomgyu entre la propia, éste como siempre sintió que su corazón saltó de alegría.

──  𝓗𝖾 𝖨𝗌 𝖺𝗇 𝓐𝗇𝗀𝖾𝗅  世'✿ 𝗬𝗲𝗼𝗻𝗴𝘆𝘂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora