Capítulo tres.

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—¿Qué haremos al llegar a casa? —preguntó Yeonjun mientras llegaban frente al auto y él se dispuso a abrir la puerta trasera.

—No lo sé... Cuando estaba en casa me gustaba beber leche de chocolate y leer libros antes de dormir —dijo el chiquillo, pasándole a Yeonjun de cuanto en cuanto las bolsas con lo que había comprado para que él las guardase.

—Esa es una excelente idea... Entonces podemos llegar y te haré un vaso de leche con chocolate y me leerás algún libro. —planificó el castaño, cerrando la puerta después de haber guardado todo.

—¿Yo leerte a ti? —preguntó Beomgyu.

—Sí, ¿por qué no? ¿A caso no quieres? —preguntó el oji-azul, abriendo la puerta del copiloto para que Beomgyu subiera.

—No, sí quiero. —aceptó sonriente el chiquillo, borrándose la brillante sonrisa de su rostro un segundo después—. Yeon... Mi mamá viene hacia acá. —murmuró apenas; Yeonjun se giró, encontrándose con que una mujer de mediana estatura y de cabellera rubia que parecía hecha en salón de belleza se encaminaba hacia ellos a paso rápido, ¿acaso ahora le importaba Beomgyu? A Yeonjun no le importaba la mujer, Beomgyu ahora era suyo, nada más.

—¡Beomgyu! ¿Qué es esto? Una hora después de que te dejé en el internado me llamaron para decir que habías escapado, tienes suerte de que la policía dijera que para reportarte como desaparecido se necesitan veinticuatro horas... ¿Y usted? —dijo la mujer de falso cabello rubio, armando un escándalo; Yeonjun agradecía que todo estuviese vacío.

—Yo no quiero quedarme ahí, te había dicho lo que me ocurrió y no me creíste... Quiero quedarme con Yeonnie. —murmuró el rizado, encogiendo las piernas hasta su pecho y abrazándose a sí mismo.

—No, cariño... Ellos dijeron que resbalaste y caíste, además, si alguien te observara mientras te bañas ya lo habrían despedido... Beomgyu, sabes que son alucinaciones. —añadió la mujer; Yeonjun sabía que la mujer sabía que Beomgyu no mentía pero sólo quería tener todo fácil.

—Espera un poco, serafín —le dijo Yeonjun a Beomgyu en voz baja y él asintió mientras le cerraba la puerta para dejarlo dentro del auto, lejos del asunto—. Para responder a su pregunta, soy Choi Yeonjun... Supongo que conoce alguno de mis negocios y también supongo que sabe que soy el dueño de la cadena comercial más grande del país. Beomgyu dijo que no quiere ir con usted y tampoco al internado, es mayor de edad y no puede retenerlo, entonces creo que debería usted ser lo suficientemente inteligente como para no reportarlo como desaparecido o siquiera demandarme... Yo tengo todas las posibilidades de ganar, y si la memoria no me falla, la depresión no provoca alucinaciones. Ahora, por favor no vuelva a buscar a Beomgyu ni a molestar, diga que se fue a vivir a otro lugar o lo que sea. Buenas noches. —finalizó, observando mal a la mujer y después rodeó su auto, encaminándose a la puerta del piloto.

—Maldito sea usted y todo su dinero... Sepa que ese mocoso es un costal de trastornos y problemas. —gritó furibunda la falsa rubia desde el otro lado del auto.

—Tenga cuidado si no quiere encontrarse con malas personas. —advirtió en forma de amenaza el castaño, evitando decirle que además de la cadena comercial también tenía sus truquillos chuecos, mientras ella se alejaba a pasos rápidos del lugar y Yeonjun entró al auto después—. Ven con Yeon, serafín. —ordenó de forma suave, estirando sus brazos hasta Beomgyu y lo sostuvo por la cintura, ayudándole al chiquillo a pasar de su asiento a su regazo.

—¿Qué sucede? ¿Vas a dejarme? —preguntó en un tono asustadizo el oji-miel, observando al hombre delante suyo y esa inseguridad de que estaría solo de nuevo lo acechaba.

—No, jamás. Tu madre dejará que te quedes conmigo. —aseguró el oji-azul, sonriéndole levemente al chiquillo—. Sin embargo quiero que sepas, que la mayoría de las personas son amables pero sólo yo te amo. Tú sólo eres mío y si alguien más trata de alejarte, o hace algo que no debe, sufrirá graves consecuencias, ¿queda claro? —dijo, observando a Beomgyu con una mirada suave mientras sostenía su rostro entre sus manos.

—Sí. —apenas dijo el rizado y sonrió levemente.

—Eres un niño muy bueno. —dejó claro Yeonjun y después atrajo más cerca al chiquillo, atrapando sus labios suavemente y entrometiendo su lengua dentro de la cavidad bucal ajena, escuchando un leve jadeo provenir también—. ¿Es tu primer beso? —preguntó, sonriente al separarse del chiquillo, el cual estaba jadeante, tratando de respirar de forma normal.

—No. —murmuró el oji-miel, observando solamente sus propias manos.

—¿No? —repitió el castaño pero en forma de pregunta, observando al niño delante suyo sobre su regazo, el cual negó.

—El primero fue el que me diste cuando estábamos en el centro comercial —dijo bajito el rizado, sonrojado; Yeonjun se rió, tomando posesión de los labios del chiquillo nuevamente y rodeó su cintura con un brazo, acercándolo más a su cuerpo hasta que estuvo sobre su entrepierna aún cubierta, tratando de aliviar un poco su dolorida polla y gruñó, atrapando entre sus dientes el labio inferior de Beomgyu, quien jadeó suavemente.

—Serafín, ¿sabes qué es hacer el amor? —preguntó el oji-azul cuando terminó el beso.

—No... ¿Qué es? —preguntó ahora el chiquillo con curiosidad.

—Te mostraré cuando lleguemos a casa. —prometió Yeonjun, sonriendo levemente; Beomgyu también le sonrió mientras asentía levemente—. ¿Qué es esto? —preguntó, tomando el brazo izquierdo de Beomgyu suavemente y observando los arañazos rojizos.

—¿Qué? —preguntó confundido el oji-miel, volteando hacia donde miraba Yeonjun.

—Esto. —señaló el castaño, acariciando su brazo.

—A veces, rasco muy fuerte mi brazo cuando siento nervios o miedo. —aclaró Beomgyu, observando hacia su mano libre y apenas Yeonjun pudo detener que comenzara a arañar su brazo de nuevo, atrapando su mano.

—Ya no lo hagas. —ordenó de forma suave el oji-azul, acunando el rostro de Beomgyu con su mano libre y acariciando sus labios con el dedo pulgar, admirando esos bonitos labios color cereza que tanto quería alrededor de su miembro—. Chupa. —ordenó ahora, deslizando suavemente su dedo por entre los labios del chiquillo, sintiendo la calidez y humedad de su boca; Beomgyu obedeció, cerrando sus labios alrededor del dedo y succionando mientras pasaba su lengua sobre la yema, casi como si disfrutara de un caramelo; Yeonjun gruñó, empujando levemente hacia el trasero del chiquillo y a penas reteniendo la necesidad de desnudarlo ahí mismo y joderlo hasta no poder más, pero todavía conservaba un poco de sentido común.

—Yeon. —jadeó de forma ahogada el rizado cuando la mano de Yeonjun pasó de estar en su brazo a estrujar una mejilla de su trasero; Yeonjun retiró su dedo de la boca de Beomgyu y lo acercó un poco a su rostro, dejándole un beso con el cual el chiquillo suspiró.

—¿Ésta también la hiciste tú, serafín? —preguntó el castaño, observando en el cuello de Beomgyu el inicio de una cicatriz, de esas cicatrices marcadas que antes parecen haber sido heridas de las feas; Beomgyu negó de forma leve—. Entonces, dime por qué tienes ésta cicatriz. —pidió, presionando con su dedo índice sobre la parte visible ya que parecía que había más tramo pero estaba debajo de su camiseta.

—No lo sé, yo no recuerdo cómo pasó. Mi mamá dice que cuando me adoptaron ya la tenía y cuando empecé a hablar yo decía que mi verdadero padre me lastimó con un espejo... Pero no dice nada más sobre eso, y yo ni siquiera lo recuerdo, creo que él murió. —le contó el oji-miel a Yeonjun—. Yeonjun, dijiste que la tienda es tuya, ¿cómo es tu trabajo? —preguntó con curiosidad.

—Bueno, me pertenece una cadena comercial... Negocios, relacionado con la venta y compra de cosas. —le explicó el oji-azul al chiquillo, acariciando su cabello lleno de rizos.

—¿Es divertido? —preguntó con una mueca el rizado; Yeonjun se rió.

—No lo creo, pero los empleados trabajan para mí... Yo sólo me encargo de cerrar algunos tratos desde casa. —dijo Yeonjun, sonriendo levemente.

—Entonces, ¿vas a pasar mucho tiempo conmigo? —preguntó Beomgyu con ilusión, deseaba la compañía y el amor de Yeonjun, algo que nunca había obtenido de ninguna otra persona.

—Voy a pasar todo el tiempo del mundo contigo, serafín. —prometió el oji-azul; Beomgyu sonrió en grande. 

──  𝓗𝖾 𝖨𝗌 𝖺𝗇 𝓐𝗇𝗀𝖾𝗅  世'✿ 𝗬𝗲𝗼𝗻𝗴𝘆𝘂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora