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Capítulo nueve.

—Ven con Yeon, serafín... No estés nervioso. —dijo Yeonjun, sentándose sobre el borde de la cama y palmeó su regazo; Beomgyu hizo caso, acomodando las rodillas sobre el colchón, una a cada lado de Yeonjun y se sentó sobre su regazo pero era tarde, ya estaba muy nervioso.

—¿Y no importa que se moje tu ropa? —preguntó el oji-miel, recordando de pronto que Yeonjun se lo había llevado a la habitación tal cual había salido de la bañera, mojado y desnudo, ahora que se había sentado sobre su regazo iba a mojar sus pantalones y parte de su camisa.

—No, no importa para nada, serafín. —dijo el castaño, acunando el rostro de Beomgyu con su mano derecha y dejó un besito sobre sus labios—. ¿Por qué no desabotonas mi camisa? —sugirió, dirigiéndose hacia el mismo costado de su cuello y tratando así que las marcas que ya estaban ahí se quedaran por más tiempo; Beomgyu jadeó de forma suave y obedientemente llevó sus manos hacia el pecho de Yeonjun, buscando los botones de la camisa y cuando finalmente los encontró, los sacó de los ojales y terminó por abrir la prenda.

—Jun, hum —gimió bajito el chiquillo cuando los dientes de Yeonjun mordisquearon sobre su garganta, provocándole escalofríos y después él se alejó por un momento para sacarse la camisa ya desabotonada.

—Ahora los pantalones. —ordenó de forma suave el oji-azul; Beomgyu dirigió sus temblorosos dedos hacia la hebilla del cinturón, logrando abrirlo y después desabrochó el pantalón—. Buen niño. —alabó mientras se levantaba del colchón, sosteniendo a Beomgyu y luego lo dejó recostado sobre la cama para terminar de sacarse la ropa que le quedaba encima; Beomgyu se sonrojó profundamente al contemplar desnudo a Yeonjun, quien sonrió al notar aquello.

—Yeon... ¿Qué...? ¿Qué haces? —preguntó de forma entrecortada el rizado al sentir que los dedos resbalosos de la mano izquierda de Yeonjun bailoteaban entre sus nalgas y de pronto uno entró, provocándole una sensación extraña.

—Sólo necesito prepararte para mí, serafín. —dijo Yeonjun, apoyándose con la mano derecha sobre la cama—. ¿Se siente bien? —preguntó con la voz ronca mientras fingía pequeñas embestidas con el dedo índice.

—Sí. —jadeó suavemente el oji-miel, notando que la sensación extraña se convertía en agradable y gimoteó bajito cuando otro dedo entró junto con el primero; Yeonjun fue a lamer la oreja izquierda de su niño, todavía empujando de forma suave con su mano.

—Cuando algo no te guste, debes decirme. —le recordó el castaño, hundiendo un tercer dedo dentro de Beomgyu, el cual asintió apenas, apretando a Yeonjun entre sus muslos mientras que éste seguía entrando y saliendo de su trasero, ahora con un poco más de fuerza.

—Uhg, Jun. —gimió bajito el chiquillo cuando Yeonjun golpeó un punto sensible en su interior y éste pareció notar que se había retorcido porque siguió llegando ahí, con dedos embistiendo más profundo y más fuerte; Beomgyu tembló ligeramente, sosteniéndose de los hombros del mayor y reconociendo el cosquilleo en el vientre bajo, sabía que de su pene saldría su semen, Yeonjun lo había dicho pero lloriqueó cuando la mano del mismo abandonó su trasero y sostuvo su miembro, impidiendo que terminara al cubrir la cabeza con su pulgar—. Yeon. —se quejó levemente, sintiendo una pequeña incomodidad en el estómago.

—Abre los ojos, serafín... ¿Miras la botella blanca sobre el buró? —preguntó el oji-azul con la voz ronca; Beomgyu se obligó a sí mismo a abrir los ojos, volteando hacia el buró y después asintió, observando a Yeonjun—. Bien, tómala y vierte bastante líquido sobre tus manitas, después lo esparces sobre mi miembro. —ordenó, recostándose al lado de su pequeñín y éste se levantó de forma lenta, todavía con las piernas temblorosas pero finalmente tomó la botella y echó el líquido viscoso sobre una de sus manos, volvió cerca de Yeonjun y después tomó su hombría, esparciendo esa sustancia sobre toda la longitud a la vez que podía notar su propio miembro entre sus muslos, goteando líquido.