Capítulo siete.

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Yeonjun observó cómo Beomgyu sostenía un par de libros contra su pecho, abrazándolos, mientras caminaba junto a Isaac rumbo al jardín hasta que se perdieron de su campo de visión.

—¿Nueva mascota? Tienes buenos gustos, es lindo y tal vez cuando no lo necesites más yo puedo quedármelo. —comentó con cierta burla el hombre sentado frente a Yeonjun, con el cual se suponía que cerraría un trato de venta.

—Mascota. —repitió Yeonjun entre dientes, sonriendo de forma casi imperceptible y miró fijamente al otro tipo, el cual carcajeó, creyendo que era una broma hasta que Yeonjun de pronto sacó un arma de la mesilla de al lado de su sofá y disparó en una de las manos del sujeto, éste ya no rió cuando la bala atravesó la palma de su mano derecha—. Escucha una cosa, imbécil, espero que tu poca inteligencia te alcance para comprender que Beomgyu es mío y no es una maldita mascota. —gruñó en rabia, dejando el arma de lado.

—Eres un desgraciado, Choi. —farfulló el tipo mientras el dolor le obligaba a sostener su propia mano con la que no tenía herida.

—Dime algo que no sepa. —dijo el castaño, acomodándose la camisa—. Te juro que si hablas o miras a Beomgyu de forma indebida de nuevo, no será sólo tu mano, estoy seguro de que tu cabeza será un bonito adorno para la pared de mi despacho... Y el trato se terminó antes de empezar. —comentó, ya con más calma y se levantó del sofá, llevándose consigo el arma.

—¿Sí? Pues no me importa. —murmuró, pero para su mala suerte, Yeonjun lo escuchó.

—Largo de mi casa, espero que consigas un buen médico. —dijo el oji-azul antes de irse y le disparó dos veces más al tipo, una vez en el hombro izquierdo y otra más en la rodilla del mismo lado, escuchando un alarido mientras salía de la sala—. Dejen que se vaya solo, ustedes encárguense de limpiar. —pidió a la sirvienta y al cocinero mientras guardaba el arma en un cajón con seguro, éstos no estaban para nada impresionados con la situación y simplemente asintieron.

Yeonjun salió de la casa y buscó con la vista al par que había salido anteriormente hasta que al fin los divisó, ambos estaban sentados sobre el césped y Beomgyu parecía mostrarle a Isaac algo en uno de los libros, su empleado asintió y señaló algo en una de las páginas, después de esto su pequeñín hizo una mueca y negó, apuntando hacia otra cosa en la misma página que Isaac, parecían hablar de algo y sonrió de lado, le gustaba ver feliz a Beomgyu, de pronto éste notó que estaba ahí y agitó su mano hacia él mientras que el otro muchacho sonrió, así que decidió acercarse a ellos.

—Hola, Yeon —saludó Beomgyu en cuanto Yeonjun llegó con ellos.

—Hola, serafín —dijo el oji-azul, acariciando los cabellos alborotados de Beomgyu, aprovechando que su cabeza quedaba a la altura de su mano.

—Yeon, Isaac y yo estábamos mirando las imágenes del libro y estas señoras son hermanas o algo así, pero yo digo que la de cabello rojo es más bonita. —expuso el rizado, mostrándole a Yeonjun la ilustración del libro mientras que volteaba hacia Isaac y le sacó la lengua.

—Sí, pero yo digo que la de cabello rubio es más bonita. —añadió el otro hombre, cruzándose de brazos; Yeonjun sonrió al ver la situación.

—No es cierto. Jun, ¿quién dices tú que es más bonita? —preguntó el oji-miel.

—Tú eres el más bonito. —dijo el castaño, finalmente sentándose sobre el césped junto a Beomgyu.

—No, Yeon, la más bonita de la imagen. —le recordó el chiquillo, sonriendo con las mejillas sonrojadas mientras le mostraba de nuevo la hoja.

—Por supuesto. —dijo Yeonjun, fingiendo que meditaba por un rato la respuesta—. Es más bonita la pelirroja. —decidió finalmente, sólo para concordar con el chiquillo.

—No es justo, usted siempre le dará la razón —se quejó en voz baja el chico mientras se levantaba del suelo—. Con permiso, señor, iré a seguir con mis deberes. —dijo después.

—Sí, claro. Gracias, muchacho. —aceptó el oji-azul y sonrió de forma leve, le parecía raro convivir tanto con alguno de sus empleados pero al final pudo notar que ése chico era una buena persona; Isaac asintió—. Serafín, necesitas tu azúcar diaria. Vamos adentro por uno de los caramelos. —dijo, recordando que Beomgyu necesitaba tomar la medicina y le dejó un beso sobre la frente.

—Pero quiero leer para ti. —dijo el rizado, sosteniendo los libros entre sus manos mientras observaba a Yeonjun.

—Bueno, entonces tomas el caramelo y después vamos a leer, ¿sí? —propuso el mayor, rodeando la cintura de Beomgyu con su brazo derecho y tiró de él de forma suave para acercarlo; Beomgyu avanzó un breve tramo sobre sus rodillas y después subió sobre el regazo de Yeonjun.

—Sí. —aceptó el oji-miel—. ¿Hansel y Gretel? —preguntó después, mostrándole el libro a Yeonjun.

—Claro, serafín, el que quieras —dijo el castaño y cerró el espacio entre él y Beomgyu, dejándole un beso sobre los labios cuando éste se acercó un poco más con cierta timidez—. ¿Quieres que nos quedemos adentro o regresamos aquí? —preguntó, alternando un beso entre cada dos palabras.

—Adentro —murmuró Beomgyu, sonrojado hasta la punta de la nariz y se bajó del regazo del mayor para levantarse después del suelo; Yeonjun asintió, levantándose también y caminó junto a su pequeñín hasta la puerta de la casa para luego entrar, atravesando el comedor hasta que llegaron a la cocina.

—Creo que siguen ocupados. —murmuró Yeonjun más para sí mismo al notar que ni el cocinero ni la sirvienta estaban ahí, así que él mismo tomó un vaso de las alacenas y consiguió la jarra con jugo—. ¿Quieres el vaso lleno? —preguntó antes de servir.

—No, gracias, Yeon —dijo el oji-miel, tomando el vaso que Yeonjun le ofrecía y después caminó frente a éste cuando le tomó por la cintura, guiándolo de regreso por el comedor y después pasando a través de la sala para poder subir por las escaleras hacia la habitación—. Jun, ¿qué están limpiando? —preguntó en un murmullo al ver que los empleados trataban de limpiar manchas rojas de uno de los sofás y batallaban demasiado eliminándolas como para tragarse que se trataba de pintura.

—No es nada, cariño, sigue caminando. —dijo el castaño, empujándolo suavemente para que avanzara.

—No, dime qué es. —pidió después el chiquillo con voz débil, deteniéndose en uno de los escalones.

—Sigue caminando. —ordenó el oji-azul ahora de forma más autoritaria; Beomgyu lo observó por un segundo y después obedeció, subiendo las escaleras sin detenerse hasta que llegaron frente a la puerta de la habitación y entró en ella cuando Yeonjun abrió la puerta—. Serafín, ¿recuerdas lo que hablamos en el auto hace algunos días? Sobre las personas buenas y malas, ¿lo recuerdas? —cuestionó mientras se deshacía de la chaqueta, arrojándola hacia cualquier lugar y después siguió la corbata, la cual tuvo el mismo fin.

—Sí —murmuró bajito el rizado, todavía apretando los libros contra su pecho mientras que el vaso lo había dejado sobre el mueble al lado de la cama, observando que Yeonjun se sentaba frente a él sobre el borde del colchón y palmeó su regazo, indicándole que se sentara sobre él; Beomgyu así lo hizo.

—El hombre que vino hoy es un imbécil y dijo cosas sobre ti que no debía, así que tuve que darle una lección. Serafín, quiero que entiendas que a veces hago cosas que no están bien y muchas personas tienen miedo de mí pero tú no debes tenerlo... Tú nunca debes tenerme miedo, ¿está claro? —le dijo al chiquillo, rozando suavemente su mejilla izquierda con algunos dedos de su mano derecha.

—Sí, Yeon... Está claro. —dijo Beomgyu en voz baja, observando a Yeonjun y éste le sonrió levemente, así que él le sonrió de regreso, porque Yeonjun no iba a hacerle daño, ¿verdad? Yeonjun dijo que no debía tener miedo y él no tenía ninguna razón para desconfiar de lo que le decía, así que estaba bien.

—Bueno, entonces después de tu caramelo vas a leerme y luego iremos a cenar, ¿está bien? —le dijo Yeonjun y Beomgyu asintió levemente mientras se levantaba de su regazo para tomar el vaso con jugo de naranja y él iba hacia el cajón de la noche anterior para sacar una de las cápsulas, se la entregó a Beomgyu y éste la tomó entera, pasándola con el jugo—. Buen niño, ahora ven con Yeon, recuéstate y lee para mí. —dijo, acariciando los rizos de Beomgyu, el cual asintió levemente y se recostó al lado de Yeonjun mientras abría el libro de "Hansel y Gretel " en la primera página.

──  𝓗𝖾 𝖨𝗌 𝖺𝗇 𝓐𝗇𝗀𝖾𝗅  世'✿ 𝗬𝗲𝗼𝗻𝗴𝘆𝘂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora